La crisis que en los últimos diez días mantiene en el aire el futuro del Instituto Valenciano de Oncología (IVO) como pata fundamental de la lucha contra el cáncer en el sistema público autonómico, ha hecho aflorar muchas guerras y diferencias en diferentes ámbitos que confluyen en este punto. Unas son evidentes; otras han emergido y algunas más permanecen soterradas. Lo que sigue es un TAC a la crisis del IVO.

Tensión en el patronato: cinco bajas en pocos meses en medio de una lucha de poder

Lo que tradicionalmente ha sido un órgano muy discreto, a imagen de una institución conservadora, regida por sus propias dinámicas pese a la dependencia absoluta de los fondos públicos, y marcada por la omnipresencia de la familia Llombart, se ha convertido en un hervidero en el último año. La imagen se produjo el viernes, 15 de septiembre, cuando el patronato se parte en dos al votar si se firma o no el contrato con la administración.

Solo el hombre de Juan Roig en este órgano (Antonio Noblejas) apoyó a Antonio Llombart, reconocido oncólogo de 82 años que preside el patronato, cuando se quedó solo en defensa de la firma del contrato. Frente a esto, la posición que abandera su sobrino, director general y exconseller del PP, Manuel Llombart, obtiene el respaldo mayoritario, el de cuatro patronos, entre ellos el IV Marqués del Túria, Tomás Trénor, o el abogado Jaime Olleros.

La noticia no es solo la división; lo es incluso que se votara en un órgano donde todo se solventa por unanimidad y en contadas ocasiones algún patrono presenta su discrepancia, reflejada en el acta. En los últimos meses, sin embargo, los choques y la incompatibilidad de caracteres han provocado la salida, por dimisión o no renovación, de varios patronos. Dos se fueron al no ser renovados: Vicente Simó y José María del Rivero, tras varios choques con el presidente de la Fundación, Antonio Llombart; dimitió a principios de este año el doctor Rafael Carmena, director del centro de investigación del Clínico (Incliva), para centrarse en la gestión de una casa con problemas; y en los últimos días, precisamente durante la crisis interna en el IVO, también han dimitido el directivo Javier Garín, y la secretaria general de la Inspección de Trabajo, Concepción Sánchez Palomo. Ambos se habían abstenido en el choque de trenes personificado entre el presidente Antonio Llombart y su sobrino Manuel.

En pocos meses, el patronato ha adelgazado hasta configurarse una mayoría que ha apoyado al gerente en su pulso a la consellera Montón. De once a seis miembros. Voces del entorno más cercano cuestionan la legitimidad del actual patronato, lejos de aquel órgano compuesto por médicos (López Merino, Colomer Sala) y representantes sociales -hasta políticos de izquierda, como Vicent Ventura- de años atrás.

Cisma entre dos Llombart: generaciones y modelos distintos

Dos miembros de la familia Llombart, Antonio (tío y presidente) y Manuel (sobrino y director general) representan la división del patronato en este conflicto. Son dos generaciones. Uno, con 82 años, quiere mantener la vocación asistencial de 40 años de historia que atesora el centro que fundó su padre; otro, con deformación empresarial, ve otro futuro para el centro, y ha presionado a la conselleria para mejorar las condiciones del contrato. Antonio es el único médico que queda en el patronato; Manuel lleva año y medio explorando el negocio internacional, no teme aparentemente un IVO sin contrato, y ha logrado el apoyo de los abogados y empresarios que dan la mayoría del patronato.

Ambos se oponen a la pérdida de condición de centro de libre elección, que ha permitido hasta el 31-12-16 atender a cada paciente que lo pedía. Antonio estaba dispuesto a firmar y tratar de mejorar el contrato más adelante; Manuel ha exhibido su desconfianza en la Generalitat, presionando hasta forzar la mediación del presidente.

Quienes les conocen niegan ningún cisma familiar, pero apelan directamente a una «lucha de poder» por el control del patronato ante la nueva era que se avecina. El IVO lo funda el abuelo de Manuel con una idea social clara. Hoy, Antonio Llombart, presidente, representa esa vocación. Manuel, consciente de la necesidad de trabajar con el sistema público,contempla también nuevos horizontes.

El gerente, de hecho, ha irrumpido en una negociación que ya estaba atada, confirman desde el entorno de Presidencia. Pese a que desde el cambio de gobierno la posición de la Conselleria de Sanidad iba encaminada a restar protagonismo al IVO en la atención oncológica, hace unos meses el presidente Llombart y Ximo Puig ataron la fórmula de la «acción concertada», de modo que se mantendría el papel del centro de Campanar pese a la desaparición literal de la libre elección. Se pactó esta figura jurídica, una cuestión de confianza entre Llombart y Puig, que frenó la posición más beligerante de la consellera Carmen Montón.

El regreso de Manuel Llombart dinamitó ese pacto. Aterriza antes del verano. Primer órdago. El IVO amaga con no presentarse al concurso. La consellera Montón lo convence. No se ha hecho otra cosa que lo que pedía su tío. Sería la propia Generalitat, con dos informes críticos con el procedimiento de Abogacía e Intervención, la que da munición extra al director general para un segundo asalto.

Esta vez, sí, en septiembre, logra que el patronato se alinee con él. Antonio Llombart responde in extremis, con el apoyo del equipo médico, y pide la prórroga de motu proprio, sin reunión del patronato, para ganar diez días y reconducir la situación. De nuevo la mediación de Ximo Puig, y otro informe jurídico in extremis, intentan salvar el pacto a última hora.

