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Entrevista

Francisco Yus: "Los jóvenes han perdido con los emoticonos y WhatsApp la capacidad para leer los sentimientos"

Acaba de publicar un estudio sobre el lenguaje utilizado en la aplicación de mensajería WhatsApp en el que analiza aspectos como el empleo de emoticonos, que palían la ausencia de comunicación gestual pero no la pueden sustituir

Francisco Yus: "Los jóvenes han perdido con los emoticonos y WhatsApp la capacidad para leer los sentimientos"

La fecha del 19 de septiembre se toma como referencia del nacimiento de los emoticonos al considerar que ese día del año 1982 se usó por primera vez un símbolo de este tipo para expresar una sonrisa en la Carnegie Mellon University de Estados Unidos. En la actualidad son una imagen más que cotidiana, gracias en buena medida al uso de aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp.

Ha publicado recientemente un artículo acerca del lenguaje que se utiliza en WhatsApp. ¿Qué diferencias ha encontrado con la comunicación oral o escrita habitual?

La comunicación oral es la más rica en matices de riqueza contextual (gestos, tono de voz...). La escrita está desprovista de estas cualidades, pero los usuarios se las arreglan para connotar el texto recurriendo a lo que yo he llamado «texto escrito oralizado», con recursos como la repetición de letras, uso creativo de los signos de puntuación y emoticonos o emoji. Sin embargo, a menudo el fin último del texto tecleado con la ayuda de emoji no es una oralización de un texto escrito, sino un código independiente donde texto, emoji, animaciones en gif e imágenes o vídeos constituyen un contexto comunicativo propio que funciona con sus propias reglas.

¿Piensa que este tipo de comunicación se presta a la carga de conceptos como la ironía, la metáfora o el doble sentido?

No creo que el que no sea cara a cara esté relacionado con una mayor cantidad de usos irónicos o de doble sentido. Lo que sí ocurre es que este tipo de comunicación está exenta a menudo de la información del contexto, por lo que los usuarios recurren al emoji para asegurarse de que sus intenciones no literales son comprendidas correctamente. En una conversación cara a cara, una simple sonrisa revela de inmediato las intenciones humorísticas o irónicas del hablante. En el texto tecleado existe más propensión al malentendido y por ello los usuarios a menudo recurren al emoji.

Siempre se dice que es más fácil que la comunicación por escrito dé pie a malentendidos, porque no vemos el gesto de nuestro interlocutor. ¿Qué papel tienen en este caso los emoticonos?

Los emoticonos poseen un gran papel revelador de las intenciones del usuario al teclear su texto. Por ejemplo, al añadir un emoji de cara triste al texto «no has venido a la fiesta», se genera la interpretación de «lamento que no hayas venido». En cualquier caso, el emoji sigue siendo limitado respecto a los gestos reales de la persona. Ofrece una cara fija, y el usuario recurre a ella como medio para comunicar muchos posibles sentimientos dentro de un amplio espectro de sentimientos asociados. Por el contrario, los gestos reales son variados y sutiles, con una gama de matices que el emoji es incapaz de reproducir. Precisamente, según la analista Sherry Turkle en su libro «Reclaiming conversation», una de las mermas del uso intensivo del texto tecleado por los jóvenes es que han ido perdiendo la capacidad para «leer» los sentimientos asociados a esa gama de gestos sutiles en conversaciones cara a cara porque están acostumbrados a leer caras fijas e inmóviles sobre la pantalla.

Cuando irrumpieron en nuestra vida diaria los sms se dijo que el lenguaje se empobrecía porque se tendía a abreviar. ¿Piensa que hemos pasado de un lenguaje abreviado a otro donde los emoticonos sustituyen a la escritura?

Es cierto que a veces se puede comunicar cierta información recurriendo sólo al emoticono, pero en general creo que siguen estando asociados a la brevedad y rapidez del mensaje tecleado o a la aclaración de la interpretación de un texto, más que a una forma de comunicación independiente. No creo que haya sustituciones de la escritura como código alternativo, pero sí para conseguir fines concretos como rapidez o expresividad.

¿Todo puede ser expresado con emoticonos, o siempre habrá algo que sólo pueda ser manifestado de manera oral o gestual?

Yo creo que la riqueza de matices que expresan los gestos y la información disponible para los que interactúan cara a cara no pueden ser reproducidos de forma fehaciente por el texto tecleado. Pero a pesar de sus limitaciones, ofrece a los usuarios efectos y condiciones que la llamada telefónica no posee, como la capacidad para planear el mensaje, la ausencia de intromisión en la actividad del interlocutor, el control sobre la información que se comunica a la otra persona mediante la imagen y la voz...

¿Cree que el uso intenso de estas aplicaciones puede llevar a que nos comuniquemos más por estas redes que de forma verbal?

En efecto. Hay, además de los ya aludidos, una serie de efectos como la sensación de pertenencia grupal. También suponen un cúmulo de sensaciones de tal calado que con frecuencia conducen al usuario al aislamiento respecto al contexto físico que rodea al usuario.

¿Piensa que de alguna forma vivimos abducidos por el uso de las aplicaciones de mensajería?

Depende sobre todo de la franja de edad. En el caso de los jóvenes, que han nacido y crecido rodeados de estas tecnologías, el móvil se ha convertido en su medio «natural» de interacción entre ellos y con el mundo que les rodea.

Uno de los aspectos que se han destacado como positivos de WhatsApp es que animan a personas con poca formación académica y/o tecnológica a expresarse por escrito. ¿Está de acuerdo?

Sí, pero sobre todo creo que el uso de estas aplicaciones posee efectos positivos como son la sensación de sociabilidad de estar presentes en la ausencia física. Aunque los mensajes en sí sean banales o triviales, constituyen una gran fuente de gratificación para este segmento de edad y por ello su uso debe ser fomentado entre ellos.

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