Las aves y los trenes de alta velocidad no se llevan especialmente bien por mucho que estos últimos hayan tomado justamente el acrónimo AVE. Así lo refleja un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, con la colaboración de Renfe, que ha sido publicado por la revista científica Frontiers in Ecology and Evolution.

En concreto, tras analizar más de 1.000 grabaciones desde la cabina del tren en tramos del AVE Madrid-Albacete -parte del cual coincide con el Madrid-València- han calculado que muere un ave atropellada cada 350 kilómetros de circulación.

Hasta el momento se desconocía cuál era la mortalidad aviar provocada por el paso de estas «balas» ferroviarias. Las dificultades logísticas y de seguridad habían impedido realizar una aproximación fiable.

Sin embargo, los investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han empleado las tecnologías de la información con tal fin. Así, implantaron un sistema experimental con una cámara de registro frontal en la cabina del AVE, un sistema de navegación GPS y una unidad de almacenamiento de datos con la intención de registrar el número de colisiones de aves con el tren que se producían, así como la cantidad de estos animales que se cruzaban con el ferrocarril y su comportamiento.

El estudio se basó en los datos obtenidos de 66 viajes en los tramos entre Madrid y Motilla del Palancar y entre esta última localidad y Albacete, donde los trenes alcanzan velocidades de entre 250 y 300 kilómetros por hora. En total se tomaron aproximadamente 14.700 kilómetros de grabación efectiva, según reflejan en el estudio.

En ellos, los investigadores obtuvieron un total de 1.090 observaciones registradas de aves. De ellas, casi el 30 % correspondían a ejemplares que cruzaban la infraestructura bajo la catenaria y, por lo tanto, tenían riesgo de colisión. Es más, alrededor de un tercio de éstos se encontraban realmente descansando en algún elemento de la infraestructura como la propia catenaria, los rieles o las cercas momentos antes de la llegada del tren.

Según la publicación, los investigadores contabilizaron un total de 42 colisiones, lo que supone una mortalidad de 0,0029 aves por kilómetro viajado por un tren de alta velocidad, lo que se traduce en una muerte por cada 349,8 kilómetros recorridos.

La estadística se concreta un poco más, al estimar que en el tramo Madrid-Motilla del Palancar mueren 60,5 aves/km por año, y entre este último municipio y Albacete, 26,1 aves/km por año.

En cuanto a las especies afectadas por estos atropellos, destacan los pequeños paseriformes (53,6 %), palomas (14,3 %), córvidos (10,7 %) y otros no paserinos (10,7 %), mientras que otro 10,7 % no pudo ser identificado.

Eso sí, todos los casos en los que hubo colisión se dieron en situaciones de alta velocidad, lo que demuestra que es en esos casos cuando realmente sufren un grave riesgo ya que en muchas ocasiones no consiguen volar lo suficientemente rápido para escapar del choque con el tren.

El estudio, que forma parte del proyecto LIFE+Impacto Cero de la Unión Europea, abre la posibilidad ahora a que las compañías ferroviarias tomen medidas para reducir el impacto de la alta velocidad en la fauna aviar.

Uno de las principales propuestas, dados los resultados de la investigación, es dotar a la infraestructura de elementos disuasorios para que las aves no se posen a descansar sobre ellas y para evitar también que frecuenten los vuelos de cruce por debajo de la catenaria.

Pero hasta que se desarrollen tales medidas, al estilo de la locución latina homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre), también se podría emplear avis avi lupus (el ave es un lobo para el ave) con nuestro peculiar «pájaro» ferroviario.