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Entrevista

Ali Moussa-Iye: "Creemos tener en nuestro móvil todo el conocimiento y eso nos hace arrogantes"

"València tiene un papel central en la cooperación y el diálogo cultural, como en la ruta de la seda", explica el jefe de la sección de Historia y Memoria para el Diálogo de la Unesco y coordinador del programa de la ruta de la seda

Ali Moussa-Iye, ayer en el Museo de la Seda de València. M.A.Montesinos

¿Qué trae al responsable de Historia y Memoria para el Diálogo de la Unesco a València?

He venido a València gracias a la invitación del presidente Internacional del Programa Unesco de la Ruta de la Seda, José María Chiquillo, y a la de la Pasarela de las Artes. Es un evento que cuenta con el logo de la Unesco, algo que cada vez será más complicado porque estamos luchando contra su uso exagerado y abusivo, en el que presento y explico por qué València tiene un papel central en el desarrollo, la cooperación y el diálogo cultural, como ocurre en la ruta de la seda.

¿Por qué València tiene ese papel central?

Como responsable de la ruta de la seda descubro, cada vez más, todo lo que València está involucrada. Cada vez sé más de la historia, la motivación y la actitud de València para impulsar la ruta de la seda. Es muy importante que el presidente sea un valenciano como Chiquillo, el interlocutor principal para nosotros. De toda esta relación y trabajo surgen otros efectos en la Unesco, como que las Fallas fueran reconocidas como patrimonio de la humanidad.

¿Qué valoración hace de los 30 años del programa de la ruta de la seda?

Si tenemos en cuenta las expectativas generadas en un principio, creo que han sido ampliamente correspondidas. Cuando el proyecto comenzó, el director general de la Unesco entonces, Federico Mayor Zaragoza, se lanzó a un proyecto nuevo en un momento en el que estaba cambiando el mundo. De la guerra fría se pasaba a la posguerra fría. Se hicieron cinco expediciones para abrir espacios, nuevas instituciones, carreteras, centros de investigación y otros elementos que superaron todas las expectativas y que demostraron que esta ruta de la seda ha cambiado muchas cosas a nivel internacional. Se volvió un proyecto faro para la Unesco. Muchos países han logrado revalorizar su patrimonio histórico y muchas construcciones fueron declaradas patrimonio mundial de la humanidad. Además, se desarrolló una forma de turismo cultural.

¿Qué retos plantea el futuro para la ruta de la seda?

Hemos lanzado la segunda fase de la ruta de la seda en un mundo que ha cambiado y en el que hay muchas cosas nuevas, como las nuevas tecnologías y nuevas perspectivas a las que la ruta de la seda tiene que adaptarse. Estamos en un mundo globalizado con una serie de factores que nos dan otra dimensión. La ruta de la seda nos permite ver lo que se fue, lo que hemos perdido. Por ejemplo, ahora sólo viajan las mercancías, sólo viaja el dinero. Antes, con la ruta de la seda viajaban las personas con las mercancías. El problema de la migración complica mucho el intercambio de personas, cuando antes no era así. Vivimos un momento particularmente grave. Después de la guerra fría hemos empezado otra guerra fría más complicada. En la primera había dos ideologías, pero ahora es una lucha de discriminaciones, de injusticias. Las identidades de los pueblos pueden llegar a ser asesinas. El reto es incorporar nuevas tecnologías, lo digital, para poder conocer y respetar a los demás, favorecer una interculturalidad real, que es el gran problema del mundo real en la actualidad.

Con tantas posibilidades para las comunicaciones, ¿dónde ha quedado el diálogo?

La paradoja es verdad. Nunca en la historia de la humanidad hubo tantas comunicaciones, pero nunca hubo menos diálogo. En la ruta de la seda, por ejemplo, las personas viajaban con su mercancía por un tiempo largo. Paraban, visitaban los lugares y eso les permitía entablar un conocimiento mutuo, un diálogo. Ahora todo en la vida es rápido. La tecnología es una trampa. Por un lado, nos permite ver al otro, pero por otro nos encierra en nosotros mismos. ¿Por qué voy a salir de casa para ver algo si lo puedo ver desde mi televisión o desde la pantalla del móvil? Eso pasa y es grave. En lugar de intercambiar conocimientos, intercambiamos ignorancias mutuas y nos aferramos a esas ignorancias.

Creemos que lo sabemos todo y no sabemos nada...

Tiene que ver con la humildad. La gente antes descubría las cosas y era humilde, porque se encontraba cosas desconocidas. Había humildad respecto hacia el conocimiento. Ahora se impone la arrogancia. Cada uno piensa que lo conoce todo, creemos tener en nuestro teléfono móvil todo el conocimiento y eso nos hace arrogantes en lugar de ser humildes. Partimos de una posición de arrogancia y eso nos impide tener acceso a los demás y al conocimiento real.

¿Si cada uno de nosotros recorriese la ruta de la seda cree que cambiaría nuestra forma de entender el mundo?

Estoy seguro, porque viajar andando siempre te hace pensar y reflexionar. Pero ahora sería todo más complicado que antes, porque están las fronteras, las aduanas... Estamos en un mundo en el que llegas a un aeropuerto y por cualquier cosa pareces ya un sospechoso de algo.

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