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Entrevista

Javier Sánchez-Ferragut: "En Irak les enseñamos que el policía es el primero que debe respetar los derechos humanos"

"Con el final de la guerra simétrica, el escenario ha cambiado: ahora los extranjeros pueden pasar a ser un objetivo del DAESH", afirma el teniente coronel de la Guardia Civil

Javier Sánchez-Ferragut: "En Irak les enseñamos que el policía es el primero que debe respetar los derechos humanos"

El teniente coronel Javier Sánchez-Ferragut (Cartagena, 1970) describe con pasión sus cuatro meses y medio al frente de los guardias civiles encargados de formar a los policías iraquíes para reconducirlos de soldados a agentes del orden en tiempos de posguerra. Admite que hubo dificultades, pero, pese a todo, el balance es «positivo» y la experiencia «enriquecedora».

P ¿Qué ha supuesto esta misión para usted?

R Es una experiencia vital distinta a todo lo conocido; por eso pedí esta misión. La mayor experiencia es la personal, las relaciones que entablas con los compañeros, los españoles, los de la Coalición y los iraquíes, en un entorno muy cambiante, y con muchas dificultades. En lo profesional, supone una gran responsabilidad como jefe de un contingente de 25 guardias en una misión internacional, cumpliendo un mandato del Congreso español. Y un reto porque desarrollas una labor que poco tiene que ver con mi cometido habitual como jefe del sector de Tráfico.

P Y en un escenario de guerra€

R Yo no he estado en zona de combate, pero indudablemente es un escenario bélico. Cualquiera que estuviera en Irak era susceptible de sufrir un ataque. De hecho, sufrimos uno con la caída de proyectiles a 200 metros de donde yo dormía. Pero, en general, no tenías sensación de peligro. Salíamos muy poco de las zonas aseguradas, así que el riesgo estaba muy minimizado. Las medidas de seguridad en la base eran muy elevadas.

P ¿Usted estaba en Bagdad?

R Sí, en la base Union III, sede del Estado mayor del Ejército iraquí y también Cuartel General de la Coalición. Tanto el presidente como los altos mandos visitaban con frecuencia la base, sobre todo cuando había operaciones importantes en marcha. El resto del contingente, los 23 guardias instructores, estaban en la base Gran Capitán, en el cuartel de Besmayah, a 45 kilómetros de Bagdad. Lo lidera España, pero también hay gente de EEUU, Portugal y Reino Unido, y personal de la OTAN que va y viene. Es un complejo militar donde se forman las unidades iraquíes, con el mayor campo de maniobras del país. Ahí impartíamos los cursos a los policías iraquíes. Hasta hoy, la Guardia Civil ha formado a 2.200.

P En las escasas salidas del cuartel sí se percibirían los zarpazos de la guerra, supongo...

R Sí, claro. Salí varias veces -no muchas porque por seguridad estaba muy restringido- a reuniones y a visitar al embajador español. Union III estaba en zona verde, que significa muy segura, con numerosos check points muy fuertes, con muchos soldados y filtros de seguridad. Pese a esa seguridad, hubo días en los que había alerta y se prohibía totalmente salir de la base. Si tenías una reunión, había que cancelarla y punto. En todo caso, las salidas fuera de Bagdad, para ir a Besmayah, por ejemplo, eran en helicóptero. Por carretera estaba totalmente prohibido, ni siquiera con vehículos blindados civiles, que sólo se podían utilizar para desplazamientos programados dentro de Bagdad.

P ¿En qué consistía la misión?

R En formar a las distintas unidades policiales para que puedan ejercer de policías en lo que quede de guerra y especialmente después de ella. Ahora estamos en la fase cuarta, la estabilización del país. La última ciudad cayó días antes de mi regreso y después comenzó la limpieza del desierto, adonde habían huido los últimas tropas del DAESH que se habían acantonado en las ciudades. En ese momento se declara el fin de la guerra simétrica y empieza otra fase, más peligrosa y delicada, porque el DAESH no ha desaparecido del todo. Ahora sus ataques serán en otro formato, como la guerra de guerrillas y los atentados. Hasta ahora, la Coalición y sus integrantes no han sido objetivo del DAESH, era el Ejército iraquí, que era quien lo estaba asfixiando y expulsando de los territorios conquistados. Pero ahora el escenario ha cambiado: los extranjeros pueden ser objetivo para provocar terror y forzar su salida de Irak.

P Entonces es más peligroso para los agentes que están ahora...

R Sí, aunque el DAESH está muy debilitado y su capacidad de acción, mermada. Era una organización compacta, con estructura, mando y capacidad logística. Ahora son células aisladas, pero para cometer un atentado no hace falta mucho€ También se les está ganando la batalla propagandística. La Coalición ha trabajado muy bien contra esa gran maquinaria de propaganda que desarrolló. Gacias a ello se ha minado la capacidad de atracción que le llevó a captar combatientes en todo el mundo. Su derrota en Irak ha borrado esa imagen atractiva.

P ¿La lucha en los teclados, a través de internet y de las redes sociales, es el nuevo campo de batalla?

