A la altura del betún, en cuanto la tan cacareada colaboración con la Fiscalía en aras a un pacto que al final no fraguó, dejó ayer el hombre de la Gürtel en la Comunidad, Álvaro Pérez «El Bigotes», a su exjefe y cabecilla de la trama, Francisco Correa. E incluso al número dos, Pablo Crespo, que le precedió en la declaración ante el magistrado Vázquez Honrubia en el juicio por la financiación ilegal del PP que se está celebrando en la Audiencia Nacional.

Al nombre del exsecretario de organización del PP Ricardo Costa, que Correa soltó el martes como la persona que les indicó que si querían cobrar los trabajos que habían realizado para el PP tenían que facturárselos a empresarios con los que contrataba la administración, El Bigotes apuntó ayer directamente al vértice de la pirámide: Francisco Camps, cuando se produjeron los hechos cabeza del partido en la Comunitat Valenciana, donde nada se movía sin que él lo permitiera, según su otrora «amiguito de alma».

En un tono campechano y jocoso, que en algunos momentos provocó las risas de los presentes, y al que el magistrado Vázquez Honrubia apenas puso cortapistas, Álvaro Pérez explicó que fue Camps quien le dijo que se fuera a trabajar con él a Valencia, «donde sólo mandaba uno», señaló en varias ocasiones en alusión al jefe del Consell. «Yo hablaba con todos para cobrar, con Costa, con (Vicente) Rambla, con (David) Serra pero todo se lo consultaban a Camps. Los que mandaban eran él, su jefa de gabinete Ana Michavila y Juan Cotino (expresidente de las Cortes), que era quien contactaba con los empresarios para que nos pagaran. Los demás eranunos mandados y Rambla no mandaba una mierda», afirmó pidiendo de inmediato perdón al magistrado: «Es que me he venido arriba», se disculpó.

Insistiendo en lo que horas antes había declarado Pablo Crespo, relató las «gestiones dolorosas» que tenía que realizar para cobrar a la formación conservadora, cuya deuda con Orange Market cifró su número dos en un millón de euros. Pérez agregó que «Rambla y Costa no se podían ver por la tensión que había» por esas dificultades financieras y que aunque a ninguno le gustaba la idea de facturar a los empresarios ni los pagos en b, Camps era quien decía que se tenía que hacer así y «fue él el que ideó el sistema. Sólo él podía hacerlo», matizó.

«¿Y cómo sabe usted que era Francisco Camps?», le preguntó el magistrado. «Porque yo estaba delante cuando Costa le telefoneaba y le llamaba presidente. Y presidente allí sólo había uno», respondió.

El Bigotes, quien como hiciera Correa detalló el sistema que utilizaba el partido para abonar sus trabajos a través de «efectivo en b, facturas falsas y facturas correctas» , añadió en cuanto a los nueve empresarios que ya han admido los pagos ilegales que «ni son todos los que están ni están todos los que son», en una alusión directa a que podrían ser más los contratistas de obra pública que hubieran contribuido a la financiación del partido. Repitió que era Cotino quien se encargaba de contactar con ellos y se quejó «de que no se le haya preguntado qué recibían a cambio cuando soltaban la mandanga». En otro momento de la declaración sobre estos pagos se refirió «al de las magdalenas (en alusión a Enrique Ortiz), de quien dijo que «se hacía el remolón y era muy escurridizo» a la hora de pagar.

Cumplir órdenes

En línea con esa especie de obediencia debida con la que El Bigotes dibujó la labor de los exdirigenes populares acusados («todos estaban al margen», llegó a decir), El Bigotes citó en varias ocasiones a la exalcaldesa de Elda y exsecertaria general del partido Adela Pedrosa, «de la que Costa recibía órdenes» y quien, matizó, estaba al corriente del modo en que se estaba financiando el partido «porque si no lo sabía una secretaria general era para echarla». La senadora negó ayer a través de un comunicado cualquier relación tanto con el acusado como con las empresas de Correa.

Poco antes había sido Pablo Crespo quien introdujo en su declaración el nombre del expresidente del Consell Alberto Frabra en relación a unos trabajos para su candidatura a la Alcaldía de Castellón que no quiso pagar, dijo, y que acabó abonando Piaf, una empresa de allí, algo que el senador también negó. «Jamás contratamos ninguna valla publicitaria ni nada parecido en ninguna de las campañas» a empresas de la Gürtel, afirmó también a través de un comunidado.

Crespo definió al PP como «el mejor cliente» que tenían y a preguntas de la fiscal Myriam Segura relató una reunión con Costa en la que les indicó la fórmula de recurrir a los empresarios para cobrar. «Intenté negarme pero dijo que no había otra solución», apostilló en un tono sereno que mantuvo durante todo el interrogatorio.

El número dos de Correa admitió que lo que aparecía como «Barcelona» en la contabilidad de la empresa «eran cuantías cobradas y no declaradas», añadió que le parecía que Costa «tenía una idea muy vaga de cuándo y cómo iban a cobrar» y que él se encargaba de llevar el dinero a Correa para la caja b pero que era Álvaro Pérez quien se ocupaba de las gestiones para cobrarlo.

Crespo definió a Cándido Herrero y a Blanco Balín, ambos también acusados, como «un empleado diligente y eficaz que seguía mis instrucciones» y «algo más que un asesor externo», respectivamente.