No fumar, seguir una dieta rica en frutas y verduras, mantener un peso normal, practicar actividad física de forma regular y no beber alcohol o hacerlo con moderación reducen el riesgo de padecer cáncer de colon un 37%; el de mama, un 26% y el gástrico, hasta un 51%, según recogen estudios médicos. Además, el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de sufrir varios tipos de tumores, como el de colon y recto, esófago, endometrio, páncreas, riñón, pecho o mama durante la posmenopausia, o el de vesícula. El 4 de febrero se celebrará el Día Mundial contra el Cáncer.

Para minimizar el riesgo de padecer cáncer, la nutricionista y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, Laura Esquius, explica que deben priorizarse los alimentos de origen vegetal, por lo que deberían ingerirse todos los días al menos cinco raciones (como mínimo 400 gramos) de vegetales no feculentos ricos en fibra (verduras y hortalizas) y frutas, y debería incrementarse el consumo de cereales no refinados y legumbres, además de limitar los cereales refinados.

También aconseja limitar la ingesta de carne roja y evitar el consumo de carnes procesadas, ya que un estudio avalado por la OMS asocia la ingesta de este tipo de alimentos con un incremento del riesgo de cáncer colorrectal. «La ingesta de alimentos de origen animal debería hacerse en cantidades moderadas», apunta Esquius. Según recogen varios estudios, la carne procesada está detrás de 3.800 casos anuales de cáncer detectados en España, cifra que representa el 1,8% del total. El tabaco es el responsable de 42.000 casos de cáncer (20% de todos los tumores) y el alcohol, de 23.000 casos (11%).

Otra de las recomendaciones que hace la nutricionista es practicar actividad física. No hay que realizar grandes esfuerzos. Basta con caminar a paso ligero treinta minutos al día y, a medida que mejora la capacidad física, aumentar hasta sesenta minutos a un ritmo más intenso o bien hacer treinta minutos al día de una actividad física más vigorosa. «Hay suficientes indicios para afirmar que la actividad física protege del cáncer y de la obesidad y, de forma indirecta, de los cánceres asociados con más riesgo si existe obesidad», afirma Esquius.

Para la experta, el abandono de la dieta mediterránea y la adopción de estilos de vida cada vez más sedentarios conllevan un aumento de la incidencia de la obesidad entre la población, una patología que asegura que aumenta el riesgo no solo de enfermedades cardiovasculares, sino también de cánceres. La profesora de Ciencias de la Salud, basándose en estudios de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, explica que en Europa son atribuibles a la obesidad el 45,2% de cánceres de endometrio; el 42,7% de los cánceres de esófago; el 31,1% de los renales; el 27,5% de los de colon en hombres y el 14,2% en mujeres, y el 19,3% de los de páncreas.

«No existen alimentos que curen el cáncer»

Para combatir la enfermedad, la experta deja claro que «no existen alimentos milagrosos que curen el cáncer», si bien reconoce que el ajo, el té verde, las frutas rojas o la cúrcuma tienen beneficios sobre la salud, y, por lo tanto, recomienda incluirlos en una alimentación variada y equilibrada que incluya también otras infusiones, frutas, especias o hierbas que poseen propiedades beneficiosas.

Más proteínas durante el tratamiento

Durante el tratamiento de cáncer, Esquius aconseja seguir una dieta equilibrada que incluya alimentos de los distintos grupos. Y pone especial énfasis en el consumo de proteínas, imprescindible para afrontar el tratamiento y reparar los tejidos que pueden dañarse durante la quimioterapia o la radioterapia. En ese sentido, recomienda añadir a la comida y la cena cualquier preparación que contenga pescado (azul o blanco), marisco, carne (principalmente magra) o huevos.

