De nuevo, los taurinos salen a la calle para reivindicar una «fiesta popular» que los decretos, las medidas políticas y los movimientos animalistas «se empeñan en poner trabas» con las que «ningunear» el festejo popular.

Una actividad que defienden como la que siempre ha sido una recompensa para el agricultor que durante un año y, de sol a sol, había labrado el campo con esfuerzo. «Su momento de paz, de socializar con las gentes del pueblo, de fiesta bien merecida», indica Vicent Nogueroles, presidente de la Federació de Penyes de Bous al Carrer de la Comunitat Valenciana, a Levante-EMV en esta serie de publicaciones de Reivindicaciones del Mundo Rural que se inició el sábado pasado.

Y es que tanto la Federació de Penyes de Bous al Carrer como la Asociación en Defensa de las Tradiciones de Bous al Carrer y la Asociación de Ganaderos de Bous al Carrer de la Comunitat Valenciana se unen también a la manifestación que recorrerá las calles de València el 26 de mayo convocada por la Federación de Caza de la Comunitat Valenciana.

Lejos de echarse atrás, aseguran que todos los impedimentos (como la falta de financiación para sus festejos o la prohibición de estos en cinco poblaciones en el último año, como Benifaraig y Borbotó), no han conseguido su objetivo (en caso de que este fuera terminar con los «bous al carrer»).

De hecho, consiguieron el efecto contrario. Y es que, según los datos de la Federación, que desprenden de los propios de la conselleria, cada año aumentan en 2.000 el número de festejos celebrados en la Comunitat Valenciana: En 2015 fueron 6.000, en 2016 8.000 y en 2017 la cifra ya llegaba a los 10.000 festejos.

«Tenemos estudios y veterinarios que corroboran que no existe maltrato en nuestra fiesta», asegura Nogueroles, quien reconoce, además, que la festividad en las Plazas de Toros les ha hecho mucho daño a las de los pueblos, colgándoles un sambenito que «no les corresponde».

«El único que puede hacerse daño en los bous al carrer no es el toro, sino el que corre y recorta delante de él. De hecho, hemos tenido que lamentar alguna que otra herida. Pero los que participan en ello son conscientes de los peligros a los que se exponen, por lo que no debería ser censurable una actividad que cada uno elige con libertad», denuncia.

Defienden, por tanto, su derecho a continuar con la fiesta popular que protagonizan toros y vaquillas, dado que les «ampara la Constitución española». Aseguran que ésta dictamina que la tauromaquia es «una actividad cultural que hay que proteger y además concienciar de su importancia al resto de la población». Por esta razón consideran «ilegítimo» que un ayuntamiento local, como el de València, pueda prohibir festejo alguno en los pueblos de la Comunitat Valenciana. Y, anuncian que, debido a las últimas restricciones, el colectivo está pendiente de tramitar denuncias judiciales contra el consistorio.

«Esta es una fiesta rural, de tradición, donde algunas de las peñas van ya por la cuarta generación de afiliados», indica Nogueroles. Aunque aseguran que esta fiesta rural tiene un carácter más fuerte según qué provincias de la Comunitat Valenciana. En las de Castelló y València, explica, se cuenta con más de 1.500 peñas (cada una) de las 4.500 que engloba la Comunitat Valenciana, con aproximadamente 100 personas cada peña. La provincia de Alicante, sin embargo, apenas supera las 900. «Se trata de un territorio donde más del 50 % son grandes poblaciones y los bous al carrer son una fiesta de pueblos pequeños», reconoce.

Asimismo, recuerdan la labor que suponen estas fiestas para mantener los comercios del pueblo: «Cuando llegan los bous, el pueblo se llena de gente (calculan que el número de personas se triplica), la hostelería cumple con el objetivo de beneficios que no pudo conseguir durante el resto del año, también las tiendas de camisetas, de imprentas y carteles aumentan sus ingresos durante la fiesta. Es la aportación que el área del toro hace por un mundo rural cada vez más abandonado».