María Ángeles García sacó un 10 en todas las pruebas de la oposición de julio de 2016 a profesora de Secundaria en la especialidad de Orientación Educativa convocadas por la Conselleria de Educación.

Fue la primera de su tribunal y la cuarta en una lista de 43 admitidos, tras el concurso de méritos. Sin embargo, no pudo completar el obligatorio curso de prácticas al dar a luz un mes después de incorporarse a las clases en el curso 2016-17. Por esta razón se ha visto relegada a la última posición en las adjudicaciones de plazas de destino definitivo de este próximo julio, perdiendo 39 posiciones por el simple hecho de haber sido madre.

«Considero muy injusto el haber perdido mi cuarto puesto en la lista, que me permitía poder elegir un destino definitivo cerca de mi domicilio y poder conciliar así el cuidado de mi hija con mi trabajo», lamenta. «Lo que me ha ocurrido a mí nunca le habría pasado a un hombre, motivo por lo que no hay igualdad en el acceso al Cuerpo de profesores de Secundaria a través del concurso-oposición estando embarazada», añade.

Tras aprobar las oposiciones en julio de 2016, en septiembre de ese año, al inicio del curso 2016-17, comenzó las prácticas que debía culminar en marzo de 2017 tras presentar la pertinente memoria. Un mero trámite pero necesario para ser nombrada funcionaria de carrera. Pero María Ángeles se incorporó al instituto público cuando estaba en la semana 32 de su embarazo. Un mes después nacería su hija, que ahora tiene 17 meses.

Por esta razón, solicitó a la Dirección General de Centros y Personal docente de la conselleria una prórroga para realizar la fase de prácticas al curso siguiente, en el ejercicio 2017-18, al estar «en situación de baja por maternidad». La conselleria le concedió la prórroga «sin que ello suponga una modificación en las plazas asignadas al resto de aspirantes», cuenta la profesora.

Menor antigüedad

Así, entre septiembre de 2017 y marzo de 2018, Maria Ángeles realizó las prácticas obligatorias. Sin embargo, ya no es (ni será) la cuarta en esa lista de 43 personas para elegir destino. Ahora es la última para las adjudicaciones definitivas de julio, pues el resto de sus compañeros de promoción fueron nombrados funcionarios de carrera un año antes. Debido a esta menor antigüedad, María Ángeles deberá elegir plaza en último lugar y, por tanto, quedar relegada a un destino alejado a su domicilio cuando siendo la cuarta de la lista nunca habría salido de València ciudad.

Su maternidad ha sido determinante en este retraso. Y por ello se siente discriminada y quiere denunciar un sistema «que valora de la misma forma que uno tenga mala suerte y se rompa una pierna por tres sitios y no pueda realizar las prácticas... con un embarazo, que de mala suerte no tiene nada y que solo afecta, sí o sí, a las mujeres».

«En el sindicato docente al que estoy afiliada me han dicho que la discriminación que estoy sufriendo, aunque es injusta, es legal», cuenta con impotencia.

«Lo que a mí me ha pasado no le podría pasar a los hombres que se presentaron conmigo a la prueba», subraya. «Hice una oposición de 10, pero me penalizan por ser madre y pierdo el puesto que me gané con mucho esfuerzo», dice.

María Ángeles, que ahora tiene 41 años, se presentó por primera vez a oposiciones a profesora de Secundaria en 2009. No sacó la plaza, pero entró en la bolsa de interinos, por lo que al año siguiente la llamaron para trabajar en un instituto de la Vega Baja. Tras pasar varios cursos en el sur de Alicante, lo más cerca que ha estado de su domicilio en València ha sido Utiel.

Antes de sacar en 2016 una de las deseadas plazas de funcionaria docente se había presentado hasta tres veces a oposiciones. En la última de ellas se quedó al corte de la nota que daba derecho a una plaza. «Y la cuarta vez que lo intento -relata- va y entro a lo grande».

Tras tanto esfuerzo, siente «mucha rabia» por lo que le ha sucedido. «Para mi es injusto, aunque la ley diga que es legal, pues me encuentro en desventaja solo por ser mujer, pues a un hombre nunca le habría pasado esto», insiste.

Embarazo tardío

«Me quedé embaraza con 40 años -relata-, apuré todo lo que pude. Deseaba ser madre y no quería condicionar mi vida por la oposición». Cuenta que iba «muy bien preparada» al examen, pero cuando llegó el día estuvo a punto de no acudir: «No pensaba ni presentarme, pues me encontraba fatal».

Aún así, saco fuerzas y fue al examen. «Mi estado no era como el de los demás aspirantes y el examen fue en julio, en aulas sin ventilación y con mucho calor pues era a las 14.00 horas», revive. «No pedí permiso ni para ir al baño», añade. «Me lo he currado para estar entre las primeras, sabiendo que mi estado físico no era igual al de los demás... ¿Por qué tengo que perder la posición que tanto me ha costado conseguir?», se pregunta.