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Jornada

Los protagonistas de la transición se defienden

Veteranos políticos de distintos colores destacan el contexto de crisis económica y presión militar de un proceso "denostado" hoy cuyos resultados "no han sido malos" para el bienestar y el autogobierno

Soler, Ramón, Maluenda, Bono, Álvarez y Joana Tormo, ayer en la Universitat de València. g. g.

Los protagonistas de la transición se defienden. Y la defienden (la transición, ese periodo indefinido tan ejemplar o tan denostado, según la voz opinante, que se puede situar entre la muerte de Carrero Blanco y el 23F). La defienden con matices, claro, pero sin perder de vista cómo era la España de los años setenta y cómo ha evolucionado. También defienden el autogobierno logrado por los valencianos. Aquí con más matices aún.

Los protagonistas son Vicent Álvarez, Emèrit Bono, Rafael Maluenda, Leonardo Ramón y Emilio Soler, que no son todos, pero forman un abanico amplio de las opciones políticas en la transición. Los cinco participaron ayer en la primera jornada del congreso El autogobierno del pueblo valenciano, que organiza la Conselleria de Transparencia en la Universitat de València y que inauguró la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra.

Los matices principales los puso el representante de la entonces izquierda valencianista radical y extraparlamentaria. "Los resultados finales no estuvieron a la altura de la manifestación de 1977", la del medio millón de personas al grito de Llibertat, amnistia, Estatut d'Autonomia. La conclusión de Álvarez 40 años después está cargada de escepticismo y autocrítica ante un territorio (luego bautizado con el indoloro Comunitat Valenciana) que desde las primeras elecciones (1977) «votó en clave española tradicional". Lo dijo porque ni el PSOE ni UCD "tenían una clara voluntad autonomista". Así, el estatuto de "Madricàssim", modificado en el Congreso, «fue como una carta otorgada por el poder central» y "no favoreció el autogobierno".

La visión más pesimista de Álvarez no niega la menos oscura del entonces comunista Emèrit Bono, luego conseller con el PSPV de Joan Lerma. «Se olvida, pero la transición costó mucho tiempo y muchos esfuerzos», dijo. Y se olvida que coincidió con un momento económico especialmente duro. «La democracia tenía que hacer ver que servía para resolver problemas de la gente». Y por eso, los pactos de la Moncloa. Y se olvida la presión de los militares. Ante aquellos (Podemos) que han hablado de dinamitar la transición, el profesor sentencia: «Se hizo como se pudo, de la mejor forma posible, y los resultados no han sido malos. El que más puso, más perdió". Ese fue el PCE.

Del poder de los militares aún en los tempranos años 80 puede contar y cuenta Emilio Soler, socialista de Alicante y ex alto cargo de la Conselleria de Educación. "La transición se denosta de manera muy alegre», es su conclusión. A Soler no le gusta cómo han quedado los símbolos (nombre del territorio y de la lengua), pero el Estatut «hizo que este país empezara a funcionar".

"Todo es mejorable, pero sin transición no tendríamos autogobierno ni democracia", apostilló Maluenda, entonces en la órbita de Alianza Popular, luego PP. Y aunque no entrar en la vía del 151 (debate que entonces llenaba páginas y hoy los jóvenes deben buscar en Google) fue "otro desprecio" histórico, el estatut de 1982 "permitió acceder pronto a las competencias" de la vía rápida.

Democracia, tolerancia y bienestar son, para Leonardo Ramón (entonces en UCD, luego en UV), las claves para entender aquel periodo, una perspectiva que "hoy se está perdiendo". O eso piensa él.

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