Una marea humana de mujeres, desde niñas, jóvenes a ancianas, así como también hombres que quisieron apoyar con su presencia un mayor protagonismo de éstas en la sociedad, tomaron ayer las calles de València para reivindicar una igualdad plena en la que no haya diferencias salariales, la maternidad no sea un obstáculo para poder progresar en el ámbito laboral y para acabar de una vez por todas con la violencia machista. La masiva asistencia a la manifestación del Dia de la Dona, en comparación con años anteriores, refleja que los pasos se están dando en el camino adecuado y que su mensaje no se puede silenciar por más tiempo.

Debido a la gran acogida que este 8 de marzo, durante más de una hora y media la plaza de Alfons el Magnànim, desde donde salió la cabeza de la manifestación, estuvo atascada sin poder dar salida a más gente. «Estamos desbordadas, pero emocionadas por todo el mundo que se ha sumado, esto va a servir para dar visibilidad a la opresión que todavía sufren muchas mujeres», confesaba Teresa Meana, portavoz de la Vaga feminista 8M País Valencià.

Bajo el lema: «Si les dones parem s´atura el món», miles de personas, con el color violeta por bandera, llegaron hasta la plaza de la Virgen, atravesando la calle Colón y la plaza del Ayuntamiento de València. Allí se vivió el momento cumbre de la manifestación. Dos mujeres improvisaron unas «albaes» llenas de mensaje, dando voz a todas aquellas que por desgracia no la tienen. «Ya está bien de estar calladas», «sin lucha jamás tendremos la victoria», «hemos de ser protagonistas para ser libres». Asimismo alzaron la voz «contra tanta injusticia, contra la alianza criminal», en clara alusión a la lacra de la violencia machista.

Mientras las muixeranga, con su castillo y su dolçaina, daban color y amenizaban una plaza de la Virgen abarrotada hasta los topes, convirtiendo el acto reivindicativo en una verdadera fiesta para todas las mujeres, todavía centenares de manifestantes seguían atrapados en la plaza de Alfons el Magnànim. Solo así se puede explicar que las cifras oficiales hablen de unos 30.000 asistentes, cuando la Vaga Feminista se iba hasta el medio millón de personas.

«Nunca nos había pasado, ha superado todas las expectativas, todavía hay gente que sigue sin poder salir porque la calle Colón está colapsada», indicaba más de una hora después de que diera comienzo la manifestación una de las portavoces de la plataforma feminista. «No podíamos salir, no podíamos movernos para ningún lado», explicaba Pepa, vecina de Benetússer, quien atribuye esta masiva asistencia al hecho de que por primera vez hayan tenido posibilidad de hacer huelga. «Los demás años no hemos tenido el respaldo suficiente», apuntaba, recordando que otros años solían ir a la mascletà de la mujer, «pero este año lo hemos alargado con el permiso de los jefes».

Una hora y media atrapados

Entre los miles de manifestantes que quedaron durante más de una hora y media atrapados en una plaza del Parterre llena hasta el cauce del río, estaban el propio presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y la vicepresidenta, Mónica Oltra. Junto a otros cinco consellers, y siendo uno más este día en el que las protagonistas son todas ellas, optaron por llevar la pancarta de la Generalitat por la calle La Paz para sumarse al resto de manifestantes en la plaza de la Virgen, donde no cabía ni un alfiler.

«Hemos venido a apoyar a todas las mujeres que están peor que yo», explicaba Elia, una vecina de Pedralba que acudía por vez primera a la manifestación del día de la Dona. «Este año es especial, es el momento, la gente joven se tiene que despertar, parece que estén dormidos», indicaba Ángeles, una habitual en este tipo de concentraciones en favor de los derechos de la mujer.

Pero no es cierto que las jóvenes estén paradas. Precisamente destacó ayer la presencia de un gran número de gente joven que salía a la calle por primera vez para defender la igualdad de la mujer y eliminar la brecha salarial, como Saray y Conchita. «¿Por qué tenemos que cobrar menos que un hombre por el mismo trabajo?».

«Ha sido una manifestación del 8 de marzo histórica. Hemos visto salir a la calle a personas de todas las edades revindicando algo tan básico como es la igualdad de derechos y de trato para mujeres y hombres. Es inaudito que la mitad de la humanidad todavía sufra la discriminación y muchas veces el acoso», remarcó el alcalde de València Joan Ribó.

«Por eso desde las instituciones como el Ayuntamiento de València, hoy decimos bien alto que la igualdad salarial es absolutamente imprescindible, que los cuidados y las tareas domésticas deben llevarse a cabo en corresponsabilidad, que las mujeres deben poder visibilizar su potencialidad y ser reconocidas por ello, y que una sociedad que discrimina es una sociedad enferma», añadió Ribó. «Hemos avanzado pero en el camino hacia la igualdad real todavía queda mucho por recorrer», explicó sobre los motivos que le llevaron a unirse a la manifestación del 8M.

La música como grito de igualdad

El habitual manifiesto con el que concluía la manifestación otros años dio pie éste a canciones reivindicativas para lanzar un mensaje más alto y más fuerte. «Este mundo no nos gusta y lo vamos a cambiar». En el texto, que fue repartido, pero que apenas llegó a unos pocos debido a haber sobrepasado todas las previsiones iniciales, se celebra «la alianza de las mujeres», aunque se advierte que queda mucho por hacer hasta alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres.

Así, a partir de la identidad múltiple de las mujeres, lanzaron un grito de «basta» a agresiones, humillaciones, marginaciones, exclusiones y violencias machistas y un alegato a la libertad. «No más muertes, queremos ser libres», «ni una agresión sin respuesta», «las mujeres unidas jamás serán vencidas» o «sin feminismo no hay revolución», fueron algunos de los cánticos reivindicativos que sonaron en el trayecto hasta la plaza de la Virgen. Una de las pancartas era levantada por orgullo por un grupo de mujeres musulmanas, con frases como: «De tonta no tengo ni un velo» o «Me tapo el pelo no el cerebro».

Al finalizar y cuando la multitud se iba disolviendo, había un hombre que se iba tarareando la letra de las «albaes». Esperemos que este 8M sirva también para remover conciencias.