El presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, ha asegurado que la corporación provincial no es el "cajero" de la Generalitat ni suplanta funciones propias de la Administración autonómica, sino que "complementa" esas funciones desde una "humilde aportación".

Rodríguez ha señalado además durante Los Desayunos de la Agencia EFE en el Colegio de Abogados de Valencia que sustituir las diputaciones por otra estructura, como varias mancomunidades o una hipotética conselleria de acción local, no supondría una reducción del gasto, sino el mismo con otro nombre, y además no habría "debate político".

"Nosotros somos un barquito y la Generalitat un transatlántico", gestionamos un presupuesto de 470 millones y la Generalitat uno de 17.000 millones, ha destacado el presidente de la Diputación, quien ha añadido que lo que han hecho ha sido trabajar "codo con codo" ambas instituciones, porque así se puede llegar "a más gente" y de forma "más eficiente".

Por ello, lamenta la postura del presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, de ir "a la contra" de la Generalitat, porque eso no beneficia a los ciudadanos, aunque puede dar réditos políticos al PP, que tras perder una "cantidad inmensa de poder" utiliza esa "atalaya" para defender "el poco poder que les queda".

Sobre el debate de la desaparición de las Diputaciones, como el propio PSOE plantea, Rodríguez alerta de que hay que buscar "la eficiencia y la eficacia en la gestión" y por tanto habría que sustituirlas "por algo mejor", ya que "cambiar por cambiar" no tiene "sentido".

La Diputación "tiene un carácter municipalista que es difícil imprimir en otro tipo de instituciones", asegura Rodríguez, quien considera que a veces se habla "muy gratuitamente de la desaparición" de las Diputaciones, cuando hay municipios que sin ellas "no podrían abrir sus puertas y atender a la gente".

Admite que es "difícil defender" las Diputaciones cuando tres expresidentes de Diputación de la Comunitat Valenciana han sido detenidos en casos judiciales (Alfonso Rus y Joaquín Ripoll) y uno incluso ha entrado en prisión (Carlos Fabra), pero afirma que no se puede "confundir al gestor con la institución".

Reivindica que en los dos primeros años de esta legislatura se ha conseguido que la Diputación de Valencia "deje de dar vergüenza a los valencianos" y pase a ser portadora "de buenas noticias", aunque admite que quizá hay que insistir en difundir su labor, pues "es muy difícil querer lo que no se conoce".

Destaca que "se han acabado los besamanos" y ahora los municipios reciben recursos con independencia de cuál sea su color político, mientras que se han incrementado del 27 al 67 % las transferencias de dinero a los Ayuntamientos, por lo que uno de los retos para lo que queda de legislatura es consolidar este modelo.

El presidente de la Diputación de Valencia asegura que no le importaría repetir la próxima legislatura como presidente de la institución, aunque afirma que para ello se tendrían que volver a "alinear los planetas", pues requeriría que volviera a ganar las elecciones en su localidad y que el PSPV consiguiera el único diputado de su comarca.

"El PSPV era una olla en ebullición, ahora solo agua caliente"

Rodríguez, portavoz además del PSPV-PSOE, ha afirmado sobre la vida interna del partido que antes era "una olla que estaba en ebullición", pues se han vivido momentos "muy complicados" con los congresos federal y autonómico, pero han ido "bajando las burbujas" y ahora ya "solo está el agua calentita".

Ha señalado que su propia decisión de no presentarse a la primarias a la secretaría provincial del PSPV de Valencia ha supuesto "tirar un cubito de hielo para que se enfríe un poquito más" el agua del partido, en lugar de darle "más gas".

En su opinión, el PSPV-PSOE necesita "vencer el ombliguismo" y centrarse en la ciudadanía, en lugar de dedicar más meses a hablar "de nosotros mismos" y a "pegarnos puñaladas unos a otros", pues de esta forma "igual nos va un poquito mejor en las elecciones".