El anuncio de Mariano Rajoy de dejar la presidencia del Partido Popular y convocar un congreso extraordinario para renovar la dirección del partido altera de forma considerable, al menos en el corto plazo, la hoja de ruta que la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, tenía prevista y que pasaba por ponerse un único deber: hacer oposición al Gobierno del Botànic y prepararse para las autonómicas de 2019. El reto, que debía compaginar con la agenda endiablada de casos de corrupción que todavía le espera al PPCV de aquí a 2019, seguirá ahí, pero Bonig y su entorno deberán añadir otro objetivo importante de cara al futuro y que le requerirá esfuerzos adicionales: recuperar poder y ganar proyección en Madrid.

Con la marcha de Rajoy se abre un periodo de inestabilidad y una carrera sucesora en la que Bonig debe saber moverse y posicionarse adecuadamente. El entorno de la presidenta del PPCV esperará acontecimientos ya que, a estas alturas, es difícil prever si la que se avecina será una sucesión a cara de perro (será el primero con primarias) o si el PP será capaz de dirigirla de forma ordenada y sin conflictos. En todo caso y pese al desconcierto, los populares valencianos buscan un espacio propio y poder recuperar la influencia perdida hace años.

Desde que hace diez años empezó la pesadilla Gürtel para Francisco Camps y, por extensión, para el PPCV, el cordón sanitario que Madrid impuso, en cierta medida, ha continuado. Los sufrió Camps en su última etapa en la Generalitat, el expresidente Alberto Fabra, e incluso la propia Bonig. El peso y la influencia de la organización en Madrid ha sido escasa y al margen del portavoz del PP en Europa y exconseller, Esteban González Pons, ningún valenciano ha estado en los lugares donde se tomaban decisiones, en el núcleo duro del poder en Génova. Bonig tiene ahora una oportunidad de poder hacer valer el peso de una organización que, a pesar de tsunami de la corrupción, sigue siendo una de las que más aporta en votos y afiliados al PP.

Esta será la pelea que deberá compaginar con la de esa dura oposición que planea contra el Botànic. Bonig, ajena como la mayoría del partido a la decisión que Rajoy iba a anunciar, eligió ir a las Corts para poner al presidente Puig frente al espejo de supuestas contradicciones, una vez Moncloa ha sido ocupada por el socialista Pedro Sánchez. Bonig comenzó ayer a enseñar sus cartas de cara a esta larga precampaña.

Los populares valencianos coinciden en que, sin un Gobierno amigo en Madrid, hacer oposición resultará mucho más fácil. Pero Bonig no puede centrarse sólo en el Botànic, al menos mientras se resuelve la sucesión. A partir de ahora tendrá que mirar también a la calle Génova, mover las piezas de ajedrez convenientemente para ganarse un sitio en el corazón de la persona que suceda a Rajoy. Eso sí, tendrá que hacerlo discretamente y en el momento oportuno. Tres nombres son los que se barajan en la sucesión: Alberto Núñez Feijóo, Maria Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Con ninguno de ellos Bonig tiene una relación especial, aunque el presidente gallego podría llegar a ser un problema si llega al Gobierno por su posición respecto a la financiación. Bonig ha tratado más con Cospedal y Sáenz de Santamaria y a ésta le echó ayer un capote al cuestionar las críticas del exministro Margallo.

En todo caso, según apuntaban ayer desde el PPCV, la ventaja que tiene Bonig respecto a otros territorios es que se ha mantenido neutral ante la batalla soterrada que ya existía entre aspirantes.

A su favor y al margen de quien sea sucesor o sucesora, Bonig tiene que la renovación que todavía está por llegar en el PP nacional está ya realizada en su partido y que sin Rajoy y con una dirección interina, los dirigentes territoriales pueden ganar una proyección que no tenían. El mensaje de Bonig en contra de los nacionalismos, el independentismo y las imposiciones lingüísticas encaja con esta oposición dura del PP. Por otro lado, hay quien piensa en el PPCV que Bonig puede tener más margen para nombrar al alcaldable de la ciudad de València. Si el congreso se resuelve en julio, el calendario de nombramientos de candidatos no debería de retrasarse en exceso.

En su contra, el PPCV tiene que la marca sigue estando muy denostada por los casos de corrupción que aún darán malas noticias a su organización, lo que puede volver a pesar a la hora de ser tenida en cuenta.