R Claro, es la ciberguerra. Hay que cerrar cuentas de twiter, de facebook y de otras redes que emplean, es la guerra contra su propaganda en la deep web, el internet profundo donde los usuarios normales no bucean. Y a eso se le une la contrainformación: explicar lo que de verdad hace el DAESH, cómo trata a su propia gente, cómo la tortura y la mata, cómo obliga a ciudadanos normales a cometer atentados bajo la amenaza de exterminar a su familia€

P No deja de ser una guerra civil religiosa, con el enfrentamiento secular entre suníes y chiíes...

R Por supuesto. El primer conflicto es entre ellos. La mayoría de los numerosos atentados tremendamente mortíferos ocurridos mientras estábamos allí eran de sunitas contra chiítas. Y ese enfrentamiento religioso puede enquistarse durante muchos años, porque Irak es un país en conflicto desde que se creó. El reparto del territorio y la creación de los estados árabes se hizo de un modo artificial. Por eso tenemos zonas tan diferenciadas y enfrentadas en Irak: el Kurdistán, al norte, con una cultura, unas creencias, un idioma y una etnia muy distintos a los de los chiítas, que están en el sureste, o los sunitas, que se extienden por el norte y el oeste. A eso hay que añadirle el poder tribal, que es fortísimo, está muy arraigado y condiciona a su vez el resto de los conflictos. Sin olvidar, por supuesto, el interés económico, que reside sobre todo en las explotaciones petrolíferas del norte, en Kirkuk. Y, por si fuera poco, están las tensiones con los países vecinos. Es muy complejo...

P Y en ese contexto, tienen que enseñar a los policías a ser policías...

R Tratamos de reforzar sus capacidades y de dotarles de los conocimientos necesarios para tratar con la población desde el respeto a los derechos humanos. Eso es lo fundamental. Llevan tantos años participando como soldados en el conflicto armado, que se ha diluido la vertiente puramente policial, y ahora hay que recuperarla. El policía es el primero que tiene que respetar los derechos humanos. Se trata de inculcarles el espíritu de servicio al ciudadano, sea quien sea y de la facción religiosa que sea. Se les enseña a ser profesionales de la seguridad y garantes de la ley.

P ¿Aceptan ese mensaje?

R Hay de todo. Depende, incluso, del interés que guíe a cada uno de ellos. Alguno incluso se quedaba dormido en clase€ (ríe). Al mismo tiempo que reciben la formación teórica se les dota del material -que paga Estados Unidos- para combatir al DAESH: chaleco antibalas, un fusil automático, un casco, mochila y cantimplora. Muchos de ellos, sobre todo los que nunca habían combatido, iban a la formación porque estaban encantados de recibir un arma y se sentían muy importantes por ello. Pero otros mostraban gran interés por aprender, principalmente los que sí habían entrado en combate y lo habían pasado mal.

P Algunos ya serían policías antes de la guerra, pero otros imagino que nunca han llegado a ejercer en tiempos de paz, ¿no?

R Tras la guerra con Estados Unidos y la desaparición de Sadam Hussein, Irak pasó de tener un ejército muy organizado y cohesionado a otro totalmente debilitado y muy poco adiestrado, el del nuevo gobierno. Por eso el DAESH avanzó tan rápidamente. Con la policía pasó lo mismo: todas las comisarías fueron destruidas y miles de policías, asesinados, con lo cual tuvieron que reclutar a muchos sin apenas formación en poco tiempo. Y la mayoría han estado en el frente, ejerciendo más de soldado que de policía. Ahora se trata de darles unos conocimientos mínimos en un tiempo récord. No vamos a convertirlos en un policía como los nuestros, pero sí tendrán una formación mínima y básica para poder ejercer con respeto a la ley.

P ¿También se les enseñan técnicas de investigación, por ejemplo?

R Eso empezó justo cuando yo regresé, con la fase de estabilización. Pero además hay que enseñarles a organizar patrullas, a asegurar pruebas e indicios, técnicas de orden público€ Si un grupo de ciudadanos corta una carretera, no se puede resolver pegando tiros, sino con técnicas de disuasión, por ejemplo.

P Debe ser complicado reconducir a gente que hasta hace dos días tenía el beneplácito para matar...

R Sí. Además de las fuerzas policiales y militares occidentales, hay numerosas ONG trabajando con ellos para inculcarles que no pueden vulnerar los derechos fundamentales de los ciudadanos, máxime ahora, que ya están empezando a volver a sus casas los que huyeron por la guerra. No puede haber actitudes revanchistas y menos por parte de los cuerpos policiales. El papel de las fuerzas occidentales es moderar ese ambiente de odio para que los vencedores no se ceben con los vencidos. Pero es muy difícil, hay que ir allí y ver lo que ha vivido esta gente€

P ¿Todos reciben la misma formación?

