«¿Regalos? Un reloj dorado con la imagen de la Duma [rusa] o un par de cajas de metal. Todo declarado». Nada de dinero ni, por supuesto, de prostitutas. «Ni de casualidad. Son rumores y acusaciones que el informe recoge sin contrastar». Pedro Agramunt, tan confiado en su futuro como irritado, respondía ayer al escándalo generado por un documento de más de 200 páginas sobre su gestión como presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE), que concluye que existen «fuertes sospechas» de corrupción en su actuación «sin evidencias claras», como publicó ayer Levante-EMV en su edición digital.

El informe, más allá de la veracidad de su contenido, ha puesto ya contra las cuerdas al veterano político valenciano del PP, que previsiblemente se va a encontrar estos días con una petición formal para que deje de ser miembro de la APCE.

Agramunt ya abandonó la presidencia del organismo europeo en octubre pasado, poco antes de que finalizara su segundo mandato y después de meses de polémica por su presencia en una expedición a Siria organizada por el Parlamento ruso que incluía una entrevista con el dictador Bashar Al-Asad.

El informe hecho público ahora aborda episodios anteriores, aunque relacionados con el famoso viaje. El trasfondo es el mismo: las relaciones (buenas) del senador con Rusia y Azerbaiyán durante su etapa al frente de la APCE, orientación que va en contra de la línea dominante en la institución y en buena parte de la diplomacía europea y mundial. Los dos países citados, junto a Turquía, serían los grandes enemigos en la estrategia exterior «políticamente correcta».

Agramunt se defiende: asegura que ha apoyado el diálogo con los gobiernos de estos países antes que las sanciones, niega ejercer de lobbista de ellos y califica de «inaceptable» que se ponga en cuestión «por qué he defendido a unos y a otros».

«Me reúno con quien puedo para enterarme de las cosas», agrega. ¿La otra parte (la que le acusa y a la que responsabiliza de las revueltas en la zona) no está defendiendo unos intereses?, se pregunta en declaraciones a este diario.

Dentro de esa otra parte, estarían fundamentalmente Polonia, los países escandinavos (con intereses económicos y estratégicos en el área) y las repúblicas bálticas, con fronteras protegidas por la OTAN ante el temor a una invasión de las tropas de Putin.

Más en el fondo aparecen cuestiones de geopolítica profunda. Azerbaiyán es un territorio rico en petróleo y una pieza clave en el paso de esta sustancia hacia Turquía y la Europa occidental.

El informe, no obstante, pone en entredicho que todo este juego político, bautizado como la «diplomacia del caviar» y que amenaza la larga carrera del empresario y político valenciano, haya sido desinteresado. Azerbaiyán habría dedicado más de 30 millones de euros a pagos a representantes políticos para beneficiar sus intereses.

Agramunt niega haber recibido nada, aunque su periplo al frente de la APCE da para una novela de espías, con asalto incluido a su habitación de hotel en Estrasburgo en busca de posibles documentos que lo comprometieran. En el informe se recoge este hecho, pero de manera errónea, explica su entorno, porque se dice que llevaba 15.000 euros en metálico en su mochila, que los asaltantes ni tocaron, pero él dice que eran menos de 1.500, una cantidad que suele llevar cuando viaja, asegura, por si surgen imponderables.

En el centro de la «caza de brujas» (así la califica), sitúa al secretario general de la APCE, el polaco Wojciech Sawicki, auténtico contrapoder en la institución desde 2010. Más de una decena de políticos están afectados por la investigación. Entre ellos, el actual secretario de Estado de Defensa, Agustín Conde.

El expresidente del PP en València cuenta con el apoyo de Génova, que ayer dio por buenas sus explicaciones. ¿Y de la dirección en la C. Valenciana? «No lo sé. No he hablado con ellos. Supongo que sí». PSOE, Compromís y Podemos pidieron actuaciones urgentes. Consideran que no puede seguir en las instituciones. José Luis Ábalos anunció una investigación parlamentaria y Podemos que comparezca en Corts.

El senador, sin embargo, cree que todo quedará en poco, pese a lo gruesas de algunas sospechas, como la posible «compra» mediante prostitutas durante una misión en Azerbaiyán en 2015. Agramunt responde que se cita a una fuente anónima de la secretaría general y que es una acusación que circula sin que haya podido documentarse nada. «Todo rumores y sospechas sin pruebas, barbaridades», asevera.

Cree que todo quedará en un incumplimiento del código de conducta. De momento, su nombre queda herido entre todas las acusaciones vertidas y el ruido generado. El senador estudia acciones legales. Habrá que ver si antes no se ve fuera de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.