Un valenciano de 54 años se enfrenta a una pena de nueve años de cárcel por un delito continuado de abusos sexuales con prevalimiento, mismo castigo y hecho delictivo por el que han sido condenados los autores de la violación del llamado caso de la Manada. En este caso concreto la víctima es una menor que tenía apenas catorce años, amiga de la sobrina del acusado, y a la que éste presuntamente violó en repetidas ocasiones aprovechándose de «su vulnerabilidad personal e inmadurez emocional».

Las violaciones -que no agresiones sexuales según el Código Penal- comenzaron en agosto de 2014 en una localidad de la Costera, cuyo nombre omite este periódico para preservar el anonimato de la víctima. Previamente, y cuando la menor solo tenía trece años, el acusado fue ganándose su amistad. Como ella no tenía ordenador en casa, le daba permiso para usar el suyo siempre que quisiera, de ahí que la adolescente comenzara a frecuentar su domicilio. Además le re regaló un teléfono móvil, le dio dinero en alguna ocasión, «generándose entre ambos un estrecho vínculo de confianza», según indica la Fiscalía en su escrito.

Durante el juicio celebrado esta semana en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de València, el acusado reconoció haber mantenido relaciones sexuales con la menor, pero alegó que éstas fueron consentidas. No obstante, dada la edad de la víctima, quien no tenía capacidad para prestar consentimiento, esto no le exime de responsabilidad. De hecho, éste habría consumado las violaciones cuando la menor se quedaba «bloqueada y paralizada».

La víctima incluso tuvo intenciones suicidas a raiz de estos graves hechos y le dijo a su agresor que si volvía a ocurrir «se tiraría por un puente». El Ministerio Fiscal considera que dentro del delito continuado de abusos sexuales con penetración (violación) se le tendría que aplicar el agravante de prevalimiento por la especial vulnerabilidad de la víctima y porque antes de las violaciones, en el domicilio del acusado, cerraba la habitación con pestillo.