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Ricardo Costa: El político ambicioso que movía los hilos

El autoinculpado controlaba la trama, tenía el dominio de los pagos y permite completar el mosaico de la financiación ilegal

Ricardo Costa: El político ambicioso que movía los hilos

Ricardo Costa es para el juez la pieza clave. El exnúmero dos del PP valenciano era quien movía los hilos de la financiación ilegal, el que controlaba la trama, los costes, los presupuestos y los pagos. Quien tenía el dominio, subraya el magistrado, que llega a llamarle en varias ocasiones «el hombre de atrás». La sentencia no deja dudas.

Costa (Castelló, 1972), que fue con 23 años el diputado más joven en las Corts Valencianes, ya confesó el pasado 24 de enero que el PP se financió ilegalmente y pidió perdón por su participación, aunque entonces apuntó que la cúspide de la pirámide era Francisco Camps.

Según la sentencia, Costa sabía perfectamente que su actuación, y por tanto la de su partido, era delictiva. Suya era la dirección de todas las cuestiones económicas, conocía y supervisaba, aunque quien contrataba con Orange Market, la empresa de la Gürtel valenciana, era su segundo, el exdiputado del PP David Serra.

Costa integró una trama que delinquió por pura ambición política de alcanzar y permanecer en el poder al frente de la Generalitat porque no hay el más mínimo indicio de enriquecimiento personal. Un ansia desmedida que se refleja en frases como esta: «Tú serás el próximo presidente de este país», le soltó un día Francisco Correa, el líder de la Gürtel. «Era capaz de tirarse al agua y no mojarse», dijo El Bigotes en el juicio.

Tiene valor la confesión de Costa, aunque el juez la considera tardía, porque viene a completar el mosaico del entramado criminal que los populares valencianos formaron bajo la presidencia de Francisco Camps para financiar sus elecciones en 2007 y 2008.

La declaración autoinculpatoria de Costa complementa, integra y explica totalmente lo ocurrido. Fue de notable credibilidad y fiabilidad, asegura el juez. Para el juzgador resulta además «evidentísimo» que Costa materializó el delito porque tuvo un dominio funcional. Lo tuvo aunque sabía que se sobrepasaban todos los límites con los pagos de empresarios que a su vez eran adjudicatarios de la Generalitat.

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