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"Basemos el nivel de vida y renta en nuestro esfuerzo y que los ingresos por turismo se nos den por añadidura"

El presidente de la Feria de Muestras, Noguera de Roig, abre la 46 edición con una defensa de la economía local

Cuando se incendió la mecha en París, el grueso de la sociedad valenciana estaba preparando la conmemoración del tradicional Día de la Madre, pero ese Primero de Mayo de 1968, también celebrado por todo lo alto por el Régimen, ya hubo algunas protestas de la oposición al franquismo. A los sindicatos clandestinos, la histórica UGT y el embrión de lo que luego serían las Comisiones Obreras, se unían cada año jóvenes universitarios que soñaban con el fin de la dictadura y la vuelta a la democracia. Tendrían que esperar nueve años más.

Mientras tanto, València abría su edición 46 de la Feria Muestrario Internacional. Un acontecimiento económico y social que reflejaba la pujanza de la económica valenciana en el final de la década de los sesenta. Una ciudad ferial abierta a Europa que gracias al trasiego mercantil había permitido alejar el aislacionismo.

José Antonio Noguera de Roig aprovechó el discurso de inauguración como presidente de la Feria para hacer una encendida defensa de la bonanza de la época. «Procuremos el progreso económico con el desarrollo industrial y comercial; basemos el aumento del nivel de vida y de renta regional en nuestro propio esfuerzo, y que los ingresos del turismo se nos den por añadidura», dijo ante el subsecretario de Comercio, Alfonso Osorio García y el alcalde Rincón de Arellano.

La economía iba bien. Los anuncios del periódico iban llenos de ofertas de electrodomésticos, vehículos y viajes organizados. Incluso la publicidad reclamaba al consumidor la compra de un segundo televisor portátil para el chalet o el apartamento.

Noguera de Roig se refirió también en la apertura de la Feria de Muestras a la realidad sociopolítica de los valencianos, con unas palabras, que medio siglo después, parecen actuales. «El valenciano no es separatista, aunque sienta muy profundamente su amor a la región. No es egoísta ni avaricioso y por eso no le ha dolido que el fruto de su trabajo, traducido en divisas, haya servido durante tantos años para beneficiar a otras regiones; lo ha considerado como ley de familia».

En ese mayo de 1968 se aprueba el nuevo Instituto Superior Politécnico de València, que será el inicio de la futura universidad.

Al mismo tiempo se levanta el Hospital La Fe, el primer gran centro sanitario de València, entre el Polígono de Campanar y la acequia de Mestalla, próximo a la carretera de Burjassot. Para construir el hospital y sus accesos fue necesario desviar las acequias de riego y expropiar algunos terrenos privados colindantes.

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