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Viaje

Pedro Agramunt: "Mi viaje a Siria no fue un error, volvería a hacerlo"

El senador valenciano pone en valor su trabajo con Rusia y dice que se va absolutamente satisfecho

«Mi viaje a Siria no fue un error, volvería a hacerlo, por que aprendí muchísimo». Quien lo dice es Pedro Agramunt y lo hace en declaraciones a Levante-EMV tras un prudente silencio desde que, el pasado 6 de octubre, el senador valenciano acabara cediendo a las presiones con una carta de dimisión como presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE, en sus siglas en inglés). Agramunt alegó entonces motivos personales y de salud, además de la «difícil gobernabilidad y crisis» de la citada organización, germen de las instituciones europeas, y dedicada sobre todo a cuestiones diplomáticas.

Su particular «crisis» había estallado meses atrás, en la pasada primavera, a raiz de un viaje a Siria que incluyó un encuentro con el presidente Bachir Al Assad. Una cita que tuvo lugar pocos días antes del ataque con armas químicas que dejó un centenar de muertos y provocó una gran alarma internacional. Aquel viaje le salió caro al hombre que hace dos décadas pudo convertirse en el primer presidente de la Generalitat del PP (Zaplana lo relevó antes al frente del partido y se convirtió en candidato) y, cuya controvertida salida de la PACE, es para él «uno más» de los contratiempos de la política.

«Uno tiene ya años», comenta al rememorar su última controversia, un viaje que le valió el portazo de la Mesa de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (que en abril le retiró su confianza) y que el Partido Popular Europeo le pidiera su dimisión. «No me lo tomé en serio, muchos ni si quiera son del PP», indica a este diario, al tiempo que asegura haberse sentido respaldado siempre por su partido en España y por el Gobierno.

«¿Si me he sentido perseguido?, sí», responde (poniendo en el punto de mira a la delegación de Ucrania), una cruzada que él sitúa hace mucho tiempo atrás cuando «empecé a destapar el entramado y el control de determinadas ONGs».

«No quiero, de todos modos, exagerar, ni que parezca esto una revancha, pero está claro que uno se puede enfrentar a tres fantasmas, pero no a un ejército», apunta. Entre líneas, Agramunt responde así a las acusaciones de corrupción que le han perseguido. Estuvo en el punto de mira por un escándalo de supuestos sobornos a parlamentarios europeos por parte del Gobierno de Azerbaiyán para lavar la imagen de su régimen y supuestamente habría obstruido la investigación sobre la campaña bautizada como «diplomacia del caviar».

Pero Agramunt defiende su papel en la PACE de principio a fin: «Estoy absolutamente satisfecho»,afirma. Respecto al controvertido viaje a Damasco insiste en que no pidió permiso al Ministerio de Exteriores porque no era necesario ya que existe la posibilidad de tal autorización, aunque remarca que lo comunicó por ser un viaje complicado: «Volvería a ir una y mil veces», reitera tras recordar que en razón de su cargo ha hecho «mil de viajes» y ha estado en cientos de sitios de conflicto, incluida la frontera de Turquía «oyendo los bombardazos» o cuando en este país se produjo el golpe de Estado.

Al veterano político, con años de experiencia en Europa y el Congreso de los Diputados, le sorprende que algunas voces cuestionen su relación con Rusia: «He trabajado para tratar de mejorar las relaciones de Rusia con la UE y para que este país regresara a la Asamblea», un testigo que, apunta, ahora a cogido su sucesora en el cargo. «Me alegro que así sea», señala y añade que algunas personas le han llamado estos días para reconocerle que tenía razón. «Me han reconocido que se equivocaron conmigo», dice, sin dar nombres.

No quería perjudicar a nadie

Agramunt no tiene reparos en admitir su buena relación con Rusia e incluso la confianza mutua, algo que «cuesta mucho y no se consigue en dos días». En este sentido, le resulta hasta risible que se intente relacionar su viaje a Siria con el reconocimiento que el pasado lunes le hizo la Universidad de Ránepa, en Moscú. Agramunt fue investido honoris causa, una distinción decidida en enero de 2017, es decir, meses antes del controvertido viaje. «Ya entonces se decidió que el acto se celebraría en octubre», apunta. En este acto, el senador valenciano estuvo acompañado por el embajador español en Rusia y del exsecretario de Estado de Exteriores.

Pese a lo ocurrido, Agramunt asegura tener un recuento estupendo de estos año: «Estoy encantado» y recuerda que, en todo caso, prácticamente agotó su mandato que acaba este mes de enero: «Me fuí dos meses antes para no perjudicar a nadie», manifesta. Seguirá de jefe de la delegación española y tendrá más tiempo para dedicarse al Senado. «Tengo mucho que decir sobre el tema europeo, conozco a mucha gente», apunta. Quizás le toque votar el 155. «Seguramente, sobre Cataluña he hablado mucho, también en Rusia», apostilla.

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