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El PSOE vuelve al Gobierno

El cambio en la Moncloa pone a prueba la autonomía del Consell

El Botànic ha hecho de su posición reivindicativa y protagonista en los grandes debates una de sus señas de identidad

Reivindicación y lealtad. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, resumió ayer con estos dos conceptos la actitud del Consell con respecto al nuevo gobierno que ha de formar Pedro Sánchez. Las palabras siempre suenan bien en los momentos inaugurales. Otra cosa son los hechos, cuando el nuevo ejecutivo se haya arremangado en las tareas de gestión. Surgirán oportunidades de comprobar si la voluntad autonomista y de no supeditación a los criterios de un poder central afirmada por Puig desde que llegó al Palau sobrevive indemne.

La inquietud cae especialmente en el saco de los dirigentes socialistas, que ven ahora a su líder en la Moncloa. El secretario general del PSPV y parte de su equipo no son nuevos en la vida política. Son conscientes de que esta actitud de subordinación les costó muchos votos en el pasado y un deterioro de imagen importante.

Con todo, en las dependencias del Palau admiten que la relación no puede ser como la de los tres últimos años. Se ha pasado una travesía de desconexión y de respuesta de Madrid en forma de amenazas de recursos de inconstitucionalidad. El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy no ha pasado por el despacho de Puig desde que este preside el Consell. Al revés, sí.

Ahora esperan diálogo fluido e interlocución. Un aliado en la Moncloa. Eso significa que, aunque la presión reivindicativa se mantenga, ha pasado el tiempo de la brocha gorda. Se abre un periodo nuevo de medir bien las reacciones y de cirugía fina.

Hasta ayer, el poder valenciano en Madrid tenía como mayor exponente al secretario de Estado de relaciones con las Cortes, Rubén Moreno (menos de cuatro meses ha durado). La presencia (hipotética) de un ministro valenciano en el nuevo ejecutivo es vista en el Consell como un elemento fundamental para que la Comunitat Valenciana sea tratada con mayor sensibilidad a la hora de confeccionar unos nuevos presupuestos. Si es que el ejecutivo de Sánchez alcanza ese puente.

La posición de Compromís

Un factor importante asimismo en el trato con la Moncloa a partir de ahora va a ser si Compromís entra o no en el nuevo gobierno. La coalición dice que no es su objetivo, pero no lo descarta. La semana próxima se verá, añade un dirigente a Levante-EMV. Alguna secretaría de Estado puede ser un horizonte realista.

Esta posibilidad facilitaría las dinámicas internas en el Consell, ya que los de Oltra se verían con menos margen a la hora de criticar, si toca, al nuevo Gobierno.

Las fricciones entre los socios valencianos serán más fáciles si Compromís está fuera del ejecutivo central, con menos ataduras a la hora de cargar las tintas contra Sánchez.

El momento trascendental para el nuevo ejecutivo (y para sus relaciones con los territorios) será la elaboración de unos nuevos presupuestos: los de 2018 los hereda de Rajoy. Lo primero será ver si el equipo de Sánchez se ve en condiciones, llegado septiembre, de meterse en harina.

La reforma de la financiación autonómica se antoja un proceso más complejo para un gobierno en clara minoría. Una posibilidad que algunos expertos ya sugieren es la búsqueda de una fórmula transitoria que palíe la infrafinanciación valenciana.

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