Un maltratador reincidente con dos condenas por malos tratos a sus parejas anteriores se enfrenta a quince años de prisión por tentativa de asesinato tras una brutal agresión a su exnovia, ocurrida en septiembre de 2015 en Manises, a quien dejó en estado de coma y causó lesiones cerebrales irreparables.

«Me dio un ataque de locura, la cogí del cuello porque me estaba mordiendo, cayó al suelo y se dio con la pared y la silla». Así trató de justificar su acción el acusado durante el juicio celebrado en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de València. Ni un atisbo de arrepentimiento, con una frialdad supina y tratando de hacer creer a la sala que no era consciente de sus actos.

Mientras a las preguntas de su letrado respondía con la boca pequeña con frases como: «Es la persona que más quería», «no quería hacerle daño», «me siento muy arrepentido» o «creo que sufro trastorno de la personalidad». Su discurso sobre sus acciones antes durante y después de dejar moribunda a la joven, que trabajaba como enfermera en una residencia de ancianos, lo delataban.

«Pensé que estaba muerta y me fui de compras con mi hermana», explicó como si tal cosa. Hasta el presidente de la Sala tuvo que preguntar una segunda vez si había entendido bien su reacción después de agredir a la que, según él, era su gran amor, dejándola allí convulsionando sobre un gran charco de sangre, dándola por muerta. Respecto a si le cambió de ropa y se deshizo de sus efectos personales arrojándolos a un contenedor dijo no recordar nada.

Del mismo modo, ante las preguntas de la fiscalía el acusado se mostró esquivo, negando la mayor y cayendo una y otra vez en incongruencias. «Yo con las mujeres siempre me he portado muy bien», aseguraba para acto seguido justificar sus condenas previas por malos tratos. «La primera era porque mi novia me robaba y en la segunda me conformé porque mi madre estaba enferma».

Respecto al incidente en el que escupió a su víctima, cuando esta ya había decidido poner fin a la relación, argumentó: «Me salta saliva de la boca al hablar cuando estoy nervioso, si a eso le llaman escupir». También negó el acoso al que presuntamente sometió a la joven tras la ruptura y calificó de «broma» cuando se hizo pasar por Guardia Civil y llamó a su puesto de trabajo para averiguar los datos personales del compañero con el que estaba iniciado una relación.

Los padres de la víctima, quien permaneció 384 días hospitalizada y todavía sigue acudiendo cada día a rehabilitación, relataron cómo era su vida antes de que el acusado la dejara agonizando. «Le notaba que le pasaba algo pero no me lo quería contar», recuerda su madre. El padre aseguró que su hija ya le había confesado que tenía miedo de esta persona.