Asistente personal para personas con dependencia es un concepto que ya lleva encima de la mesa más de 10 años. No es un cuidador. Ni profesional ni no profesional. La figura de asistente personal se incorporó al panorama social español a través de la Ley de Promoción de la Autonomía de las Personas con Dependencia.

Sin embargo, más de una década después de su entrada en vigor, solo 6 dependientes valencianos tienen asistente personal y los colectivos de personas dependientes quieren que el foco se ponga ahora sobre un recurso que es básico para fomentar la autonomía y que sigue siendo una asignatura pendiente en la Comunitat Valenciana.

Y es que muchas personas necesitan ayuda para realizar algunas tareas como desplazarse, conducir, tomar notas o incluso lavarse, vestirse, alimentarse, ir al cine o salir de compras. Contar con un asistente personal permite poder seguir desarrollando actividades formativas, laborales y de ocio donde quien manda es el dependeniente.

No se trata de cuirdarlo, con mejor o menor acierto. No se trata de «hacerle» las cosas. Se trata de una persona formada que sabe ayudar al dependiente y fomentar su autonomía.

Además, desde el Comité español de Personas con Discapacidad (Cermi) de la Comunitat Valenciana puntualizan: «El asistente personal no es un servicio, es una prestación. Es decir, es una ayuda al dependiente para que éste elija y contrate a una persona que le ayude en lo que necesite. El dependiente manda y marca las pautas. El dependiente decide y la Adminsitración tan solo tiene que establecer qué cuantía es la que le corresponde para que el dependiente contrate lo que necesite».

Desde la Plataforma en defensa de la ley de dependencia, sin embargo, prefieren que sea la Adminsitración «la que se encargue de las contrataciones. Es decir, que le dependiente elija a la persona en función de sus necesidades, pero que el Consell sea quien regule los contratos».

Ahora bien, en lo que sí están de acuerdos Cermi y Plataforma de la dependencia es que la figura del asistente personal «sigue siendo la gran asignatura pendiente» y necesita «un documento que establezca los requisitos de acceso, la formación que deben tener los asistentes y la cuantía de la prestación. Hay dudas y problemas y hay que resolverlos cuanto antes».

Como en Castilla y León

Uno de los principales problemas que plantea la figura del asistente personal es que carece de cualificación profesional, es decir, cerece de perfil profesional y de reconocimiento oficial.

«Sin embargo, es un nuevo foco para generar empleo y la ausencia de una cualificación profesional legalmente reconocida dificulta gravemente su implantanción», explica el presidente del Cermi, Luis Vañó.

Ahora bien, el Cermi propone adoptar la misma solución que una de las comunidades más punteras en cuanto al reconocimiento de la figura del asistente personal.

«En Castilla y León, por ejemplo, que cuentan con más de 600 asistentes personales, han autorizado a las entidades sociales a que puedan dar la formación necesaria con el visto bueno del gobierno autonómico. Así agilizan los tiempos porque la solución del ministerio no sabemos cuándo llegará y los dependientes no pueden esperar más», explica Vañó.

Y añade: «La solución de Castilla y León es óptima porque aunque existen crusos fisiosanitarios que pueden encajar con la figura del asistente personal lo ideal es establecer una serie de cursos que se puedan dar desde los colectivos para poner en marcha esta prestación cuanto antes. Porque es una prestación, no un servicio. Pero sin el documento que establezca cuál es el plan de asistencia personal, que estipule derechos y deberes, cuantías, contratación, etc... Es imposible. Y debe ser posible cuanto antes».