Caprichos del destino, el calendario ha querido que la «histórica» fecha en que el emblema del modelo Alzira haya vuelto al redil de la gestión pública caiga en mitad de la Semana Santa. Con media España de vacaciones y un sistema sanitario en mínimos, el hospital de la Ribera es quizá el centro de toda la red asistencial valenciana donde menos se va a notar esta circunstancia.

El interés por que el traspaso de poderes se haga «con normalidad» y sin fallos está siendo tal que desde la Conselleria de Sanidad se han puesto todos los esfuerzos en contar con el personal suficiente para que nada pueda ir mal en estos días de fiesta en los que se completa la reversión del área a la gestión pública. Así, y a la orden dada hace unas semanas para que el personal restringiera a la mínima expresión la opción de cogerse vacaciones durante estos días, también se ha advertido a los jefes de servicio y responsables de los centros de salud del área para que estén «localizables».

Así se recoge en una directriz enviada a, al menos, una veintena de estos responsables el pasado jueves 29 de marzo y que, sucintamente, pide que estén «localizables para poder subsanar «cualquier incidencia» que pudiera ocurrir en cada una de las áreas que dirigen. La «orden» abarca cuatro días: del sábado 30 al martes 2 de abril, los dos últimos días de gestión privada y los dos primeros, incluyendo la primera jornada laborable de la nueva era de la Ribera bajo gestión pública, día en que realmente se verá si hay fallos en la reversión planificada desde Sanidad.

La directriz la firma, precisamente, Vicente Palop, el director médico del departamento con Ribera Salud que esta mañana será sustituido, más que previsiblemente, desde la Conselleria de Sanidad. Fuentes internas del hospital ven en este gesto un acuerdo entre empresa y conselleria para que, de verdad, el traspaso de poderes se realice con la mayor normalidad y sin que los pacientes lleguen a «sufrir» por ello. Al menos ese fue el interés común que se puso sobre la mesa el miércoles en la reunión privada, de la que poco o nada ha trascendido, entre el president de la Generalitat, Ximo Puig, la consellera de Sanidad, Carmen Montón, y el consejero delegado de Ribera Salud, Alberto de Rosa y con la que se buscaba rebajar la tensión en un proceso que ha sido largo y enconado en lo personal y lo judicial.

Con la intención de que todo vaya sobre ruedas en este primer día de gestión pública, Sanidad ha buscado que estén disponibles ya las primeras personas de refuerzo contratadas por bolsa de ese monto total de 303 que se unirán a trabajar en el área de aquí a final de año.

Firma oficial

Por parte de la conselleria, la hasta ayer directora general de Alta Inspección y desde la medianoche de ayer nueva gerente de la Ribera, Isabel González, supervisó personalmente y con parte de su equipo el «traspaso de poderes». Tal como ya había advertido, González se quedó hasta la noche acompañada, además, por el subsecretario de la Conselleria de Sanidad, Ricardo Campos. Según ha podido saber este diario y, aunque no se quiso realizar un acto público, anoche sí se celebró una firma en la que se levantó acta del fin del contrato y de la «recepción» del hospital y el resto de centros del departamento por parte de la conselleria de manos de la concesionaria Ribera Salud.

Con todo, fuentes de la empresa se quejaban por la mañana de que todavía desconocían en qué términos se iba a hacer este traspaso ni cuáles iban a ser las órdenes para hacer, siquiera, los cambios de despacho, circunstancia de la que también se lamentaba el pasado miércoles el ya exgerente del área Javier Palau.

Con refuerzo de personal y alerta a los responsables de servicio, falta por ver cómo arranca hoy domingo y, sobre todo, la semana que viene el vigésimo departamento de salud de gestión pública de la red valenciana.