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La repercusión el 1-O

El banco que se comió la 'joya de la corona' de la burguesía valenciana

CaixaBank pasó de una cuota de mercado del 13 % al 18 % en la Comunitat tras comprar el Banco de València - Las sagas familiares controlaban el 25 % del accionariado en 2011

El banco que se comió la 'joya de la corona' de la burguesía valenciana

El banco gobernado en estos últimos años por José Luis Olivas (ex presidente de Bancaja) y Domingo Parra (ex consejero delegado) tuvo un desplome bursátil sin precedentes. Su valor en bolsa pasó de más de 5.000 millones a tan sólo 516 millones en vísperas de su intervención. Posteriormente recibió una inyección de de 5.000 millones de euros procedentes de fondos públicos.

El desembarco de CaixaBank en el quebrado Banco de Valencia, un año después de su intervención, permitió disparar su negocio y la cuota de mercado en la autonomía, que pasó del 13 % a un 18 % y conseguió una red comercial de 400 sucursales e incorporar unos 2.000 empleados tras un proceso de recortes de plantilla, bajas incentivadas y prejubilaciones.

Con el gesto hacia sus clientes valencianos (también recuperó la del Banco de Murcia), el banco catalán «apostaba por una imagen corporativa basada en la suma de Banco de Valencia y CaixaBank para ser fiel a valores de proximidad con el territorio». La entidad catalana decidió a finales de 2016 retirar el que era el último vestigio del antiguo banco al retirar los rótulos de su red comercial fuera de València y Castelló. Las oficinas cambiaron tanto en la estética como en los productos.

Reparto entre familias

Junto con la extinta Bancaja, las sagas familiares ilustres que controlaban el BdV vieron reducidas a cenizas sus inversiones. El control de los históricos socios de referencia -llegaron a tener en sus manos el 25 % del banco- desapareció junto con el de otros 45.000 pequeños ahorradores. Banco de Valencia llegó a superar a Bankinter en capitalización bursátil en tiempos de la burbuja inmobiliaria y atraía el capital de grandes gestoras de fondos y sociedades de inversión de capital (Sicav) de las grandes fortunas de la Comunitat Valenciana.

Allí estaban los Noguera (a través de su patrimonial Libertas 7), Girona (Minaval) o Boluda Villalonga; y empresarios como Federico Michavilla (Torrecid), Celestino Aznar (Marie Claire), Silvestre Segarra (Porcelanosa), Manuel Olmos (Macomar Inversiones) o José Segura Almodóvar, entre otros, vieron reducida su participación tras el cambio forzoso de propiedad y no acudir a la ampliación de capital suscrita en su mayoría por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). El consejero delegado de Porcelanosa, Silvestre Segarra, poseía el 3,2 % y Federico Michavila , presidente de la cerámica castellonense Torrecid, el 1,01% de la entidad valenciana. Bancaja llegó a controlar el 38 % del Banco de Valencia.

La familia del industrial de figuras de porcelana Juan Lladró (que fue vicepresidente del banco), junto con su hija Rosa María, fue la primera en ver las orejas al lobo y vendió parte de su participación en el banco en 2009 y 2010.

Las querellas siguen su curso

Los nuevos tiempos para el banco conviven con las querellas contra sus anteriores administradores en la Audiencia Nacional. Olivas reanudaba el pasado mes de mayo el turno de declaraciones ante el juez Santiago Pedraz, que instruye la causa por la querella de la asociación de pequeños accionistas del banco Apabankval.

La organización atribuía a los denunciados el delito de formulación de cuentas falsas con el tipo agravado por causar daños a multitud de personas y el de administración desleal. El pasado noviembre de 2016, dos peritos de la Intervención General del Estado, uno de ellos adscrito a la Fiscalía Anticorrupción, ratificaron ante Pedraz que las cuentas que presentó el Banco de Valencia en 2009 y 2010 «no reflejaban la imagen fiel del banco».

El expresidente del Banco de Valencia, José Luis Olivas, aseguró ayer que ni él ni el consejo de administración tuvieron noticias en momento alguno de la grave situación que obligó al Estado a intervenir la entidad en noviembre de 2011. Solo el entonces consejero delegado, Domingo Parra, podía tener conocimiento del agujero que acabó hundiendo al histórico banco. Además, el fondo de rescate FROB llegó a querellarse, entre otras piezas, por la compraventa de participaciones de la sociedad Inversiones Financiera Agval en 200 y la adquisición de acciones de la sociedad Costa Bellver por la familia Calabuig (Aguas de Valencia).

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