Muy poco amor se vio en el día valenciano de los enamorados por las calles de la capital. Insultos, gritos, agresiones y acoso generalizado por parte de un grupo de manifestantes de extrema derecha hacia los participantes de la marcha convocada anualmente con motivo del 9 d´Octubre fue el panorama que se dibujó ayer por la tarde en las calles de València.

Mientras en una parte de la ciudad arrancaba el desfile de moros y cristianos y los vecinos se paseaban por el mercadillo medieval de las torres de Serranos, en la plaza de San Agustín la imagen era bien diferente. A falta de media hora para que arrancara la manifestación convocada por fuerzas de izquierda, sindicatos y otras entidades y plataformas que históricamente han promovido la marcha reivindicativa de la «diada», que este año llevaba como lema «Sí al valencià», un grupo de ultras aguardaba en la céntrica plaza.

Entre gritos de «traidores», «golpistas» e insultos varios, se dirigían a los participantes de la marcha impulsada por la CUP y Arran, cuya intención era unirse a la manifestación oficial en defensa de la lengua. Sin embargo, los ultras, entre los que se encontraban Yomus y miembros de España 2000, impidieron que se pudieran adherir a la marcha.

Eran numéricamente superiores y el cordón policial se quedó corto para poder garantizar el avance de la marcha independentista sin altercados. Los agentes antidisturbios «embolsaron» a los manifestantes entre la fachada de la iglesia de San Agustín y la calzada, mientras los simpatizantes de extrema derecha cerraban el cerco cada vez más.

Fue entonces cuando comenzó la escalada de tensión, que terminó con agresiones varias. Entre ellas, golpearon y propinaron patadas a dos jóvenes de la protesta independentista. Hubo carreras por la avenida del Oeste, un fotógrafo fue asaltado por los neonazis y a otro periodista le lanzaron un té hirviendo a la cara.

«Se garantizó la seguridad»

Fuentes de la Delegación del Gobierno aseguraron a Levante-EMV que esas agresiones se produjeron «antes de la manifestación. Durante la marcha se garantizó la seguridad de los participantes». Añadieron las mismas fuentes que ni la concentración de la CUP ni la de extrema derecha habían sido comunicadas, por lo que no contaban con autorización.

Con todo, la presión de la extrema derecha y demás defensores radicales de la unidad de España, entre los que se encontraban también jóvenes y familias con niños, fue constante durante todo el recorrido.

Alrededor de las 18.40 horas pudo arrancar por fin la manifestación de la CUP y unirse a la de la convocatoria oficial. Avanzó por la calle Xàtiva y Colón hasta llegar a la Porta del Mar y la plaza América. Delante, detrás y a ambos lados de la calzada por donde transitaban los participantes de ambas convocatorias se encontraban los manifestantes que portaban banderas de España y senyeres coronadas, insultando y grabando con sus móviles a los que marchaban en medio. Menos de un metro les separaban, en muchas ocasiones. Entre ellos, agentes de policía que se repartían como podían, aunque no alcanzaban a cubrir toda la longitud de la marcha.

«Esto es España», «Os vamos a echar, catalanistas», o «Iros con Otegi» fueron algunos de los gritos que se escucharon durante la hora y media en la que tardó la comitiva en llegar a su destino y en la que València volvió a revivir su batalla, aquella que dividió a la sociedad en los años 80 y que dejó imágenes de altercados y tensión como las vistas ayer.

El anticatalanismo se paseó de nuevo por las calles del cap i casal, un hecho que suele ocurrir cada 9 d´Octubre durante la manifestación de las entidades nacionalistas, pero que este año ha tomado fuerza por los acontecimientos de Cataluña.

«Nosotros somos gente pacífica. Hemos venido a defender el valenciano, a decirle a Rajoy que queremos un país de todos, a defender una financiación justa para los valencianos», explicó Toni Gisbert, presidente de Acció Cultural del País Valencià, una de las entidades convocantes.

Lo hizo al finalizar la protesta desde el megáfono de la policía, quien pidió a los manifestantes que al terminar, abandonaran el lugar en grupos y no de manera individual. Los ultras aguardaban. «Hemos vuelto 30 años atrás hoy», lamentaban los participantes.