Eran las doce en punto de la noche cuando entre el bullicioso ir y venir del gentío se escuchó por megafonía: «Comparsa de Piratas, comparsa de Piratas, empieza la Retreta. Adelante».

Al compás de la «Marcha Americana» fue despejándose lentamente el itinerario mientras las y los cabos de escuadra arrancaban con sus giros, ademanes y bailes los primeros aplausos de un público entregado desde el principio hasta el final.

Sonrisas, miradas de complicidad, mucha ilusión y gritos de «guapas» y «guapos». Así abrieron los Piratas el jubiloso desfile nocturno marcando el paso con brío desde la plaza Castelar hasta la calle Padre Manjón. Y tras un abordaje de media hora llegaron los lápices y las cucharas de los Estudiantes y, a continuación, los cascabeles y las panderetas de los Zíngaros. Completaron la Retreta por el bando cristiano los Contrabandistas y los Cristianos para dejar paso a un bando moro comandado por los Marroquíes. Y tras ellos Moros Realistas, Huestes del Cadí y Moros Musulmanes hasta pasadas las tres de la madrugada de un viernes que no era un día cualquiera.

Todos los festeros iban ataviados con los trajes oficiales de sus respectivas comparsas. Pero el máximo protagonismo lo acapararon las capitanías con sus vestidos de guerrilla. El público agasajaba con sus ovaciones a capitanes y abanderadas, mayores e infantiles, y disfrutaba al paso de las formaciones en bloque y sus típicos «numericos» siguiendo las graciosas coreografías a la orden de los cabos.

Hoy en día la Retreta sigue siendo un acto alegre e informal, como lo era antaño, pero no hay perdido su carácter festero. Todos los participantes visten el traje de guerrilla y se dejan acompañar por la música tradicional de los pasodobles y las marchas festeras.

La del jueves-viernes era la primera noche-madrugada del primer día de Moros y Cristianos en Elda y había hambre de fiesta. Los 21 grados de agradable temperatura, la euforia de los festeros, la complicidad del público, los alegres pasodobles y las pegadizas marchas contagiaron al numeroso público que se congregó en las calles Juan Carlos I, plaza Sagasta, Jardines, Dahellos, José María Pemán, Antonino Vera y Padre Manjón. La fiesta tomaba la ciudad y el tiempo parecía detenerse. Hoy la Retreta ya es historia pero quedan los recuerdos de la madrugada más larga de los Moros y Cristianos de Elda.