? Lo que empezó como una brillante operación antiyihadista de la Policía Nacional, la operación Lago, se convirtió por un tiempo en mofa pública -el caso Dixan-después de que un informe del Ejército español estableciera que las sustancias intervenidas a los detenidos en el piso de Barcelona no eran explosivos, sino detergente. La burla la zanjó el FBI con un contraanálisis que aseguraba que en esas sustancias había trazas de un compuesto químico utilizado para fabricar napalm casero. Y los detenidos que el juez Ruiz Polanco, más tarde expedientado, sacó de prisión, volvieron a la cárcel cuando Baltasar Garzón retomó el asunto, poco después de los atentados del 11-M. De hecho, uno de los teléfonos intervenidos en Barcelona en 2003 era exacto al confiscado a los terroristas de los trenes de Atocha en la mochila hallada en Vallecas. En 2006, la Audiencia Nacional condenó a 10 años por pertenencia a grupo terrorista a los cinco coprocesados con Nebbar, aunque más tarde el Supremo rebajó las penas a seis años.