«Una política sin alegría es una mala política». «Abajo el imperialismo norteamericano». «¡Viva Mao!». «Fuera el estado burgués». «Protestamos contra las vacaciones escasas en las fábricas de automóviles». «Empleemos la violencia frente a la dilación». «Queremos libertad de tránsito para todos los sexos en todas las habitaciones».
Así empezaba la crónica del corresponsal de París de Pyresa, la agencia de información del régimen franquista, Manuel de Agustín, que los lectores de Levante leyeron el 2 de mayo de 1968.
Era jueves, y en la página 3, tanto el titular «Continúa la agitación estudiantil», como los subtítulos: «Proliferan en Francia las organizaciones políticas universitarias», «Para el próximo día 24, se anuncian nuevas huelgas en colegios y liceos», presagiaban un mes movido. Empezaba el Mayo del 68, una primavera para la historia.
Los hechos de París marcaron para siempre la sociedad occidental, pero aquel año de hace medio siglo los sistemas políticos de casi todo el mundo fueron cuestionados. En Francia, Estados Unidos, Checoslovaquia, México, Japón, Italia, Alemania e incluso España, donde los movimientos democráticos empezaban a ser visibles.
Todo con unos protagonistas comunes, jóvenes estudiantes que protestaban para mejorar el planeta.
«Cabecillas insolentes»
«Ya me dirá el lector -continuaba la primera crónica sobre el mayo parisino de este periódico- qué relación directa tienen todos estos ´slogans´ con el mundo estudiantil... Y, sin embargo, son los gritos empleados por los dirigentes de la juventud universitaria. No de todos, naturalmente, porque en Francia hay tantos sindicatos como cabecillas, y tantos cabecillas como insolentes».
En València también fue un final de curso conflictivo. El 27 de febrero se cerró por tiempo indefinido la universidad, después de continuas protestas que obligaban a decanos y autoridades a parar las clases. Un año antes ya se habían producido las primeras detenciones por organizar protestas y difundir propaganda contra el franquismo, pero las primeras informaciones del hervidero parisino también pusieron en alerta a los estudiantes valencianos.
Ese año Raimon hace sus dos recitales históricos en Madrid, uno en el desaparecido Price y el otro en la Facultad de Económicas.
