Las conversaciones grabadas y repletas de insultos y comentarios soeces y denigrantes en las que el líder valenciano de Gürtel, Álvaro Pérez El Bigotes, se queja de las dificultades que el exvicepresidente Vicente Rambla le pone a la hora de cobrar («no me ayuda, no me paga, no ha contestado o se hace el sueco») en contraste con las facilidades que parece proporcionarle Ricardo Costa han resultado cruciales para la absolución del que durante años fue número dos de la Generalitat Valenciana.
No hay prueba concluyente contra Rambla, (Castelló, 1963) hoy inspector de Hacienda, que llegó a la política valenciana de la mano de Eduardo Zaplana y que encadenó cargos entre 1995 y 2011, que permita condenarlo. El juez le absuelve aunque dice varias veces que su actuación le genera dudas.
Por su profesión (inspector financiero) y cargos institucionales no pudo ignorar cómo se financiaban las campañas que dirigió sin límite de gasto. Debió apreciar que los gastos eran excesivos, dice el juez, que resume su actuación bajo el principio de «ignorancia deliberada», algo así como una ceguera voluntaria.
Evidentemente omitió un actuar más ético, sostiene la sentencia pero este delito no puede cometerse por omisión ni tenia Rambla posición de garante del dinero del partido. No hay indicios suficientes, apunta.
Todo eso y que su declaración en el juicio fue de notable firmeza y seguridad, añade el juez, y el hecho de que Rambla fue aparentemente el único que vio que la Gürtel (en el juicio dijo que tenía a El Bigotes por un fanfarrón) sacaba ganancias inadmisibles y descabelladas con facturas absurdas y disparatadas parecen decantar la balanza a su favor. «Es posible que cometiera los delitos, pero también hay probabilidad razonable de que no lo hiciera», concluye el juez.
