Un hombre inocente, absuelto por un jurado popular en el único caso juzgado, con el mismo patrimonio que cuando se fue del Congreso de los Diputados en 2001, leal al PP aunque pueda no tener carné (extremo que no aclaró), con un desconocimiento total del funcionamiento interno del partido cuando era presidente porque él se dedicaba 24 horas a la Generalitat, defensor de la limpieza de los suyos, aunque alguno (Rafael Blasco) esté entre rejas por desviar dinero del Tercer Mundo y otros ya hayan sido condenados (Milagrosa Martínez, por el caso Fitur), y que reduce la decena de casos de corrupción en los que está envuelto él y otros miembros de sus gobiernos a «irregularidades administrativas». Como las que ahora afectan al alcalde de Alicante, el socialista Gabriel Echávarri, llegó a decir.

Ese es Francisco Camps. Ese es al menos el expresidente de la Generalitat que se presentó ayer ante la comisión del Congreso de los Diputados que investiga la presunta financiación ilegal del PP. Un Camps en ocasiones retador y sin remordimientos, que intentó diluir las imputaciones de cargos populares (un centenar) y desviar el foco hacia los socialistas que le persiguieron judicialmente, que no le han pedido perdón y que ahora gestionan «horriblemente mal» con los «independentistas» (referencia a Compromís). «Es más escándalo lo de ahora», afirmó incluso, mientras aireaba la denuncia del PP contra la vicepresidenta, Mónica Oltra, por contratos prorrogados sin concurso.

Un Camps que desacreditó las inculpaciones de su exnúmero dos, Ricardo Costa, y de nueve empresarios valencianos, porque «han dicho durante nueve años lo contrario», ante las ejecutivas del PP y ante el juez instructor. «No tiene verosimilitud» ese relato con esos antecedentes, según él. Un Camps que tampoco dio crédito a la conversación entre Costa y Luis Bárcenas sobre los métodos prohibidos de financiación del PPCV. Se lo habrían comunicado, alegó.

Ese es Camps, el joven que trabajaba siete días en la empresa téxtil de su padre para pagarse sus estudios, profesional de la política desde 1991. Ese es Camps, el hombre que ha tenido «la suerte de ser el número 1» en las listas del PP. «¿Usted es número 1 de algo?», espetó al podemista Txema Guijarro.

No fue el único diputado con el que se encaró. ¿Problemas de conciencia? «Mi problema es que el PSOE no haya pedido perdón», respondió al socialista Artemi Rallo. Y apuntó a continuación a Ximo Puig, al que acusó de presentar el recurso ante el Supremo por el caso de los trajes. Dijo que los socialistas no le han pagado las costas aún. Sin embargo, Blanqueries asegura que no le consta ninguna reclamación por el pago de esas costas.

Ese es el Camps que se vio ayer, que defendió su puesto en el Consell Jurídic, que le otorga salario, chófer y secretaria. «¿Quieren que dimita también de expresidente?», afirmó tras recordar que renunció al Palau para que un jefe del Consell no fuera juzgado, que fue absuelto y que los ciudadanos le votaron reiteradamente con mayorías absolutas.

El Camps que saltó como un resorte cuando Toni Cantó, después de endulzarle los oídos, le recriminó que «gran parte de su equipo robó o permitió que se robara». Es falso, respondió airado, y «espero que se querellen contra usted».

Un Camps que «nunca» supo de la existencia de un señor llamado Correa hasta el estallido de Gürtel en 2009 y que negó haber llevado a Álvaro Pérez a València, como el preso afirmó. «Ya estaba, ya trabajaba con el PPCV», alegó.

Un Camps que, a diferencia de otros momentos, contó con el apoyo ayer de los compañeros del PP («hoy comparece un inocente», dijo el portavoz popular, Carlos Rojas) y se mostró leal con Mariano Rajoy y la dirección popular «siempre, independientemente de las circunstancias». Hasta el martirio si hace falta.