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Entrevista

Esteban Morcillo: "Trabajar con la financiación de hace 10 años nos mantiene en una situación difícil"

"Con nuestras becas propias hemos hecho un esfuerzo muy considerable para que ningún alumno se quede fuera de la UV por causas económicas", rector de la UV

Esteban Morcillo: "Trabajar con la financiación de hace 10 años nos mantiene en una situación difícil"

¿Qué ha supuesto para usted dirigir la universidad madre del sistema público valenciano?

Dentro de muy pocas semanas finalizo un periodo de 8 años en los que he tenido la responsabilidad de gobierno de una institución histórica. Recibir la confianza de la comunidad universitaria supone una gran responsabilidad, pero al mismo tiempo es muy atractivo contar con el apoyo democrático del conjunto de la comunidad universitaria expresado en las urnas tras un amplio debate, como sucedió en las elecciones de 2010 y 2014.

Ha estado al timón de la UV en el peor momento de la historia reciente, debido a los recortes en financiación y autonomía universitaria. ¿Siente envidia de los rectores precedentes?

Yo creo que todos los periodos rectorales tienen dificultades y complejidades. Sí que es cierto que estos últimos ocho años han estado marcados por tres elementos diferenciales. Uno es que ha habido que implantar el Plan Bolonia, muy contestado por los estudiantes y el resto de la comunidad universitaria. Después hemos vivido una parte importante de este periodo bajo el famoso decreto Wert que abre la subida de las tasas universitarias e incrementa la dedicación docente del profesorado relacionándola con los sexenios de investigación, algo que también ha tenido un profundo rechazo. Además de este duro decreto, la Ley de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) ha alterado gravemente el acceso a las universidades, por no hablar del 3+2 (grados de tres años más dos de máster). Por último, la caída de la financiación con la crisis ha afectado mucho al sistema universitario. Este conjunto de factores ha hecho extremadamente compleja, delicada y difícil la gestión universitaria.

La falta de financiación ha generado momentos en que la UV ha estado al borde de no pagar las nóminas de su plantilla. ¿Cómo ha vivido ese mal trago?

No ha sido una única vez, sino varias a lo largo de estos ocho años en las que tan lejos como el día anterior o el mismo día en que se tenían que pagar las nóminas hemos tenido que dirigirnos al Consell o a alguna entidad bancaria para garantizar el pago de los salarios. Afortunadamente, se han podido resolver las situaciones, a veces in extremis. Es el momento de agradecer el respaldo que he recibido de todo el conjunto de la comunidad universitaria a lo largo de estos ocho años que han sido duros, difíciles y muy complicados económicamente.

Con la Generalitat del PP usted y los otros cuatro rectores de las universidades públicas valencianas firmaron hasta tres planes de financiación que nunca se han cumplido. ¿Cómo define esa falta de compromiso?

El principal de ellos, el Plan Plurianual de Financiación (PPF) 2010-2017, se firmó en mi primer año como rector. Fue pionero en España al introducir elementos que después fueron recogidos por un libro blanco de financiación universitaria que hizo el ministro Ángel Gabilondo. Las cinco universidades públicas valencianas, lamentamos, con una cierta tristeza, que nunca llegara a ejecutarse debido a la crisis. Uno de los condicionantes del PPF era que no se podía aplicar si no había un crecimiento de la economía del 1,5 %, por tanto jamás entró en vigor. Esto ha perjudicado profundamente a las universidades. La UV ha dejado de ingresar 40 o 50 millones de euros al año por esta razón. Por otro lado está la deuda antigua, unos 800 millones de euros que la Generalitat dejó de pagar a las cinco universidades a lo largo de varios ejercicios. En 2008 el Consell se comprometió a comenzar a reducir estos impagos aportando una mensualidad extra cada año, algo que solo cumplió en 2009 y 2010. En 2011 el sistema entró en default y no solo no redujo la deuda histórica sino que la aumentó al generar deuda reciente. Ese convenio se reformuló en dos ocasiones más, pero tampoco se cumplió. Así pues, hemos pasado del entorno de un nivel de subvención ordinaria anual de 800 millones de euros a 665 millones. Esto supone una caída muy importante de la financiación de las universidades públicas valencianas. En este momento estamos trabajando con un nivel de financiación de hace una década, lo que se traduce en una grave dificultad para mantener la calidad de nuestra producción científica y de nuestras enseñanzas. Por tanto, seguimos en una situación difícil.

Con el cambio político en el Palau, se levantaron muchas expectativas de que aumentara la sensibilidad de la Generalitat hacia las universidades públicas valencianas. Dos años y medio después, las buenas palabras apenas han tenido efectos en el presupuesto. ¿Está decepcionado con el Consell del Botànic?

Lo primero que hay que dejar muy claro es que, desde la autonomía universitaria, un equipo de gobierno de una universidad pública tiene que entender y mantener unas relaciones institucionales tanto con el ejecutivo autonómico, del que depende directamente al estar transferidas las competencias en educación, como con el gobierno del Estado. Dicho esto, sí que es verdad que si hablamos de expresión, las coaliciones al frente de la Generalitat y el Ayuntamiento de València, son los gobiernos del Botànic y de La Nau, dos joyas del patrimonio histórico de la UV. Por tanto, desde esta expresividad sí que es cierto que nos sentimos a lo mejor más entendidos. No obstante, el equipo de gobierno tiene que defender los intereses de la Universitat ante el Consell y el Estado.

