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Técnicos superiores

De la Universidad a la FP, un camino hacia el empleo

El 10 % de estudiantes de FP de Grado Superior son universitarios que «buscan inserción laboral» - La mitad de los técnicos superiores, y en algunos ciclos más del 80 %, hallan trabajo en la empresa en la que hacen las prácticas

Alumnas universitarias que estudian Formación Profesional en el CIPFP de Mislata. Miguel Ángel Montesinos

Más de 3.500 universitarios estudian FP de Grado Superior en la enseñanza pública de la Comunitat Valenciana según la Conselleria de Educación. Esto supone que uno de cada 10 alumnos que se prepara para técnico superior en los Centros Integrados Públicos de Formación Profesional (CIPFP) o en los Institutos de Educación Secundaria (IES) está haciendo el camino inverso de la Universidad a la FP para mejorar su empleabilidad.

Este porcentaje del 10 % de titulados universitarios en aulas de FP, que en los años más duros de la crisis superó el 15 %, podría ser más alto. Muchos universitarios ocultan su expediente académico para así tener más posibilidades de encontrar plaza en la FP pública. El sistema educativo no está pensado para ir a contracorriente, por tanto, el 60 % de las plazas están reservadas para alumnos procedentes del Bachillerato, que es la vía natural de acceso a los ciclos superiores. El resto se distribuye a partes iguales entre alumnos de FP de Grado Medio que quieren seguir avanzando en su formación y los universitarios. Por ello, la mayoría de estos últimos acceden a la FP con su título de Bachillerato.

Pero, ¿qué lleva a los universitarios a hacer este camino inverso? Las respuestas son tan múltiples como casos hay, pero tienen un denominador común: «la búsqueda de inserción laboral», dice Joan Sarrión, director del CIPFP de Mislata, donde el 12 % de los alumnos de ciclos superiores son universitarios.

Los CIPFP son la punta de lanza de la Formación Profesional. Así, por ejemplo, el de Mislata tiene 11 grados superiores cuya media de inserción laboral directa supera el 55 % del alumnado. Es decir, que más de la mitad de sus estudiantes son contratados por las empresas donde hacen las prácticas de la Formación en Centros de Trabajo (FCT). Porcentaje que en algunos ciclos supera el 80 %. También presenta ratios de inserción laboral directa similares el CIPFP Ausiàs March de València, uno de los centros más solicitados. A las 800 plazas que oferta cada año se presentan más de 4.000 preinscripciones. Igualmente más del 10 % de su alumnado de ciclos superiores es universitario.

También en Grado Medio

La presencia de universitarios se extiende también a los ciclos de Grado Medio, a los que se accede directamente con el graduado de ESO. «Hay oposiciones a las que no puedes optar si no tienes un título de técnico y la carrera universitaria te suma puntos en la fase de méritos», explica Miguel Vicente, director del CIPFP Ausiàs March.

Así muchas universitarias ven el ciclo medio de Técnico de Cuidados Auxiliares de Enfermería (Tecae), una titulación muy demanda donde más del 80 % son mujeres, un paso previo a la sanidad pública. Este es el caso de Maibelis Hernández y Lidia Mas, dos jóvenes con el grado universitario de Logopedia que estudian el primer curso de Tecae en el CIPFP Mislata con el fin de preparar una oposición y, tras conseguir una plaza de técnico, por promoción interna llegar a logopedas de hospital.

El perfil de los universitarios que miran hacia la FP «es doble: por un lado tenemos a jóvenes que buscan una inserción laboral rápida y, por otro, a titulados que acabaron hace años y tras perder el empleo aspiran a reinsertarse en el mercado de trabajo», detalla Isabel Verdoy, profesora del ciclo superior de Comercio Internacional del Ausiàs March.

Para ninguno de estos universitarios esta vuelta a las aulas significa un paso atrás, pues lo ven más bien como un «puente» hacia el empleo en un mercado laboral donde «hoy por hoy los estudios universitarios no te garantizan encontrar trabajo», dice Paula Isabel Perelló. A sus 34 años, esta ingeniera forestal y licenciada en Ciencias Ambientales, se ha sacado un máster y ha buscado trabajo en España y en el extranjero. Ahora estudia en el Ausiàs March el ciclo de Tecae, uno de los grados medios con más ofertas de empleo.

