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Entrevista | Cristóbal Zaragoza

Zaragoza: "Se puede operar más barato para que el ahorro se reinvierta en los pacientes"

"Contamos con uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Es tan bueno como nuestro clima", afirma

Zaragoza: "Se puede operar más barato para que el ahorro se reinvierta en los pacientes"

¿Qué le supone ingresar en la Real Academia de Medicina de la Comunitat Valenciana?

Supone un espaldarazo para mi carrera. Con este sillón estaré ligado a la actividad médica hasta que me muera. No nací siendo médico, pero sí me moriré siéndolo. Espero mantenerme con el máximo nivel de actividad posible hasta el final de mis días. Entrar en la Academia es una gran satisfacción para mí.

¿Cuáles fueron los aspectos sobre la medicina que destacó en su discurso de ingreso?

Hablé sobre un tema que me preocupa mucho, como es la forma en la que la máxima cantidad de ciudadanos puedan tener acceso a la cirugía. También quise tratar la relación de los médicos con los enfermos, algo que se ha perdido bastante y es importante recuperar. Por último, hice hincapié en los baluartes que han permitido mantener el sistema sanitario en los años de crisis.

¿Cómo se encuentra el sistema sanitario en la actualidad?

Muy bien, contamos con uno de los mejores sistemas del mundo. Es tan bueno como nuestro clima. La sociedad puede confiar plenamente en la sanidad. Hay muchos enfermos que tratar y las esperas se prolongan un poco, no más de lo normal. Hemos conseguido salir adelante y seguimos trabajando para operar de la mejor forma a los necesitados. Se puede hacer de una manera más barata para que ese ahorro se reinvierta en el mayor número posible de pacientes.

¿La cirugía avanza mucho?

Avanza, sobre todo, en el tema de la robótica. El problema que tenemos es que un robot cuesta dos millones de euros y no se puede gastar el dinero público a la ligera. Esto también nos obliga a estar a la última en cuanto a la tecnología, para aplicar los avances científicos y ofrecer lo mejor a la sociedad española.

Usted también es el cirujano de la plaza de toros de València, ¿qué puede contar sobre esta actividad que desarrolla?

Lo primero que esto me provoca es el cabreo de mi mujer, porque estoy ocupado todos los fines de semana, los días de fiesta, las Fallas… También me obliga a vivir con la tensión lógica que conllevan las actividades de riesgo. Los toreros jóvenes quieren ser figuras y eso les obliga a arriesgar. Es duro ver a personas jóvenes que pueden perder la vida. Como profesional de la cirugía tengo que afrontarlo.

¿Tiene su recompensa?

Me llevo el agradecimiento de la gente que sabe que estoy pendiente de su destino. La relación que tienen los toreros con los cirujanos es muy íntima, va más allá del cariño. Esa es la parte bonita. Mi padre, como andaluz, sentía una atracción especial por dos cuestiones: el flamenco y los toros, y yo mantengo esta tradición desde hace más de 30 años.

¿Sigue vinculado a su tierra?

Nunca he perdido el vínculo. En València muchos me conocen como el santapolero. Soy hijo legítimo de Santa Pola, es mi pueblo, mi tierra, los recuerdos de la adolescencia y la juventud, esos momentos en los que empiezas a descubrir el mundo.

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