Las listas de espera registran números. Tres semanas, cinco meses, un año. Cuarenta personas, cien, doscientas cincuenta. Sin embargo, detrás de cada uno de los nombres que configuran cualquiera de las listas de espera de la Conselleria de Sanidad hay una vida. Y eso es lo que quiere denunciar Esther Villanova, una mujer de 49 años, con tres hernias discales, y pendiente de una cuarta operación que no llega y amenaza su trabajo. Porque Esther quiere trabajar. Pero si no la operan, no puede recuperarse.

Y lleva esperando 9 meses. La primera vez esperó 6 meses y la operaron el 7 de enero de 2015. Al mes, volvió a entrar en quirófano. En esta ocasión no esperó nada porque fue operada de urgencia en cuanto entró en el hospital. Un año después fue intervenida por tercera vez tras permanecer 6 meses en lista de espera.

Para la cuarta operación ya se le han caducado hasta las pruebas del preoperatorio y suma 9 meses esperando la llamada del departamento de Neurocirugía del Hospital Clínico de Valencia para que le indiquen cuándo la operan de artrodesi.

«Las listas de espera me han arruinado la vida», afirma. Al dolor, las molestias, la falta de sueño, de vida social, los nervios y la frustración se suma una preocupación: si no la operan cuanto antes, perderá su trabajo. Así funciona el sistema.

El tiempo de las bajas médicas no es interminable. Cuando se cumple el plazo de 18 meses de baja, la única solución prevista es la visita de un inspector médico que tramita una incapacidad que se revisa al año y supone cobrar el 55 % del sueldo.

Pero cobrar la pensión implica perder el trabajo actual por el que se está de baja (aunque la pensión sí permite trabajar en cualquier otra cosa mientras tanto). De esta manera, si se revisa la pensión un año después y la persona está recuperada se queda, directamente, con una mano delante y otra detrás, aunque sana, eso sí, para comenzar de nuevo la búsqueda de empleo.

Por eso, Esther se desespera. Tiene la fecha marcada de rojo en el calendario. El 19 de junio cumplirá los 18 meses de baja. Está incluida en la lista de espera quirúrgica desde el 15 de mayo de 2017. Ya le han caducado hasta las pruebas para el preoperatorio que le realizaron.

El empleo de sus sueños

«Tengo una artrosis galopante y necesito que me operen ya para poder recuperarme porque no quiero perder este trabajo. Es con el que llevo soñando desde que acabé la carrera. Trabajadora social para el Ayuntamiento de València y con personas sin hogar. Pero cuando me llamaron, solo pude trabajar 20 días. Entiendo que estén molestos, pero no soy ninguna vaga. Nadie sabe por lo que estoy pasando. El dolor es insoportable y necesito curarme y que vean que soy una mujer trabajadora. Porque lo soy. Yo no quiero una pensión de por vida, quiero trabajar. Pero con estas listas de espera... es imposible y el tiempo va en mi contra», explica Esther, que rechaza el victimismo.

Nada de penas. «Hay gente mucho peor, pero no se pueden consentir estas listas de espera interminables. Una artrodesi conlleva un dolor continuado que no te permite dormir y cada acción que haces supone un mayor dolor. Cada vez que me operan me ponen tornillos y placas más gruesas. Bailan y se rompen. Estoy sola con dos hijos adolescentes. Esta enfermedad es silenciosa, no se habla de ella y sufrimos mucho y muchos».