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El pulso político se acelera tras el relevo en la Moncloa

El tiempo nuevo obliga a los partidos a reposicionarse y descoloca a Ciudadanos y PP - Compromís y Podemos buscan desmarcarse de Sánchez y mantener su propio espacio

Pedro Sánchez y Mariano Rajoy encajan sus manos en el congreso durante el debate sobre la moción de censura. Foto: Pierre-Philippe Marcou

PSOE. Sin descanso hacia las elecciones con el viento de cola desde Madrid

No desaprovechar el regalo. Ese es el mensaje en la dirección del PSPV. Porque hace un mes nadie hubiera dicho que los socialistas estuvieran gobernando en la Comunitat Valenciana y en España.

No se puede dejar la oportunidad del viento de cola que llega desde Madrid. Otra consigna. Porque la victoria en la moción de censura y los primeros pasos del Ejecutivo de Pedro Sánchez han generado además una ola de ilusión que no se recordaba en el universo socialista.

Así que los estrategas de Blanqueries observan los más de once meses que se extienden desde ahora hasta las elecciones autonómicas del 26 de mayo de 2019 como una prolongada precampaña que logre llevar hasta las urnas a todos los votantes socialistas.

Adiós a las vacaciones. Es lo que se temen ya algunos cuadros socialistas, habituados a la hiperactividad política y el poco apego al descanso del presidente de la Generalitat, Ximo Puig. La primera prueba de lo que viene la tuvieron ayer: el líder del PSPV celebró un almuerzo-mitin en Riba-roja del Túria. A once meses de la verdadera campaña electoral. Todo un mensaje.

Las encuestas de los últimos meses daban un margen de diferencia no insuperable entre PSPV, Compromís, PP y Ciudadanos, aunque según el sondeo una formación u otra despunta más. Una propia, no difundida en todo su detalle, da a los socialistas como primera fuerza, pero a una distancia corta de PP, Cs y la coalición de Oltra.

Con ese panorama incierto sobre quién será el partido más votado y también sobre quién tendrá más apoyos en la izquierda (dato clave para mantener o perder la presidencia de la Generalitat), los socialistas entienden que es el momento de dejarse ver y de tirar de orgullo como referencia del cambio y del progreso. Incluso hay quien piensa ya (en contra del discurso histórico) que no sería nocivo para el PSPV una concentración de elecciones en mayo próximo.

Compromís. Hacer oposición a Sánchez para marcar su terreno, pero sin romper con el PSPV

Una de las formaciones que con más insistencia defendió un cambio de Gobierno en España fue Compromís. Sin embargo, una vez Pedro Sánchez ha decidido que en su gabinete solo caben socialistas e independientes, la coalición ha huido con rapidez de hacer seguidismo a los socialistas en Madrid. Muy pronto entendió que resultaba contraproducente para sus aspiraciones electorales.

En los últimos días ha empezado a marcar distancias con Sánchez y en unos meses se disputará parte del voto valenciano con los socialistas por lo que no es hora de conceder ventajas, pero tampoco de romper con el socio en el Consell. Estratégicamente, si los socialistas intentan recuperar voto de Ciudadanos, como parece apuntar Sánchez con la designación de ministros, podrían dejarse espacio en la izquierda y ahí es donde Compromís quiere vender la gestión más social del Consell para crecer en las autonómicas y municipales de mayo de 2019 tras los excelentes resultados de 2015 que le llevaron al poder en las principales instituciones. Compromís tratará de fortalecer estos meses el discurso social. La nueva renta de inclusión, el desbloqueo de ayudas a la dependencia, la gratuidad de los libros, el impulso de la escuela pública, el aumento de becas, un mayor refuerzo del valenciano en las aulas o la ampliación de derechos a colectivos como el LGTBI son algunas de las políticas impulsadas desde consellerias de Compromís con las que la coalición tratará de sacar pecho electoral.

Ciudadanos. Descolocados tras la censura y en espera de los movimientos de Albert Rivera.

Ciudadanos ha quedado en estado de shock y su franquicia valenciana, también. El triunfo de Pedro Sánchez en la moción de censura a Mariano Rajoy ha supuesto la primera gran bofetada política para el partido emergente, al que las encuestas situaban desde hace meses como primera opción política entre los españoles. El «subidón» tras la victoria de Inés Arrimadas en las elecciones catalanas de diciembre, el hundimiento del PP ahogado por la corrupción y hundido por Gürtel, además de la factura que la gestión de la crisis catalana pasó a Rajoy dispararon a máximos históricos las expectativas del partido de Albert Rivera. Cuando hace 15 días, el número dos nacional, José Manuel Villegas, se desplazó a València, el partido vivía inmerso en un estado de euforia. El adelanto de las elecciones parecía seguro y Albert Rivera ya casi tocaba el poder con las manos.

