Ante un público escolar que tendrá que decidir por primera vez en 2019 qué papeleta deposita en la urna, los portavoces de los cinco partidos con presencia en las Corts celebraron ayer lo que podría ser el primer debate preelectoral.

El motivo, el 35 aniversario de las primeras elecciones autonómicas, 1983, la Prehistoria para los alumnos que se acercaron a las Corts, una institución alejada de la sociedad, que funciona en una realidad paralela y un ente abstracto para muchos valencianos, en palabras los propios síndics.

La presidenta del PP, Isabel Bonig, les habló de España, de la Constitución y de Margaret Thatcher, su triunvirato preferido, y de que a los políticos valencianos les ha dado por discutir de cosas que a nadie importan como la reforma de la Ley Electoral valenciana o la de la Carta Magna y también por abrir una televisión en lugar de acabar con los barracones.

Pero el socialista Manolo Mataaunque sea un perfecto desconocido para los valencianos. Hizo autocrítica y pidió más presencia de los diputados en la calle y sobre todo más reflexión, imposible en tiempos de hiperinflación legislativa y con una actividad frenética en el parlamento y se enzarzó con Bonig a ver cual de los dos llevaba menos años en política.

Antonio Estañ (Podemos), Fran Ferri (Compromís) y Sánchez (Ciudadanos) apenas habían nacido en 1983. Estañ habló de la capacidad de tensionar al Consell, de la política como conflicto, del fin del bipartidismo.

Ferri de la falta de autogobierno pleno de los valencianos por falta de financiación y de una democracia valenciana debilitada por una barrera electoral del 5%. Ahí salió una cuestión de actualidad y todos miraron a Ciudadanos, el partido que primero quería rebajar el listón electoral, pero ahora lo veta porque pide un imposible, el cambio del Estatut y la circuncrupción única. La izquierda ya asume que no caerá la barrera electoral.