¿Cuál es el principal reto de la futura ley valenciana de enseñanza plurilingüe que se está debatiendo en las Corts?

El reto de la ley es con qué recursos va a contar y cómo se va a desplegar. Hay que formar al profesorado en capacidades lingüísticas y a trabajar en equipo para que lo que se enseñe en una lengua sea un soporte para el resto de lenguas. El marco que da la ley es positivo, pero no es suficiente. Se debe formar al profesorado y ver cuáles son los recursos humanos y económicos. Y los centros educativos tiene que ir paso a paso, poco a poco, porque hay un problema de tiempo. La enseñanza sedimenta muchas cosas del pasado y, si se va muy rápido, se continúa haciendo lo que se hacía antes con resultados muy variables.

¿Qué les diría a quién considera que la enseñanza del valenciano es una imposición?

Yo soy partidario de que se enseñe el valenciano y de que los castellanohablantes también lo aprendan, pues hay una desigualdad enorme por el hecho de que una parte de la población aprenda las lenguas oficiales y otra no. Y también de corregir el déficit en la enseñanza de lenguas extranjeras, pues considero que es importante que se aprendan varios idiomas y no solo el inglés. Si desde el punto de vista político hay un consenso de que las dos lenguas son oficiales, se debe dar soporte a las dos y no considerar que una es una imposición. Nadie cuestiona que aprender Matemáticas en la escuela sea una imposición. El articulado de la propuesta de ley se inspira en las recomendaciones del Consejo de Europa y en la Carta Europea de las Lenguas que defienda las lenguas minorizadas, que no son minoritarias.