R No, se adecúa al cometido de cada unidad policial. En Irak hay una policía federal, la Fedpol; una policía de fronteras; una policía que ellos llaman local pero que en realidad es de ámbito provincial y depende directamente del Ministerio del Interior; una policía energética, que se encarga de la seguridad en todas las infraestructuras petrolíferas, de gas y de producción de energía€ Se dividía a los policías en función de sus conocimientos. Incluso de su actitud. Había unidades, como la de fronteras, que te llegaba perfectamente uniformada, y otras, como las locales, que cada uno venía vestido de una manera. Unas eran muy disciplinadas y con otras hubo que emplear toda nuestra sabiduría para hacerles participar. Cada grupo se distribuía en función de una entrevista previa, y según su situación y capacidad, se elegía qué programa y qué curso concreto se le impartía. Es muy variable y va un poco a la carta; depende de lo que el Gobierno iraquí fije como prioridad en cada momento.

P ¿Qué le puede enseñar un instructor de tiro de la Guardia Civil a un tipo que lleva años disparando fuego real contra objetivos humanos reales en una guerra?

R Las técnicas adecuadas; a manejar eficazmente un arma. Ellos solían disparar levantando el arma y sin mirar, porque decían que todo depende de Alá y que, si Alá quiere, la bala llegará a su objetivo. Y tú has de hacerles vencer esa mentalidad y enseñarles cómo empuñar el arma, apoyar la cara y apuntar para dirigir la bala adonde tú quieres. Formamos a varios batallones de la Fedpol y, después de esos cursos, muchos de ellos combatieron en Mosul en el momento más duro, cuando todas las acciones estaban concentradas allí para liberar la ciudad. Luego supimos que esos batallones habían tenido muy pocas bajas, así que algo debimos enseñarles para que lo hicieran tan bien, ¿no?

P ¿Y los mandos? ¿Reciben formación extra?

R Tenían un grave problema de liderazgo. Hemos trabajado mucho por reforzarlo. Jugábamos mucho a someterlos a cambios de roles. Le decías a un policía: «A ver, ahora eres tú el oficial al mando. ¿Qué harías?». Y el hombre iba y se sentaba bajo una sombra, porque eso es lo que hacía su jefe. Muchos mandos iraquíes siguen teniendo esa mentalidad, de que cuanto más arriba llego, más deben trabajar mis subordinados para mí. Y es justo al contrario: cuanto más asciendes, más debes de trabajar por tus hombres. Uno de los principales problemas del ejército iraquí fue precisamente la falta de liderazgo: conforme avanzaba el DAESH, los oficiales y los suboficiales huían y dejaban a los soldados abandonados a los pies de los caballos. Por eso avanzaron tan rápido y estuvieron a punto de tomar Bagdad.

«El DAESH coloca bombas trampa en todas partes: en los muertos, en los vivos, en mujeres, en niños...»

P ¿Había mujeres entre los guardias civiles?

R No, porque de los 24, 21 eran integrantes del Grupo de Acción Rural (GAR), una unidad en la que no hay ninguna mujer, pero no porque el acceso esté restringido a ellas. Es una unidad muy dura, de asalto, perfecta para una misión como esta porque está muy cohesionada y con procedimientos muy asentados. De hecho, en Besmayah eran casi todos componentes del GAR salvo un agente de policía judical, un sargento y un tedax, que tenía la doble misión de formar a los iraquíes en detección de explosivos y, al mismo tiempo, aprender de ellos el tipo de artefactos que fabrica el DAESH, cómo los oculta, los monta y cómo los detona, información que luego servirá para trabajar aquí en la lucha contra el terrorismo yihadista. Allí aprendes que el DAESH coloca bombas trampa en todas partes, en los muertos, en los vivos, en niños, en mujeres, en vehículos, en juguetes€

P ¿Utilizan algún otro medio?

R Los drones. Es una de sus principales herramientas. Los dotan de un sistema que les permite liberar una granada de mortero. Tiene un radio de acción pequeño, pero puede matar a un grupo de personas relativamente numeroso. Es un sistema seguro y sin riesgos para ellos, que pueden manejar a varios kilómetros de distancia. De hecho, en las bases hemos tenido varias alertas por dron que te obligaban a encerrarte y no moverte hasta que se levantaba la alerta. Los cuarteles están dotados de un sistema de detección de objetos voladores mediante rádares, porque han utilizado muchas veces ese método para atacar. A veces era un civil usando el dron como divertimento, pero otras podía ser una misión de exploración del interior de la base para facilitar después información a los terroristas.

P ¿Todo el trabajo de la Guardia Civil estaba ya predefinido?

R No. Cuando estaba allí, vi que los iraquíes demandaban formación para su policía de fronteras, así que enseguida me quedé ese proyecto para nosotros. Ahora mismo, es el número 1, porque tras la derrota del DAESH, el objetivo prioritario del Gobierno iraquí es sellar la frontera con Siria. Para eso se colocarán contenedores cada seis kilómetros que harán las veces de comisarías provisionales. En cada una de ellas habrá material adecuado para que las patrullas puedan vigilar y asegurar las 24 horas la frontera. Posteriormente habrá otras unidades de acción rápida que estarán en otros puntos y que actuarán en apoyo de esos puestos fronterizos en caso de que los requieran ante una posible emergencia.

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