Primero fue el telégrafo, el teléfono y la activación manual de señales y cambios de vía. Más tarde llegaron sistemas de comunicación como el tren-tierra (posición del tren y comunicación por voz con el maquinista), los bloqueos automáticos basados en la información de enclavamientos situados en las vías (que detectan el paso de los trenes) y el telemando de las señales. El futuro, ya presente en el AVE, es el ERTMS, que envía al centro de control la posición y velocidad del tren. El ERTMS se extiende también, poco a poco, por la red convencional. Sus posibilidades son enormes. No hay sitio, ni quizás dinero, para más líneas, pero el nuevo sistema «hará posible que más trenes circulen por las mismas líneas y con mayor seguridad», asegura Joaquín Gómez.