«El PP nos dijo que si queríamos cobrar teníamos que facturar a empresarios» (Francisco Correa). «Hubo una parte de facturación de trabajos realizados para el PP que fueron pagados a través de los empresarios que el otro día prestaron aquí declaración» (Pablo Crespo). «Víctor Campos me llama en 2006 y me muestra sobres donde hay dinero en efectivo de los empresarios con relaciones con la administración o que quieren estar bien con el partido» (Ricardo Costa). A esta selección de declaraciones de los acusados durante el juicio a la rama valenciana de Gürtel habría que unir la confesión de los nueve empresarios valencianos imputados tras el pacto con la Fiscalía: pagaron a Orange Market (la filial valenciana de la trama) facturas por servicios inexistentes para costear con ese dinero los actos electorales que la empresa del Bigotes organizaba para el PP.

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La incógnita ahora es hasta dónde llega la mancha. Más después de que ayer el expresidente de los constructores de Castelló Vicente Monzonís denunciara sin pelos en la lengua la extensión de la trama de las mordidas que operaba mientras la burbuja inmobiliaria bullía.

El presidente de la patronal valenciana, Salvador Navarro, invita a contener la mancha de la corrupción. «Tenemos que ser críticos no con los empresarios en general, sino con los que hacen este tipo de actuaciones», afirmó ayer a Levante-EMV. Una minoría, sostiene, entre las más de 500.000 empresas en la C. Valenciana.

¿Las mordidas han sido un método extendido en el pasado reciente en las contrataciones públicas valencianas? «A mí nunca me ha llegado eso», responde Navarro, que marca distancias con los empresarios que aceptan estas prácticas.

«Para que alguien reciba, alguien da, y ese alguien es habitualmente un empresario», asevera. Y no distingue grados de responsabilidad entre el corruptor y el corrompido. A unos y otros dos los engloba bajo el mismo calificativo: «Tacharía a ambos de mafiosos. La culpabilidad es la misma entre el que recibe y el que da».

Salvador Navarro reconoce inquietud por los efectos que deje el juicio (y los que están por llegar por corrupción) en la imagen del empresariado, aunque relativa. «Es verdad que lo que hagan unos pocos afecta», señala, pero su mayor preocupación es que la C. Valenciana acapare de nuevo los medios de comunicación estatales por la corrupción, aunque haya motivos para ello. «Si algo ha hecho este Consell es la mejora reputacional y me preocupa que nos quedemos solos y focalizados como las más corruptos».

La presión de Gürtel llega para la patronal en un momento de tensión con el partido (PPCV) cuyos exdirigentes están en el banquillo por ser parte de estas prácticas irregulares. Precisamente, Navarro abrirá hoy las puertas de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) a Isabel Bonig. El presidente de la patronal insiste en la crítica a los empresarios corrompidos, pero no ve viable retirar a sus sociedades contratos en vigor.