Un accidente de tráfico, un ictus. Una persona en coma. Un día, aún inmóvil abre los ojos pero no hay respuesta a ningún estímulo. Puede que, con el tiempo, la haya pero que sea mínima por las graves lesiones cerebrales. Son las personas con estados alterados de la consciencia o lo que antiguamente se conocía como pacientes en estado vegetativo, terminología que las propias familias rechazan por las connotaciones peyorativas que tiene. Se estima que en la C. Valenciana puede haber entre 200 y 800 personas en esta situación aunque no hay cifras oficiales.

El Vithas Hospital Nisa Valencia al Mar cuenta con la primera unidad especializada en Estados Alterados de la Consciencia en España dentro de su Servicio de Neurorrehabilitación que ya tiene 20 años de historia. «En estas dos décadas habremos tratado a 300 pacientes de estas características y somos de los pocos servicios de neurorrehabilitación que acepta este perfil de pacientes», explica Joan Ferri, director del servicio.

Fruto de esta experiencia y de la investigación continua de nuevos tratamientos, la unidad ha incorporado desde principios de año un nuevo sistema de estimulación multisensorial para abordar la difícil rehabilitación de estos pacientes. El sistema se ayuda de gafas de realidad virtual y otros métodos como cinturones que transmiten vibraciones o estímulos olfativos.

«La plasticidad cerebral, esa herramienta base del aprendizaje, persiste hasta que fallecemos. Cada vez que nos exponemos a una experiencia hay una tormenta bioeléctrica que genera una cantidad de neurotransmisores», explica el doctor Enrique Noé, director de investigación del servicio de neurorrehabilitación de Hospitales Vithas Nisa. El «limitado» arsenal farmacológico para ayudar a estos pacientes se asienta en estimular los neurotransmisores pero «no hay nada para recuperar la consciencia» como tampoco se ha conseguido a través de las nuevas terapias de estimulación eléctricas.

Con la estimulación sensorial de estas personas con daño cerebral grave se intenta pues, que no pierdan esta vía de rehabilitación basada en la plasticidad del cerebro. «Una persona postrada en una cama o una silla de ruedas 24 horas, las únicas experiencias que puede vivir son las que les puede ofrecer sus cuidadores a costa de su esfuerzo. Esta privación sensorial es un auténtico drama porque les estamos privando de una de las mayores herramientas de nuestro cerebro para crecer», explica Noé.

Con esta base, y con la ayuda de las nuevas tecnologías, los hospitales Vithas Nisa en colaboración con Brain Research Group de la Universidad Politécnica de València han desarrollado este sistema que reproduce material audiovisual personalizado, ayudado de realidad virtual, que se complementa con sonidos, luces y olores para crear una experiencia inmersiva.

Además, se busca la personalización más completa posible gracias a la colaboración de las familias. «Nada más entran se les pide un libro de memorias, que nos pasen esos vídeos familiares, fotos de los hijos, de ese viaje que hicieron... para cada paciente se personaliza o se utilizan recursos multimedia. Las respuestas son totalmente diferentes», explican los responsables.

Monitorizar las respuestas

En aquellos pacientes con un estado de mínima consciencia, las reacciones pueden valorarse de forma externa pero en aquellos «sin respuesta», los expertos monitorizan a los pacientes para medir desde su sudoración a la frecuencia cardiaca y ver las respuesta neurofisiológicas que se pueden dar a los diferentes estímulos.

Por ahora, el sistema se ha probado con éxito en unos 10 pacientes desde principios de año. «Las mejorías son obvias aunque no solo se mide este sistema de estimulación, ya que se ha añadido al tratamiento habitual», explica Enrique Noé.

Los avances -«muy sutiles» según los especialistas- se miden semanalmente en una escala del 0 al 100 ya que «excepto algunos casos puntuales estamos hablando de perfiles en los que el pronóstico, si éste se mide en cuanto a la autonomía que va a tener el paciente, es prácticamente nulo», añade Ferri.

Aún así, y «aunque sean grandes dependientes», sí se pueden conseguir logros en recuperar espacios de consciencia o, al menos, se consigue que puedan tener un tratamiento más completo y «más digno».

«Una vida salvada, y cada vez se salvan más después de un accidente de tráfico o cardiovascular, merece ser vivida. Además, creemos que merece ser vivida con dignidad y cualquier esfuerzo que venga en ese sentido es bienvenido», aseguró Amalia Diéguez, directora de la fundación Ateneu de Daño Cerebral de Castelló.