El ‘lobby oncológico’ público se alinea con la consellera Montón

La foto del pasado lunes de la consellera Montón, flanqueada por los prestigiosos oncólogos Ana Lluch (Clínico) y Carlos Camps (General), es la escenificación de la alianza entre la conselleria y el colectivo médico para arrebatar protagonismo al IVO. «Es una cuestión de prurito profesional. Pasa en todos los sectores. En la vida un médico va a derivar un paciente: es asumir una incapacidad», reconocen un expatrono de la Fundación. «No tienen nada que no tengamos, salvo la marca que han cultivado durante 40 años», señala un especialista de un centro público.

Ciertamente, la situación no es la que era hace algunas décadas: València tiene especialistas de prestigio mundial, existen recursos humanos y tecnológicos que justifican que el colectivo se rebele contra esa imagen de dependencia respecto al centro de referencia. En esta crisis, la oncología pública está reivindicando su capacidad.

Sanidad lleva desde 2015 apuntando a esta vía. Fue Dolores Sala, la exsecretaria autonómica que tuvo que dimitir, la que inició este camino para relegar su papel desde el centro hacia la «complementariedad» del sistema.

La exnúmero dos de Montón es otra especialista en oncología de gran prestigio. Fuentes cercanas a la dirección del IVO, sin embargo, entienden que con ella, y no con la consellera Montón al frente de esta negociación, se habría salvado el papel del IVO como centro de libre elección.

Tras estallar esta crisis, y con el envite de Manuel Llombart sobre la mesa de no firmar si no se mejoraban las condiciones del contrato, Montón se apoyó en los médicos para responder a ese órdago con otro mayor aún: si no firmas, la red pública asumirá a los nuevos pacientes y el IVO se queda fuera del negocio. También puso Sanidad ese argumento encima de la mesa en la reunión secreta que mantuvo la plana mayor de la conselleria con el presidente de la Fundación horas antes de que todo estallara.

Como se está viendo tanto Manuel Llombart como su sucesora juegan sus cartas con una certeza cubriéndoles las espaldas: administración y hospital se necesitan y terminarán entendiéndose.

Guerra jurídica: la Abogacía de la Generalitat se autoenmienda

No es habitual que un alto cargo de la Generalitat haga caso omiso a los informes jurídicos que cuestionan sus procedimientos. La Abogacía ha frenado sin discusión normativas tan relevantes para el Botànic como los horarios comerciales. En este caso, la conselleria no solventó las dudas que el órgano de control desplegaba en un informe no vinculante sobre la naturaleza de la figura jurídica utilizada. Solo se introdujeron algunos cambios tras un contrainforme elaborado por dos altos cargos de la propia conselleria. Finalmente, la jefa de la Abogacía ha emitido un último documento jurídico validando la legalidad de la convocatoria y allanando el camino para cerrar la crisis. Paradójicamente, esta disputa jurídica no se ha librado entre conselleria y el director general del IVO, sino dentro de la administración. Pero Manuel Llombart los ha utilizado para tratar de frenar la adjudicación del contrato en busca de otro mejor.

La alianza interesada Llombart-De Rosa contra Sanidad

Quienes les conocen aseguran que la relación entre el presidente de Ribera Salud, Alberto de Rosa, y Manuel Llombart, gerente del IVO, es más fría que cálida. Comparten, sin embargo, la rivalidad con una conselleria que quiere poner coto a la actividad privada dentro del sistema público. En este contexto, De Rosa ha reforzado la estrategia de Manuel Llombart. El IVO se negaba a firmar con el pretexto de no ser cómplice de un concurso irregular.

«Cualquier operador privado podría reventar el concurso», alegaban. Ribera Salud, al quite, ha legitimado esta estrategia al anunciar un recurso por las «escandalosas irregularidades» denunciadas por la Abogacía. Ha habido tanta política como Derecho tras esta crisis. Tras los reparos jurídicos, subyace el objetivo último de reescribir el contrato. Y la evidente aspiración de forzar la salida de la consellera.

Puig y Montón: el presidente impone la conciliación con el centro y tutela las negociaciones

Desde su llegada, Montón ha defendido una posición contraria a la privatización. La gran batalla se libra contra las empresas concesionarias de las áreas privatizadas. Montón, con el apoyo del presidente Puig, anuncia la reversión del hospital de Alzira en 2018. Más aún, en el último Debate de Política General, insistía el propio presidente en la reversión del área de la Marina.

Con el IVO, sin embargo, fue el presidente quien negoció directamente, imponiendo una posición más conciliadora que la tomada por conselleria. La intervención de Puig, asumiendo la gestión y lanzando ayer en persona un mensaje de «gran tranquilidad» a los usuarios en medio de un clima de desconfianza entre el IVO y Sanidad, se ha leído como un elemento más de debilidad de una Montón con muchos frentes abiertos. Además, voces del entorno del patronato exhiben el malestar por una situación que debería haberse solucionado hace dos años, introduciendo cambios legales y al IVO (entidad privada sin ánimo de lucro, pero dependiente de los fondos públicos) en el perímetro del sistema público, con más presencia de la administración en la gestión, seguimiento y control financiero y hasta el propio patronato.