Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Estudios

Las mujeres aún no quieren ser ingenieras

Solo el 7,3 % de las matrículas en maestro de infantil son de hombres

Se llamaba Manuela Solís y fue la primera mujer universitaria en València. Era el año 1882. Al año siguiente tuvo una compañera (Concepción Aleixandre) pero ninguna de las dos fue a clase hasta el último año de carrera. En aquella época, la universidad no era cosa de mujeres. Su acceso, ir a clase, realizar el examen final... era algo que no estaba regulado. Ni para permitirlo ni para prohibirlo. El vacío legal se saldó en 1910, cuando España permitió el acceso oficial de las mujeres a la Educación Superior. Y es que mujeres como Concepción o Manuela -que tienen su hueco en la historia al ser la novena y undécima mujer española, respectivamente, en obtener una licenciatura- tuvieron que esperar un permiso especial del Gobierno tanto para matricularse como para realizar el examen final de carrera. Ambas se licenciaron en Medicina, se especializaron en Ginecología y obtuvieron la calificación de sobresaliente.

En la actualidad hay más mujeres que hombres en las universidades. En las españolas y en las valencianas. Es más, según datos de la comisión de preinscripción universitaria de la Conselleria de Educación, en este curso 2017-2018 hay 3.000 mujeres más que hombres en las cinco universidades públicas valencianas (15.668 mujeres y 12.588 hombres en la Universitat de València, Universitat Politécnica, Jaume I de Castelló, Miguel Hernández de Elx y la Universitat d´Alacant). Sin embargo, en pleno siglo XXI, aún hay carreras de chicos y carreras de chicas. Aún hay facultades masculinizadas y feminizadas. Aún existen aulas sin ningún compañero del sexo contrario. ¿Por qué? Los tópicos sobre los estudios femeninos y masculinos se repiten. Conocimientos tecnológicos para los hombres y una apuesta asistencial para las mujeres.

Dos caminos tras Medicina

Las jóvenes cuentan con mejores calificaciones a la hora de elegir la carrera que desean. Sin embargo, para un alto porcentaje, la nota de corte no es un problema, sobre todo porque escogen estudios que no precisan de un número inalcanzable para la gran mayoría. Con una excepción: Medicina era y es la carrera más solicitada. Por hombres y por mujeres. A partir de ahí, se abren dos caminos diferentes para chicos y para chicas.

La Universitat de València es consciente de esta brecha y por ello hace 10 años creó el Observatorio para la Igualdad, que tiene como objetivo «hacer visibles las desigualdades entre mujeres y hombres en el ámbito universitario, además de recoger y analizar datos estadísticos para actualizar y ampliar el diagnóstico ´Mujeres y hombres en la Universidad de Valencia´ y elaborar indicadores de igualdad».

Así, según la Unidad de Igualdad de la Universitat de València, los datos confirman que las ingenierías eran y son cosa de hombres. La palma se la lleva la carrera de Ingeniería Electrónica Industrial que solo cuenta con 5 mujeres admitidas este curso 2017-2018. Y no porque fuera su primera opción. La solicitaron como «plan B» al no entrar en el grado que querían. Aún así, el porcentaje de presencia femenina en esta licenciatura es superior al de hace seis años, cuando la carrera estaba copada por el 97,8% de los hombres. La siguiente carrera más masculinizada en la UV es el grado de Ingeniería Informática que, aunque hace seis años contaba con el 16% de mujeres, este curso el porcentaje se ha reducido al 11,3%. Otras titulaciones donde el porcentaje de mujeres es menor del 20% son los grados en Ingeniería Electrónica y de Telecomunicaciones, Ingeniería Telemática y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. En estas aulas, las chicas se cuentan con los dedos de la mano, aunque sumen más estudiantes que hace seis años.

La responsable del Observatorio de Igualdad de la UV, Inés Soler, reconoce que la paridad en determinadas carreras ni está ni se la espera. La elección es libre, pero las mujeres «no eligen las carreras más prestigiosas o con la nota de corte más alta. Se inclinan por licenciaturas vinculadas a la salud y a los cuidados». Para Soler, el porqué de esta «elección libre» se desarrolla desde bien pequeños. «En los juguetes que fomentan la ciencia y la investigación siempre aparecen niños sujetando la probeta y cambiando los líquidos de color... Luego llegan al primer y segundo ciclo de Infantil y tienen chicas para cuidarles, para cambiarles el pañal y enseñarles los colores. Las jóvenes que se plantean su futuro no cuentan con un modelo de mujeres científicas en su entorno. Es cierto que todos tenemos las mismas oportunidades, pero si en la elección personal de las carreras no hay equilibrio significa que queda mucho por hacer y que esa ´elección personal´ puede estar condicionada desde bien pequeña», explica la responsable del Observatorio de Igualdad.

El efecto Pigmalión

Por ello, los expertos que defienden que los estereotipos de género influyen en la elección de la carrera universitaria denominan a este fenómeno «Efecto Pigmalión», un término que defiende que cuando existe una creencia firme en algo, ésta acaba ocurriendo porque la conducta procura ser coherente con los pensamientos y creencias. Así, el «mal uso de la publicidad, el acceso a los juguetes infantiles por razón de género y la falta de información y formación en igualdad pueden alimentar unos estereotipos que recalcarán que las chicas son más emocionales y los chicos más lógicos, por lo que ellas tendrán una imagen mental de la mujer como cuidadora, madre, artista o modista... que es lo que la sociedad espera de ellas, influyendo así en las decisiones sobre su futuro profesional, cuando llegue ese momento», explican desde la Unidad de Igualdad de la UV.

En la otra cara de la moneda se sitúan las carreras de chicas, aquellas con un mínimo porcentaje de hombres, que se encuentran en las áreas de las letras, la comunicación, la educación y los cuidados. En la UV hay dos carreras con más de un 90% de presencia femenina: Maestro de Educación Infantil (92,7%) y Logopedia (91,3%). El porcentaje de futuros profesores de Infantil, además, se ha reducido este año al pasar del 9,8% que representaban hace seis año, al 7,3% que suponen este ejercicio.

Hay carreras feminizadas, sin embargo, donde la presencia masculina va a más. Este es el caso de Enfermería, una carrera de chicas que este año tiene un 20,5% de presencia masculina. El decano de la Facultad de Enfermería, Julio Fernández, asegura que hace décadas «sólo había unos 7 u 8 chicos por clase y ahora la presencia es mucho mayor, aunque quede lejos de la paridad». Fernández, además, afirma que el motivo de este aumento de presencia masculina en enfermería se puede deber a dos aspectos: la inserción laboral y el cambio social. «Enfermería tiene una inserción laboral alta y esto es una especie de efecto reclamo evidente. Sin embargo, hay que puntualizar que la feminización de los cuidados empieza a diluirse en favor de un sentido más igualitario donde se entiende que es una cuestión personal encargarse del cuidado de otras personas», asegura el decano de la Facultad de Enfermería, una universidad con un 78,1% de presencia femenina donde, eso sí, sus puestos de dirección los ocupan hombres, una situación que también analizan desde el Observatorio de Igualdad.

Compartir el artículo

stats