¿De los buenos momentos vividos en estos más de 2.900 días como rector con cuál se queda?

Se tiene la responsabilidad de gobierno todos y cada uno de los días, y eso pesa mucho sobre las personas. Quizás me quedaría con los dos momentos en los que uno siente, como candidato a rector, que ha recibido la confianza de toda la comunidad universitaria después de un intenso debate dentro de la universidad y ante la sociedad valenciana. La verdad es que ahí uno siente una satisfacción que en parte es institucional y, por qué no decirlo, también personal, por todas y cada una de las personas que han conformado las candidaturas y equipos de gobierno de los dos procesos electorales que he tenido el privilegio de encapçalar. Son dos momentos dulces en los que uno, aunque está abrumado por la responsabilidad, también está satisfecho porque al recibir esa confianza puede desplegar su proyecto de futuro para esta gran institución.

¿Qué proyectos le han generado mayor satisfacción?

El elemento más importante de la Universitat es el estudiantado. Haber conseguido implantar el escenario Bolonia y empezar ahora a ver indicadores de rendimiento de los estudiantes, aunque la sensación sea la de que siempre hay que seguir mejorando, lo cierto es que hemos alcanzado unas cotas de calidad razonables y respetables. También hemos defendido una política de becas propias, haciendo un esfuerzo presupuestario muy considerable, para que ningún estudiante se quede fuera de la Universitat por motivos económicos. Seguimos siendo la universidad con más oferta de estudios, y con una aceptación de la misma de casi del 100 %. Pero no puedo dejar de lado la investigación de calidad, porque es una de las señas de identidad de la UV. En breve vamos a inaugurar un nuevo instituto mixto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto de Biología de Sistemas. También hemos obtenido el reconocimiento como centro de excelencia Severo Ochoa para el Instituto de Física Corpuscular (IFIC) y el María de Maeztu para el Instituto de Ciencia Molecular (Icmol). Por tanto, la UV mantiene su prestigio en el ámbito de la producción científica, siendo la universidad de referencia en la Comunitat.

¿No haber podido abrir el Grado de Veterinaria que tiene autorizado la Universitat es una espina que se le queda clavada?

Sin ambages, duele. Contamos con todas las autorizaciones, por lo que podríamos implantarla mañana. Serían unos estudios que definitivamente redondearían nuestra amplía oferta educativa. Pero, tengo que reconocerlo, la Universitat de València si pone Veterinaria lo tiene que hacer con el máximo nivel de calidad. Cuando empecé a ver con el equipo de gobierno los presupuestos necesarios para una clínica veterinaria digna y al nivel del resto de clínicas de la Universitat, era muy evidente que el proyecto no era asumible. Hubiéramos necesitado una financiación extra por parte de la Generalitat para implantar en el sistema público universitario valenciano el grado de Veterinaria, que aún no existe.

¿Cómo ha afectado a la UV la tasa de reposición impuesta por el Gobierno a las universidades públicas, que durante cuatro años ha impedido contratar más del 10 % del profesorado que se jubilaba?

Sencillamente ha sido un atropello a la capacidad de gestión y a la propia autonomía universitaria. En lugar de dejar que cada universidad gestione su plantilla en función de sus necesidades académicas, se nos ha impuesto desde fuera una tasa de reposición que no ha atendido a razones de flexibilización. Hoy, en 2018, a lo mejor no está bien que olvidemos lo que fue la crisis de 2012 en la que sólo se podía reponer el 10 % de las jubilaciones del profesorado, del Personal Docente e Investigador (PDI), y el 0 % de la plantilla de técnicos, del Personal de Administración y Servicios (PAS). Afortunadamente ha ido aumentado a lo largo de los años, pero aún vivimos sometidos a una tasa de reposición del 1o0 %. Pedimos que se elimine para que cada universidad pública, en función de su presupuesto, pueda gestionar con autonomía sus plantillas.

¿Qué le parece la huelga indefinida que inicia mañana el profesorado asociado de la UV?

Comparto las reivindicaciones del profesorado asociado, una figura que proviene del marco de la Ley Orgánica de las Universidades (LOU) para incorporar la experiencia profesional y laboral de personas con una gran vocación universitaria, que enriquecen nuestra capacidad de impartir una docencia de más calidad. Pero, también hay que decir que es la única figura que las universidades disponen para poder trabajar en el ámbito de la temporalidad. Necesitamos por tanto, o bien un cambio en la LOU que responda mejor a las nuevas necesidades que tiene la universidad pública tanto estructurales como coyunturales, o bien que la mesa del convenio colectivo del personal laboral de las universidades sea capaz de generar nuevas figuras que den mejor respuesta, más flexible, más adaptada a las necesidades de las universidades. La problemática de los asociados no es exclusiva de la UV, sino del conjunto del sistema público universitario español. Por ello necesitamos recibir apoyos y entendimiento por parte del gobierno autonómico y estatal para dar una mejor respuesta a este colectivo. Confío en que todos juntos seamos capaces de mejorar las condiciones de trabajo de los asociados, porque estos profesores incorporan conocimiento a la universidad y mejoran y enriquecen la calidad de nuestra docencia.

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