Los siete estibadores que cargaron los tres volquetes con el abono radiactivo importado de Marruecos no fueron sometidos a control radiológico alguno hasta 48 horas después de que saltara la alerta por radiación, control que se realizó únicamente después de que los sindicatos pidieran explicaciones tras conocer la existencia de la alarma gracias a la publicación de Levante-EMVLevante-EMV, que informó en exclusiva de la noticia el sábado pasado.

El malestar entre el colectivo es grande, sobre todo, porque nadie les advirtió de que dejaran de descargar manualmente el abono de la bodega del buque Stapelmoor pese a que el aparataje de detección de radiactividad ya había determinado en ese momento la existencia de uranio 235 -uranio enriquecido- y plutonio 239 en la mercancía, así como uranio 238, radio 226 y galio 66 -estos tres últimos menos importantes, ya que son isótopos presentes en el medio natural-.

Tal como adelantó este diario, el camión que generó la primera alerta radiológica en los arcos detectores en la salida Sur del puerto lo hizo a las 16.10. Tras comprobar documentalmente que era fertilizante y que, por tanto, no le correspondía una emisión de más de 0,4 becquereles -dio 1-, fue desviado al recinto donde se encuentra el espectrómetro fijo.

Así, apenas media hora después, Aduanas ya temía la existencia del plutonio y del uranio enriquecido, confirmado en una segunda lectura y no descartado hasta varias horas después, cuando la empresa homologada por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) revisó ese camión y los dos siguientes con sus propios lectores y determinó que los dos peores elementos -plutonio y uranio 235- no estaban, y que los otros tres pueden formar parte dl fertilizante aunque el nivel de radiación era superior al permitido.

Por tanto, cuando el espectrómetro «detectaba» por primera vez plutonio y uranio 235 -alrededor de las 17.00 horas-, los estibadores seguían manipulando el abono en la bodega del buque, y nadie les advirtió del riesgo que podían estar corriendo. Tampoco con el segundo fueron informados. Ni con el tercero, cuando las máquinas ya no podían arrastrar la carga de las esquinas y esta tuvo que ser barrida hacia el centro de la bodega, amontonada y cargada a mano con palas en el volquete.

La carga de camiones, que había comenzado por la mañana -ninguna de las bañeras que salieron por la mañana del puerto hizo saltar la alerta radiológica- y se prolongó por la tarde, finalizó poco antes de las 19.00 horas. Y no fue hasta una hora después, sobre las ocho de la tarde, cuando Aduanas, tras establecer contacto con el CSN, decidió aislar los tres volquetes en el recinto del escáner.

Revisión en La Fe

Los estibadores no sólo no fueron advertidos durante la descarga del fertilizante -que ya se encuentra en la empresa distribuidora de Silla que lo adquirió en Marruecos- o en las horas inmediatamente posteriores, sino que nadie les informó de lo que había sucedido y tuvieron que enterarse, como la mayoría de trabajadores del Puerto, por la información de Levante-EMV.

Es más, la Sociedad de Estiba y Desestiba del Puerto de València (Sevasa), de la que dependen los operarios afectados, no reaccionó hasta que la preocupación de los trabajadores llegó a los sindicatos y se movilizó el departamento de recursos humanos de Sevasa, que acabó solicitando una visita médica en el Hospital La Fe para todos ellos el sábado por la tarde.

De hecho, en algún caso ese gesto incluso llegó tarde, ya que algunos de los afectados ya habían ido por su cuenta a otros hospitales ante la creciente preocupación por una posible contaminación radiológica. Los médicos sometieron a los siete operarios a una medición con detectores manuales de radiactividad y solicitaron una prueba analítica. En todos los casos, la radiación detectada fue completamente normal, es decir, ninguno llegó a contaminarse.