El debate de Claustre Obert no se circunscribió sólo al ámbito jurídico de la reforma constitucional. Viciano calentó al auditorio y a sus compañeros de mesa poniendo en cuestión el sistema parlamentario de mayorías al entender que es la fórmula que menos garantiza la división de poderes porque, dijo, el presidente controla tanto el legislativo como el ejecutivo. «Un sistema donde sólo patalean las minorías machacadas por las mayorías». Extendió su crítica al sistema de nombramiento de los miembros del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, donde se da una «gran politización». Encontró la réplica de algunos colegas. Asensi, por su parte, le advirtió de que un sistema presidencialista «no supone mayores controles», mientras que Garrido apostilló que el «pésimo» funcionamiento en la elección del Constitucional es culpa de los políticos que promocionan a sus fieles. «Es una imagen deplorable, pero ¿qué vamos a hacer, elegirlos por sorteo?», se preguntó. Rosario García medió para romper una lanza a favor de los representantes políticos, mientras que Asensi confesó que no podía desligar su condición de socialista (fue diputado) en su reflexión sobre la reforma.