La Fundación Alicia y el Instituto Catalán de Oncología exponen en su guía de recomendaciones generales sobre la alimentación durante el tratamiento del cáncer que las personas enfermas generalmente necesitan consumir más cantidad de proteínas que una persona sana, ya que un déficit de proteínas puede retrasar la recuperación y aumentar el riesgo de infecciones.

Cómo pueden combatirse los efectos secundarios

La experta en alimentación y cáncer explica que el tratamiento de quimioterapia puede conllevar efectos secundarios, como la pérdida de apetito, náuseas, vómitos, diarrea, cansancio o cambios en los gustos, unos síntomas que pueden aparecer al cabo de pocas horas de haber iniciado el tratamiento, pero que suelen persistir pocos días. Para combatir estos síntomas, Esquius aconseja aprovechar el momento del día con más hambre para incluir los alimentos más energéticos o nutritivos, así como, a fin de estimular el apetito, caminar antes de las comidas, comer en un ambiente relajado y tranquilo o presentar los platos con variedad de texturas, olores y colores. También es bueno tener a la vista alimentos fáciles de comer y saludables como la fruta y los frutos secos.

Del miedo al «yo podré»

Tan importante como cuidar la dieta durante el tratamiento es velar por la parte emocional y evitar que sentimientos como la rabia, la tristeza, la pérdida de autoestima o la ansiedad se apoderen del enfermo más tiempo de la cuenta. La psicóloga y profesora colaboradora de los Estudios de Psicología de la UOC, Mireia Cabero, explica que la ansiedad y el miedo en mayor o menor medida aparecen prácticamente en todos los pacientes ante el diagnóstico de la enfermedad. Sin embargo, después de este primer impacto y una vez se empieza el tratamiento, es bueno que los enfermos se muestren esperanzados y confiados. «Sentimientos vinculados a la esperanza, a la confianza, a la tranquilidad de que todo irá bien, pensar "yo podré o mi cuerpo podrá" deben prevalecer por encima del miedo, la ansiedad, la inquietud y la preocupación, que también existen», explica Cabero. Asegura que «ser positivo a la hora de combatir la enfermedad ayuda» y explica que existen varios estudios científicos que refuerzan la idea de que cuanto más positividad mental y emocional hay, más posibilidad de fortalecerse tiene el sistema inmunológico, que es el que está más sometido al estrés psicológico y emocional.

Vulnerabilidad física y emocional

El tratamiento con quimioterapia puede provocar náuseas, vómitos o escalofríos que debilitan el cuerpo. «Cuando un cuerpo está débil, la mente suele también estar débil», subraya Cabero. En ese sentido, explica que pueden aplicarse, como complemento de la medicación, tratamientos de homeopatía o flores de Bach que ayudan a fortalecer el cuerpo. «Cuando el cuerpo se siente fuerte, es más fácil que el cerebro tenga pensamientos de confianza y seguridad en uno mismo», afirma la experta.

La familia o los amigos también desempeñan un papel importante en el acompañamiento del enfermo y deberían convertirse en el sostén de las angustias, los llantos, las angustias y las preocupaciones. «Cuando la persona se siente acompañada, puede desahogarse con ataques de llanto, crisis de ansiedad o de angustia. Estos sentimientos no son negativos y exteriorizarlos ayuda a no estar con tanta tensión», explica la profesora.

Aplicación de ayuda mutua

Las nuevas tecnologías han permitido poner al alcance de personas enfermas aplicaciones para compartir información y experiencias. Una de estas aplicaciones es Xemio, dirigida a mujeres con cáncer de mama que tienen necesidad de información durante las sesiones de quimioterapia y otros tratamientos farmacológicos. Esta aplicación permite consultar información fiable, registrar efectos adversos, escribir comentarios o comparar la propia experiencia con la de personas que han pasado por el mismo proceso.

Cabero explica que los grupos de ayuda mutua suelen funcionar, pero para garantizar su éxito es necesario que estén liderados por personas que están en una fase más avanzada del tratamiento y que han tenido una experiencia positiva.