El caso de Amparo recuerda al de otra mujer que fue encontrada momificada en una urbanización de Llíria en octubre de 2016. Ambas compartían nombre y sus muertes se produjeron en la más absoluta soledad sin que nadie se percatara de ellas hasta tiempo después.

Concretamente el hallazgo del cuerpo sin vida de Amparo Rubio, de 52 años, se produjo cuando fueron a desahuciarla. Sus vecinos habían alertado a la policía de su ausencia cinco meses atrás, pero solo se llevaron dos perros desnutridos.

Asimismo, otro hombre, nacido hace 45 años, fue hallado también momificado el pasado mes de febrero en su piso de la calle Pintor Maella de València. Su hermano, que no sabía nada de él en los últimos años, y sus vecinos creían que se había marchado a vivir a Santander.