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De la nuca a la frente: la solución está en la propia cabeza

Folículos preparados para su trasplante. M. á. montesinos

? La técnica que actualmente se utiliza para los autotrasplantes capilares es la FUE (Follicular Unit Extraction), en la que se sacan uno a uno los folículos pilosos (que pueden contener de uno a cinco pelos cada uno) de la zona «donante» del propio paciente. Atrás han quedado técnicas como el FUSS (Follicular Unit Strip Surgery) en las que se extraía una tira completa de piel con sus folículos dejando la consiguiente cicatriz. En la técnica FUE, primero se valora el tipo de alopecia para ver si el trasplante es la solución (hay a muchos aspirantes a los que se les dice que no por la amplitud o tipo de calvicie) pero también las posibilidades de la zona donante. Es decir, si en la parte normalmente de la nuca, el paciente tiene la suficiente densidad de pelo para asegurar que se puedan sacar suficientes folículos sin dejar la zona despoblada.

En la alopecia androgénica, la que está relacionada directamente con las hormonas, el pelo que pierde densidad y termina cayendo es el de la parte frontal y la coronilla pero no el de la nuca y los laterales, de ahí que sea el que se utilice. Serán estos folículos, extraídos uno a uno, los que se injertan tras realizar microincisiones en la zona donde el pelo ha caído que recibe anestesia local. La zona a repoblar previamente se «diseña» teniendo en cuenta donde se quiere que comience, por ejemplo el nacimiento del cabello en frentes despobladas.

El objetivo es conseguir el efecto más natural posible y evitar el efecto «muñeca». La intervención tiene una duración mínima de 6 horas, dependiendo de los folículos a trasplantar. Después, los pacientes tienen que seguir unas pautas de cuidados precisos para evitar infecciones y asegurar el correcto cicatrizado pero también para garantizar que los injertos «agarren».

«Los tres primeros meses son los peores», reconocen los que han pasado por la intervención, sobre todo porque no se ven los resultados y al mes y medio, el pelo injertado que ya ha crecido cae, hasta que vuelve a crecer en un nuevo ciclo. «El problema es que ahí puede caer también parte de tu pelo por el dolor sufrido y es un momento duro psicológicamente», apunta David Beltrán.

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