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La mayor crisis de Estado desde el 23-F

El Consell mantiene su agenda de reformas en Madrid pese al conflicto

El ejecutivo bipartito asegura que el cambio del modelo territorial y de la financiación autonómica son más necesarios tras el choque de trenes en Cataluña - Inquietud ante la reacción de la Moncloa en su política autonómica: involución o aceleración de las transformaciones - La izquierda se enfrenta al riesgo de renacimiento del nacionalismo anticatalanista

Carles Puigdemont y Ximo Puig, durante la visita institucional del presidente catalán a València en septiembre de 2016. m. a. montesinos

"Las tragedias siempre van acompañadas de aplausos". Era la frase que un alto cargo del Consell pronunciaba ayer en el Palau de la Generalitat ante las imágenes de celebración en el Senado (aplaudían las medidas del artículo 155) y en la plaza de Sant Jaume de Barcelona (se felicitaban de la aprobación en el Parlament de la declaración de independencia). En el palacio gótico valenciano, a las puertas del despacho del president Ximo Puig, no había fiesta. La posición de moderación y diálogo en la que se ha situado el Consell ante el procés -llámenlo equidistancia, a pesar de Puig, si quieren brevedad- es la derrotada en este choque de trenes.

Nadie negaba ayer en el Palau la preocupación, incluso antes de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, enumerara las medidas del 155, incluyendo la convocatoria urgente de elecciones en Cataluña. Pero entre la inquietud y el desánimo hay un trecho.

El ejecutivo se mantiene en su hoja de ruta, aseguraban las fuentes de Presidencia. No toca ni una coma, a pesar del estallido del conflicto político en Cataluña y la intervención aprobada en la Cámara Alta con el apoyo mayoritario de los senadores valencianos (todos, salvo los de Compromís y Podemos).

El palo y la zanahoria

Esa posición se traduce en que la reforma territorial de España y la de la financiación autonómica son innegociables para el Consell. Fundamentalmente, porque forman parte a su entender de la posible solución que evite la ruptura definitiva. "El problema no es solo Cataluña", es una frase que el jefe del ejecutivo valenciano ha repetido en las últimas semanas.

Tanto Puig como la vicepresidenta, Mónica Oltra, han insistido asimismo en los riesgos de un rebote recentralizador. Si se da por bueno que las posiciones más radicales han acabado imponiendo su criterio tanto en Madrid como en Barcelona, puede pronosticarse un futuro complicado para la España territorial.

Oltra, en concreto, lamentó ayer la tendencia de una parte de la derecha a "recentralizar" España. "Grande, una y lo de libre ya tampoco hace falta", dijo tras el pleno del ejecutivo. "Vamos directamente no al régimen del 78, sino al del 57 o el del 49. Hay gente que defiende esto y creo que no es la vía", censuró.

No obstante, en el Consell no ha triunfado todavía el pesimismo. Se quiere pensar en una posible estrategia de palo y zanahoria tras el grado de enfrentamiento con las instituciones del autogobierno de Cataluña, ahora intervenidas.

Según este pensamiento, el ejecutivo de Rajoy puede acelerar las reformas territoriales para demostrar ante Cataluña y los observadores internacionales su apuesta por el régimen autonómico. Ello supondría un empuje a un nuevo modelo de financiación autonómica, ahora bloqueado a pesar de las declaraciones del ministro Cristóbal Montoro de que quiere desarrollarlo este año. Ese era el compromiso adquirido en la conferencia de presidentes autonómicos de enero pasado a la que ya no asistió Carles Puigdemont.

Puig considera agotado asimismo el estado de las autonomías y defiende que ha llegado el momento de avanzar hacia una España federal. Esa reforma de la Constitución es otro objetivo de los gobernantes del Botànic que ahora podría prosperar, siempre desde el prisma de que la Moncloa estaría dispuesta a mover ficha en el modelo territorial como respuesta a la crisis catalana.

La tercera pieza en esa agenda valenciana es la reforma del Estatut d´Autonomia que garantiza unas inversiones en la Comunitat Valenciana en función de su población. Este proyecto legislativo, activado en 2011, suma 34 aplazamientos en Madrid. Su futuro marcará la línea del ejecutivo central hacia la C. Valenciana.

El porvenir de los Presupuestos del Estado es otro elemento importante para el Botànic. Los nacionalistas vascos rechazan renovar su apoyo a Rajoy dada la tensión con los soberanistas catalanes. Eso significa la prórroga de las cuentas de 2017, las peores en el reparto de inversiones para la C. Valenciana.

En clave más política y menos institucional, la polarización social a la que está llevando la crisis soberanista en Cataluña tiene una consecuencia en la Comunitat Valenciana que ya se ha dejado ver en las calles: la presencia con fuerza (y violencia en algunas ocasiones) de la extrema derecha.

Más allá de extremismos, el renacimiento de un nacionalismo anticatalanista (algunos lo han dado por superado) puede ser letal para la izquierda valenciana, que en 2015 recuperó el gobierno autonómico y los principales ayuntamientos después de veinte años de dominio en las urnas del PP.

En esta línea, Oltra lamentó ayer el discurso "incendiario y falso" de PP y Ciudadanos al intentar equiparar el Gobierno del Botànic con el independentismo catalán. Esta actitud, dijo, "envalentona"y hace "cada vez más agresivos" a grupos extremistas de derechas.

Todo no vale en política, afirmó la vicepresidenta. La frase podría extrapolarse a lo que se vive entre Cataluña y Madrid.

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