El ferri Pinar del Río quedó ayer embarrancado cerca del espigón de la salida del puerto de Sant Antoni en Ibiza con con 175 pasajeros a bordo tras su salida desde el puerto de Dénia.

La naviera Baleària informó de que ningún pasajero resultó herido y envió a buzos para asegurarse de que no exisitía riesgo medioambiental, tal como fue confirmado.

Este ferri es un catamarán de 74 metros de eslora con capacidad para 463 personas que salió a las 15.00 horas con dos horas de retraso de Dénia. Sobre las 17.30 horas, cuando entró en el puerto de Sant Antoni, los pasajeros sintieron como el fondo del barco chocaba con rocas, según reveló una testigo.

El servicio de emergencias 112, encargado de coordinar el dispositivo, indicó que el embarrancamiento no causó heridas a ningún ocupante de la embarcación. La evacuación, que se llevó a cabo con intervención de Salvamento Marítimo y de embarcaciones del puerto de Sant Antoni, se prolongó hasta las 20.15 horas, momento en el que todos los viajeros que iban en el ferri pudieron ir a puerto.

El centro de emergencias sanitarias 061 señaló que ningún viajero se vio afectado por el accidente, aunque desde el buque sí se alertó de que algunos pasajeros estaban muy nerviosos, por lo que se envió un equipo médico y una ambulancia al puerto por si fuera necesaria su intervención. Según algunos viajeros, media hora después del golpe, con el barco parado, el pasaje comenzó a preguntar qué sucedía. Se les comunicó que el ferri había chocado con unas rocas y que no podía salir «ni para adelante ni para atrás», según una de las pasajeras.

Protestas

Después de dos horas con la nave encallada, la naviera anunció por megafonía que iban a servir agua y café. Después de algunas protestas se accedió a darles comida, ya que muchos pensaban que iba a llegar a la isla sobre las 15.00 horas e iban a comer ya en tierra. En el barco viajan bebés y niños pequeños.

El capitán informó a las 19 horas por megafonía de que los pasajeros que quisieran desembarcar lo prodrían hacer por la popa a través de lanchas de Cruz Roja, tal como sucedió. Los pasajeros, además, pudieron bajar a sus coches a por algunas pertenencias básicas, ya que la naviera les informó de que los vehículos «hasta bien entrada la noche» no iban a poder salir del barco.

«El capitán del barco se ha atrevido a pasar cerca del espigón, a menos de diez metros, lo que ha provocado el embarrancamiento del navío y nos ha sometido a una situación de estrés y peligro», señalaba Juan Planells, otro viajero. «El pasaje estaba muy nervioso porque no sabíamos si estaba entrando agua en el barco y nos decían que iba a venir un remolcador, pero eso no hay remolcador que lo saque», afirmó.