Hoy empieza el mundo después de Gabriel Echávarri, que dejará de ser alcalde y concejal esta misma mañana: no será él mismo quien presentará su escrito oficial de renuncia sino que lo hará a través de una persona de confianza. Entonces, empezará a correr el tiempo hacia el futuro. El pleno que elegirá al nuevo munícipe deberá celebrarse en veinte días como máximo.

No podrán ser más, pero sí menos. Porque el ritmo burocrático para convocar tan histórica sesión dependerá de las negociaciones políticas. Y en este sentido, mañana mismo, el equipo de la edil socialista Eva Montesinos, que en principio tiene garantizado el respaldo de los 14 concejales de su grupo, Guanyar y Compromís, celebrará dos reuniones trascendentes a la búsqueda del voto número 15: una con Nerea Belmonte y otra con el también tránsfuga Fernando Sepulcre. Debería una tercera con Ciudadanos, pero está en el aire.

No es que sea un drama. Durante la legislatura, en otros lares ha habido gobiernos que han dependido de socios minoritarios. Ximo Puig al frente de la Generalitat sin ir más lejos. El problema en Alicante ha sido el carácter antagónico entre Echávarri y sus dos antiguos aliados del tripartito, Miguel Ángel Pavón (Guanyar) y Natxo Bellido (Compromís), que deshizo la gran oportunidad de la izquierda para gobernar esta capital después de 20 años de dominio del PP.

Ahora, Echávarri ya es historia (el mundo ha empezado a rodar sin él) pero su sombra aún es alargada: no hay que olvidar que Montesinos no es sólo su delfín sino su persona de máxima confianza y que va a seguir tratando con Pavón, con Bellido... y on alguien más.

Si la edil socialista no logra actuar con una habilidad de la que su mentor ha carecido en tantas ocasiones, y no capta ese ansiado voto 15, inmediatamente el popular Luis Barcala se convertiría, como líder de la lista más votada en 2015, en el nuevo alcalde. Parece poco probable: dada la proximidad de las próximas elecciones, a casi ningún actor, a derecha y a izquierda, le interesa que el PP regrese ahora a la cúspide. Otra cosa será qué aliados encontrará ya Montesinos como alcaldesa (su investidura no estará sujeta a pactos de gobierno) precisamente con esos comicios tan cercanos y con cada fuerza política buscando su propia posición en la carrera que se avecina. Efectivamente este no es solo un mundo nuevo. También sigue siendo muy complicado.