Nuevas puertas laborales

Ana Marco es graduada en Bioquímica y Ciencias Biomédica, una de las titulaciones universitarias con la nota de corte más alta. Quería dedicarse a la investigación, pero los recortes en ciencia la han obligado a buscarse otras salidas. A sus 27 años estudia el Grado Superior de Técnico en Laboratorio Clínico y Biomédico en el Ausiàs March. Gracias a una beca de FP Dual de prácticas remuneradas del proyecto Sanec de formación de técnicos en investigación biomédica promovido por Bankia y la Generalitat va a realizar prácticas remuneradas en el Centro de Investigación Príncipe Felipe. La puerta a la investigación que no pudo abrir en la universidad la ha encontrado en la FP.

Otros como Sonia Ayuso o Rubén Alarcón llegan a la FP tras experiencias laborales decepcionantes. Sonia, licenciada en ADE, ejercía de jefa de Recursos Humanos y de Gestión de Calidad en una constructora pero con un contrato de auxiliar administrativo de 600 euros por 40 horas semanales. «Cobraba la mitad que los albañiles y sentía que me tomaban el pelo». Ahora estudia Tecae en el Ausiàs March. «Siempre he querido ser enfermera y pienso que si encuentro empleo como auxiliar podré estudiar y trabajar a la vez para pagarme la carrera de Enfermería», dice.

Rubén busca en el grado superior de Comercio Internacional del Ausiàs March la salida que no halló al terminar Derecho: «Cuando acabé, o me pagaba un máster que valía más de 10.000 euros o hacía una pasantía de dos años trabajando gratis. Estuve seis o siete meses de pasante y dije 'hasta luego'».

También están los universitarios mayores de 40 años que buscan reinsertarse en el mercado de trabajo, bien porque sus empleos se los llevó la crisis como Marta Mayorga o José Miguel Ortega, alumnos del Ausiàs March, o universitarias que al ser madres dejaron de trabajar o tuvieron complicado encontrar un empleo y una vez sus hijos son mayores buscan un trabajo formándose en el CIPF Mislata, como Nuria Martínez, Paz Cavero, o María Plasencia, licenciada en Farmacia que ahora hace el grado superior de Técnico en Laboratorio Clínico y Biomédico en el Ausiàs March. «No he estado cinco años estudiando Química para estar en una Farmacia vendiendo cajitas blancas o azules», asegura.

Ana Marco cuenta una situación más que chocante: «me invitaron a dar una charla a los alumnos de Bachillerato de mi antiguo IES sobre los estudios y salidas de los grados de Bioquímica, Biomedicina y Ciencias Biológicas, pero cuando les comenté que había empezado un ciclo de técnico superior porque no había trabajo, el profesor me dijo que no les hablara de FP».

Tópicos y prejuicios

«Tenemos un grave problema de orientación en Secundaria -lamenta Joan Sarrión-, pues los institutos siguen encaminando a los mejores alumnos hacia la Universidad a pesar de que está saturada». A esto se suma, añade, «los prejuicios sociales de padres y alumnos» que todavía ven a la FP para aquellos que no valen para estudiar. Un tópico que a Lidia se le ha caído en el CIPFP de Mislata: «yo también pensaba que la FP era para los que no querían estudiar, pero aquí me he encontrado con gente que estudia y se podría sacar una carrera 20 veces».

Esta visión negativa de la que quiere desprenderse la FP explicaría parte de este camino inverso que hacen algunos universitarios o la tasa de abandono del 30 % de alumnos en el primer curso de Universidad. Miguel Vicente relata que cuando hacen jornadas de puertas abiertas en el CIPFP Ausiàs March, «los institutos de Secundaria a los que invitamos no nos envían a estudiantes de Bachillerato». Critica que toda la orientación que hacen en dicha etapa «es hacia la Universidad pues el único índice de éxito del centro es su nota media en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU)». «A los alumnos de Bachillerato se les debería informar que un técnico de FP encuentra trabajo tres veces más rápido que un universitario», advierte.

Todos coinciden en que se debería incidir en que la FP también es una vía de llegada a la Universidad «con una formación técnica muy valorada por las empresas», subraya Sarrión. Ana aconseja a los jóvenes de 17 años que acaban el Bachillerato «que no se cierren puertas y que exploren todas las salidas y, si no tienen muy claro lo que quieren hacer, que busquen una FP superior que les guste».

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