Ese tiempo de auténtica luna de miel se percibía también en Ciudadanos de la Comunitat Valenciana. Pero el éxito de Sánchez en la moción de censura, ha dejado a Cs como el único partido aliado del PP, y políticamente, le ha descolocado.

La delegación valenciana vive conectada por una especie de cordón umbilical a Albert Rivera. En un partido tan presidencialista si al líder nacional le va bien en España, a Ciudadanos le irá bien en la Comunitat Valenciana. Esa es la esencia de su política. Es tal la dependencia que a Cs le cuesta un mundo forjar un discurso plenamente valenciano. Y las siguientes elecciones, las de mayo de 2019, son autonómicas y municipales. Y ahí hay que vender discurso pegado al territorio y ya no vale Cataluña. Ese es el talón de Aquiles de Cs.

Partido Popular. Una crisis pero con opción a reforzarse desde las trincheras

Los populares valencianos aún tratan de recomponerse después de la tragedia que ha supuesto perder el Gobierno y sus opciones de una campaña con desfile de ministros que dejaran a su paso una lluvia de millones para la Comunitat Valenciana, aunque sólo fuera en el plano declarativo.

La presidenta del PPCV, Isabel Bonig, lleva tiempo ya en modo candidata, pero el desalojo de Rajoy de la Moncloa y su posterior anuncio de renunciar al liderazgo del partido obliga al PPCV a romper papeles y reorientar completamente su estrategia en tiempo exprés. Sin embargo, la catástrofe en las filas populares, ofrece a Bonig varias oportunidades tanto como partido, como personales a poco que sepa moverse con inteligencia y las circunstancias y el clima política nacional la acompañen. Para empezar, los populares valencianos asistían hace tan sólo unas semanas a diferentes sondeos que vaticinaban un retroceso electoral y lo que era preocupante: la pérdida de su posición como partido hegemónico en la Comunitat. El avance de Ciudadanos (su principal competidor en votos) y el hecho de que el tripartito resistiera en las encuestas ofrecía un panorama desolador para un partido que ha visto a un expresidente (Zaplana) entrar en prisión por corrupción y a otros dos (Camps y Olivas) estar envueltos en varias causas. El calendario judicial seguirá amargando la vida a los populares, pero, sin Gobierno y sin Rajoy, se atisba una luz.

Por lo pronto, refuerzan su discurso contra el Botànic, ya que pueden usar la baza de la reivindicación a Madrid. Los populares se frotan ya las manos ante el listado de exigencias que harán suyas y que servirán para apretar a PSPV y Compromís. Pero además, sin Rajoy, Bonig, que nunca encajó del todo para Génova, empieza de cero. Con la dirección nacional en funciones y obligada a renovarse es su momento para potenciarse como lideresa regional, como una nueva Cifuentes (antes del escándalo) para ganar influencia en Madrid.

Podemos. Tender la mano a un Gobierno amigo, pero con condiciones

El apoyo incondicional que Pablo Iglesias brindó a Pedro Sánchez en la moción de censura ha calado en las organizaciones autonómicas del partido. La postura es clara: van a tender la mano al PSOE para avanzar conjuntamente en la C. Valenciana y en España, pero están comprometidos con la coherencia de mantener las exigencias que hacían al Gobierno de Rajoy.

Ahora, la formación que lidera Antonio Estañ ve cómo su papel en el Govern del Botànic tiene su réplica a nivel estatal. Un equilibrio entre apoyar y confiar en el partido que gobierna, con Puig aquí y con Sánchez allá, pero sin olvidar la agenda de exigencias que tiene marcada su partido. Esta misma semana se opusieron a la petición de los socialistas valencianos de retirar las enmiendas a los presupuestos generales del PP que ahora ha herededado Sánchez. Un «no» rotundo.

Así que, por el momento no rebajarán el tono de su discurso, pero sí que serán más concretos en las cuestiones clave que el nuevo Gobierno tiene que abordar. Dependencia, inversiones cercanías... y la reforma del modelo de financiación como una prioridad por la que presionarán a Pedro Sánchez hasta que se convoque el Consejo de Política Fiscal. A partir de ahí, solicitarán que se retiren los recursos de inconstitucionalidad interpuestos contra leyes valencianas aprobadas en las Corts, como la Ley por la Función Social de la Vivienda, porque no suponen grandes reformas sino «voluntad política» del que ahora es un gobierno amigo.

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