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Violencia de Género

Música como bálsamo contra los malos tratos

Empar y Claudia defienden la importancia de la musicoterapia para superar este tipo de traumas

Música como bálsamo contra los malos tratos

Una silla vacía y un dyembe. De esta forma Isabel Lozano le contaba a su 'yo' del presente cómo debía ser su mañana. "Me dejé llevar", cuenta Isabel: "Este instrumento musical se convirtió en el intermediario de comunicación conmigo misma". Y es que dentro de ella había crecido un muro que le impedía hablar de sus deseos y aspiraciones. Por ello, recurrió al taller de musicoterapia organizado por las psicólogas Claudia Alejandra y Empar Guerrero y que presentaron ayer en el marco de la tercera edición del Congreso Internacional de musicoterapia que tuvo lugar en la Universidad Católica de València.

Isabel Lozano es víctima de violencia machista y reflexiona sobre los sentimientos que emanaban tanto de ella como de sus otras 9 compañeras de taller (que llegaron a través de la Asociación Alanna) antes de comenzar la terapia. "Hemos estado tan anuladas durante tanto tiempo y se ha cuestionado tanto lo que creemos, lo que sentimos y lo que pensamos... Que llegamos a un punto de confusión con nosotras mismas", cuenta.

Tanto Claudia como Empar se encargaban de gestionar un espacio seguro donde la cohesión de grupo consiguiese "eliminar la sensación de encierro" con la que habían convivido hasta ahora, buscando crear un "espacio de libertad" donde poder sentirse empoderadas y donde sepan que "cada una de sus ideas enriquecen al grupo". Así lo explicaba Isabel Lozano: "La musicoterapia te permite expresarte cuando aún vives en esa confusión".

Para Empar y Claudia la experiencia fue complicada a veces: "Resulta difícil gestionar la musicoterapia de una forma grupal. Son diez mujeres. Diez vidas con diez procesos distintos. Han vivido una experiencia con la que comparten un factor muy fuerte, pero cada una es dueña de su propio proceso. La violencia machista no sigue un patrón, al igual que tampoco es igual la manera en la que afecta a cada una de ellas".

Catorce sesiones de hora y media a la semana marcaban el plan de acción. Al principio de cada una de ellas, las participantes realizan un taller de improvisación con instrumentos que ellas mismas eligen. Al terminar, recrean las emociones suscitadas a través de un dibujo.

"La música te da la oportunidad de sacar lo que tienes dentro sin necesidad de utilizar palabra alguna. Han habido compañeras que con un golpe de tambor han conseguido expresar lo que querían", explicaba Isabel, que añadía: "Empezamos siendo mujeres aisladas. Ahora hemos lanzado puentes de isla a isla y nos hemos encontrado gracias a la musicoterapia".

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