Ya han pasado siete años del asesinato de María Luisa Reig Nolasco, la vecina de 59 años de Albalat dels Tarongers que fue descuartizada y quemada en su casa de la urbanización Corral Blanco. Y todavía no se ha cerrado el caso, ni se ha hallado el cadáver completo, aunque sí unos restos óseos carbonizados correspondientes a una parte del cráneo y del omóplato que sirvieron para constatar genéticamente que pertenecían a María Luisa y, que según el informe forense, demostraban que estaba muerta, porque ese resto era «incompatible con la vida».

Como cada 1 de junio, día en el que se pierde la pista de María Luisa en el año 2011, sus familiares se desplazan desde Alicante, donde residen, hasta la casa donde mataron a la mujer para rendirle homenaje y evitar que el caso caiga en el olvido. El pasado viernes fueron la hija de María Luisa, Raquel, su marido Rubén, Carmen -hermana de la víctima-, Andrea -nieta- y Mari -mujer de Jaime, hermano de María Luisa-, quienes acudieron a la cita para depositar flores, velas y carteles para honrar la memoria de la mujer y pedir justicia. «Sentimos rabia e impotencia contra el sistema judicial, nos hemos desilusionado y no sabemos dónde ni a quién recurrir para avanzar en el caso», explicó a Levante-EMV Carmen, hermana de María Luisa.

El caso de esta vecina de Albalat dels Tarongers continúa impune. Un mes después de la muerte de María Luisa Reig Nolasco, el grupo de Homicidios de la Guardia Civil detuvo a su hijo mayor, Pedro M. R., y a la expareja sentimental de la víctima, Antonio G. V., conocido como Toni «Caracortada», como presuntos autores de la muerte. Varios meses después, en octubre de 2011, la jueza de Sagunt que instruía el caso decretó su libertad provisional. Incluso sobreseyó la causa, pero la Audiencia de València ordenó en 2013 la reapertura del caso para incorporar a las diligencias una agresión anterior de Antonio G. V. que dejó a María Luisa nueve días en coma.

El juzgado saguntino decretó de nuevo el archivo del caso en abril de 2015, amparado en esta ocasión por la Audiencia Provincial.

Y desde entonces, la vida de la familia de María Luisa permanece en stand by. «Pero no solo en el ámbito emocional-apunta Raquel, hija de la víctima-, sino que además hay asuntos cotidianos y burocráticos que tampoco podemos llevar a cabo». Y todo porque, pese a la existencia del informe emitido por el Instituto de Medicina Legal de València, donde se confirma que los restos encontrados son de María Luisa y certifican que está muerta, el juzgado, siete años después del hallazgo, aún no ha emitido la declaración oficial de fallecimiento, por lo que para la Administración, María Luisa está desaparecida.

Pese a que los agentes encargados de la investigación realizaron búsquedas exhaustivas con perros adiestrados e incluso se empleó un georradar para rastrear la casa del exnovio, nunca apareció el cuerpo. Tal como muestran los indicios obtenidos durante las pesquisas, María Luisa regresó a su casa en la madrugada del 1 de junio de 2011 tras cenar con su hermana Aurora y una amiga. Realizó una llamada a su expareja y a su hijo, que por entonces compartían vivienda, para que le ayudaran con el grupo electrógeno del chalet, que no funcionaba. Nunca más se supo de María Luisa. Solo queda de ella un resto quemado que hallaron los investigadores tras el incendio que asoló parte de la casa durante la madrugada de su desaparición.