La falta de un buen sistema de depuración del agua en la Comunitat Valenciana provoca, en plena sequía, que un 65,3% del agua residual que se trata anualmente en las plantas (274 hm³ de los 420 hm³) no pueda ser reutilizado por los agricultores debido a la mala calidad (alto contenido en sales principalmente), y a que muchas instalaciones, sobre todo en la costa, no están conectadas con el interior, que es donde realmente se necesita el caudal.

En total, en la autonomía se depuran todos los años 420 hm³, de los que 146 hm³ se utilizan en el campo y 118 hm³ se vierten a los cauces en lo que se considera reutilización indirecta. El caudal que entra en las plantas equivaldría, con un buen sistema de depuración, a una capacidad un poco inferior a la del embalse de Benageber con un volumen 221 hm³.

Según un informe del Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante el coste para mejorar la calidad del agua depurada sería de 0,25 euros por metro cúbico. Es decir, que en el territorio valenciano se necesita invertir unos 68 millones de euros.

En la mayoría de los casos, las plantas carecen del sistema de desalación de las aguas residuales tratadas que, si bien salen de la planta sin el contenido bacteriológico con el que llegan, mantienen un alto contenido en sal, lo que las hace inviables para la agricultura. Por otro lado, los agricultores recelan de estos caudales debido a que no siempre tienen la calidad exigida por sus clientes, sobre todo para los productos que se exportan y que se venden a los grandes hipermercados de España y el resto de Europa, que tienen sus propios sistemas de control. La aparición de cualquier coliforme puede arruinar a una explotación agrícola al cerrarse el mercado.

Antonio Rico, director del Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante, alerta, en este sentido, de que «en los últimos años se ha detectado que el agua que llega a las depuradoras está muy cargada de sales y no todas las plantas están preparadas para tanta presión, sobre todo en la costa, que es donde más agua residual se genera». Rico considera necesario que las plantas incorporen un sistema de ultrafiltración para eliminar todo tipo de bacterias y el terciario avanzado para desalar el agua y así poderlo utilizar en la agricultura. ¿Quién lo paga? Rico lo tiene claro. «Deben colaborar los abastecimientos». Y, además, recuerda que «el caudal regenerado no es tampoco viable para todos los cultivos. Por ejemplo, en la agricultura ecológica está completamente prohibido»

Plan de saneamiento

Paso decisivo para la mejora entonces de la depuración del agua residual en al Comunidad Valenciana fue la ejecución del Plan Director de Saneamiento y Depuración de 1992 que, a su vez, desarrollaba la Ley de Saneamiento de las Aguas Residuales de la Comunidad Valenciana, que supuso también la creación de la Entidad Pública de Saneamiento de Aguas Residuales. En una primera fase (1992/93), se primaron las actuaciones en municipios con población superior a 10.000 habitantes, y en una segunda etapa, hasta 2005, se orientaron a corregir los problemas de depuración y saneamiento de poblaciones con menos de 2.000 habitantes, incluyendo también la construcción de pequeñas plantas en urbanizaciones y zonas residenciales del litoral que carecían de dicho servicio básico.

Para financiar esas actuaciones se estableció un canon de saneamiento cuyos rendimientos se destinan, teóricamente, a garantizar el funcionamiento de las depuradoras, así como a contribuir a la financiación de otras nuevas. El importe de dicho canon viene referido al volumen de agua consumido en usos urbanos (domésticos, comerciales, industriales), y en su cómputo puede diferenciarse la población atendida y la carga contaminante generada. Por dicho canon, la entidad de saneamiento ingresa del orden de 265 millones de euros al año, con los que se afrontan los costes de explotación de las depuradoras, gastos de personal y construcción y modernización de nuevas instalaciones, actuaciones ralentizadas por la crisis económica.